Pasó cuatro días en un pozo ciego

La increíble historia de don Goyo Figueredo


Se trata de un hombre de 81 años, que el 12 de agosto se cayó al pozo de un baño abandonado en la zona sudeste de Santo Tomé y salvó milagrosamente su vida, tras permanecer en posición fetal a unos cinco metros de profundidad.

Ariel Durán-Sergio Ferrer

Se llama Gregorio Figueredo, tiene 81 años y le dicen "Goyo". Verlo y conversar con él en el hospital Samco Dr. Ricardo Nanzer de Santo Tomé, después de todo lo que le tocó pasar, causa verdadero asombro. Es que "Goyo" estuvo más de setenta y dos horas "desaparecido", hasta que un vecino suyo, el joven Walter Acevedo, pudo localizarlo el martes último, 15 de agosto, en cercanías de su casa, ubicada en Av. Ricchieri 1600 de nuestra ciudad, a quince o veinte metros del lugar en el que se había "metido". Figueredo, al parecer, estaba "apurado" por las circunstancias y en condiciones que, al momento del contacto con nuestro medio, todavía no podía recordar o explicar del todo bien.

Cabe destacar que don Goyo, quien cayó dentro de un pozo ciego -"excusado" o letrina en desuso- de aproximadamente cinco metros de profundidad el sábado 12, padece una pronunciada disminución de la capacidad auditiva de su oído izquierdo, lo que seguramente agravó más su penosa situación. Por eso mismo, a pesar de su denodado esfuerzo por hacerse escuchar, no pudo evitar tener que permanecer "allá abajo", en cuclillas y acurrucado, durante casi cuatro días, esquivándole a la sed, al hambre, al frío y a las posibilidades de mal tiempo.

"Menos mal que no tuve sed"

El pozo ya fue rellenado con el escombro de la precaria construcción que se mantenía "en pie" a duras penas, lindante con otras instalaciones de antigua data, que existen en forma de tapera en la parte de adelante de la propiedad de la familia Acevedo. Por suerte, don Goyo pudo superar todas las adversidades habidas y por haber, no entró en pánico en ningún momento y se las ingenió bastante para no desesperarse. El día en que lo encontraron tenía una deshidratación leve y lógicos dolores generales -estaba entumecido y rígido por la posición que había mantenido-, pero no presentaba un cuadro de hipotermia, algo que llamó la atención a la mayoría de quienes estuvieron en su rescate, puesto que la ropa que llevaba puesta al momento de caerse no era de invierno, por así decirlo, pues andaba con un pantalón de los llamados "de vestir", un suéter y una camisa.

"Me caí a un pozo ciego que debe tener unos cinco metros... aunque yo no me di cuenta de cómo me caí, nada de eso. Pedía socorro y gritaba, pero no había caso. Después vino un muchacho, me encontró y me dijo que de alguna manera me iban a sacar. Imagínense, estuve cuatro días: sábado, domingo, lunes y martes", explicó Figueredo a este medio, que lo entrevistó en una de las salas del hospital Samco de Santo Tomé. Luego, cuando se le preguntó cómo hizo para sobrevivir, sólo atinó a decir: "No sé. Fue la ayuda de Dios"; incluso, cuando se le hizo notar que es difícil imaginar que alguien, y más a su edad, pudiera sobrellevar una situación así, Gregorio expresó: "Es de no creer; yo tampoco me lo podía imaginar".

"Ustedes saben... yo pensaba que no era nada si sufría de hambre; pero el asunto era si me daba sed. Menos mal que no tuve sed ni nada; me salvó eso", continuó su relato.

Al límite de la desesperación

"La falta de algo para comer no era nada, pero, si me agarraba sed, hubiera sido un problema. En eso pensaba allá abajo; perdónenme que lo diga así, pero si me daban ganas de orinar y tenía sed, iba a tener que tomar mi orina", agregó. "Ése era mi pensamiento. Ya les digo, no puedo explicar qué me pasó; teniendo otro lugar, no sé por qué fui ahí. Gritaba y gritaba... después me quedé tranquilo, esperando que alguien me pudiera sacar, pensando que salí a caminar y me caí. Me caí ahí y quedé encerrado, íqué le iba a hacer! Por suerte, llegó el muchacho y me encontró", completó don Goyo, siempre manteniendo un excelente estado de ánimo. Al momento de la entrevista, en la que nos acompañó nuestro colega Roberto Olivera -del diario digital La Noticia On Line-, Figueredo aún estaba en observación médica, pero visiblemente recuperado.

Don Goyo tiene toda su familia en Santa Fe, pero vive solo en Santo Tomé. Por eso está infinitamente agradecido a la familia Acevedo por la ayuda que siempre le ha brindado. Porque es válido remarcar que, si bien desde hace mucho tiempo don Goyo está pensionado por la ley 5.110, aún hoy se las "rebusca", colaborando en algunos trabajos de albañilería. Por último, Figueredo aprovechó la ocasión para agradecer públicamente al personal del Samco santotomesino y al Dr. Daniel Yódice, director de dicho nosocomio.

No está de más decir que, al principio, sus vecinos creyeron que estaba en la casa de un amigo al que suele visitar seguido. Después supusieron que estaba durmiendo en su pieza; por último, la primera vez que observaron el pozo -y porque no se movía-, terminaron pensando lo peor; por eso, hasta se había dado aviso la morgue. Grata fue la sorpresa de todos cuando lo pusieron a salvo y sin un rasguño. Increíblemente vivo.