A UN AÑO DE SU MUERTE
Reeditan una obra clave de la ensayista Susan Sontag
"Sobre la fotografía" es uno de los textos cumbre de la ensayista norteamericana. Allí reflexiona sobre la influencia de la imagen en la relación del hombre contemporáneo con la realidad.

A treinta años de su publicación original y en coincidencia con el primer aniversario de su muerte, se acaba de reeditar en castellano "Sobre la fotografía", obra cumbre de la ensayista norteamericana Susan Sontag.

"Según la perspectiva que nos define como modernos, hay un número infinito de detalles. Las fotografías son detalles. Por lo tanto, las fotografías se parecen a la vida. Ser moderno es vivir hechizado por la salvaje autonomía del detalle".

Expresiones como ésta, que ilustran la cada vez más estrecha relación entre fotografía y sociedad, convirtieron a Sontag en una de las máximas figuras de los movimientos intelectuales de los años sesenta.

"Sobre la fotografía", que acaba de editar el sello Alfaguara, cuestiona "hasta qué punto puede mentir una cámara" y plantea una serie de cuestiones centrales disparadas por esta disciplina: la importancia del tiempo como valor en la representación, la relación entre la fotografía y la manera en que influye sobre la percepción de la realidad y la concepción de la belleza.

Para Sontag, la fotografía supone una forma de lucha contra el irremediable paso del tiempo y, por lo tanto, un mecanismo de control de la angustia que esto conlleva.

"En la manera de mirar moderna, la realidad es sobre todo apariencia, la cual resulta siempre cambiante. Una fotografía registra lo aparente. El registro de la fotografía es el registro del cambio, de la destrucción del pasado", explica la autora en el libro.

"Puesto que somos modernos (y si tenemos la costumbre de ver fotografías somos, por definición, modernos), sabemos que las identidades son construcciones. La única realidad irrefutable -y nuestro mejor indicio de identidad- es cómo aparece la gente", agrega.

MIRADA MODERNA

La autora sugiere en el libro la interrelación que se establece entre el poder y la estética de la visión: "Las sociedades industriales transforman a sus ciudadanos en vaciaderos de imágenes; es la forma más irresistible de contaminación visual", asegura.

Así pues, la fotografía se convierte en una ética visual en la medida en que indica lo que merece ser visto (expresado cotidianamente en la frase: "íQué pena no tener una cámara para fotografiar esto!").

"La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma -aclara la autora en un tramo del libro-. Es la manera ineludiblemente `moderna' de mirar: predispuesta en favor de los proyectos de descubrimiento e innovación", explica.

La fotografía y la literatura fueron, sin duda, las dos pasiones excluyentes de Sontag. Solía decir que un escritor siempre necesita una lectura constante que estimule a la creación literaria, mientras que ante la fotografía, el individuo también debe nutrirse de las imágenes para lograr detonaciones en su interior, las que darán origen a nuevas imágenes, en un ciclo ad infinitum.

Para Sontag, las fotografías muestran existencias ocultas, muchas veces inaccesibles -tanto del universo real o del ficticio- y además son formadoras del inconsciente colectivo.

La autora de "Contra la interpretación" está convencida de que la fotografía sirve para alejar la realidad temporalmente y para transformar al presente en pasado.

Ese borramiento de los límites entre las dos instancias temporales genera para Sontag la imposibilidad de representar otros mundos posibles.

Para la autora, no se puede crear conocimiento mediante la fotografía por dos razones: dota de un valor nostálgico a la realidad y sólo puede representar, pero de forma sincrónica.

"En una sociedad moderna las imágenes realizadas por las cámaras son la entrada principal a realidades de las que no tenemos vivencia directa. Y se espera que recibamos y registremos una cantidad ilimitada de imágenes acerca de lo que no vivimos directamente", analiza.

"La cámara define lo que permitimos que sea `real'; y sin cesar ensancha los límites de lo real. Se admira a los fotógrafos sobre todo si revelan verdades ocultas de sí mismos o conflictos sociales no cubiertos del todo en sociedades próximas y distantes de donde vive el espectador", explica Sontag.

La organización en párrafos del libro permite un recorrido pautado y pausado por el pensamiento de Sontag, que en el momento menos pensado es capaz de depositar al lector en lugares no explorados de su relación con la cultura.