CULTURA
La vigencia del maestro
Martin Scorsese.

Con "Los infiltrados", su última producción, el director de "Toro Salvaje" vuelve a los mejores registros de su carrera, y se adentra en una trama de lealtades y traiciones divididas. Excusa más que sólida para hacer un repaso por la vida y la obra de un cineasta que exploró con solidez varios géneros, y demostró como pocos su condición de cinéfilo.

textos de Juan Ignacio Novak.

Unos veinteañeros Harvey Keitel y Robert De Niro, están sumergidos entre las gastadas butacas de un viejo cine del barrio de la Pequeña Italia, de la ciudad de Nueva York. Con ojos expectantes y admirados, no se pierden el más mínimo detalle de lo ocurrido delante de ellos. En un momento la cámara los abandona, y se mueve hacia la vieja y manchada pantalla, donde aparece una breve secuencia de "Más corazón que odio" o -como indica su título original- "The searchers", protagonizada por un inconmensurable John Wayne, y dirigida por otro ícono del Hollywood clásico, como John Ford.

Los escasos minutos de esta escena, que corresponde a la película "Calles salvajes", son un perfecto resumen de toda la filmografía de Martin Scorsese: una combinación cautivante de retazos de su propia niñez y juventud, con una profunda admiración por los autores y filmes del cine clásico, donde sobresalen nombres como Alfred Hitchcock, Howard Hawks o el propio John Ford. Una constante que marcó a toda una generación de cineastas, y que proyectó a grandes figuras como Peter Bogdanovich ("La última película"), Francis Ford Coppola ("El Padrino"), George Lucas ("La guerra de las galaxias"), Brian de Palma ("Scarface") o Steven Spielberg ("Tiburón"), entre otros.>

En los primeros trabajos desarrollados por Scorsese ya aparecen con claridad algunas de las temáticas que se iban a extender a lo largo de más de tres décadas, en buena parte de sus películas. Una preocupación casi rayana con la obsesión sobre diversos temas, como la religión, la violencia, la muerte y el sexo, aspectos clave en el ser humano. En este esquema, son especialmente representativas dos de sus obras forjadas en los setenta: la mencionada "Malas Calles", y -sobre todo- la inabarcable "Taxi Driver", hoy una obra maestra incontestable.>

De Toros salvajes y comediantes frustrados

Con la llegada de los años ochenta, Scorsese realizó la que para algunos es la mejor película de esa década: "Toro salvaje".

Asombrosa desde todos sus planos, la vida del boxeador Jake La Motta plasmada en el celuloide, es visualmente una auténtica "joyita" de la historia del cine. Estuvo protagonizada (otra vez) por el gran Robert De Niro, que se tomó este papel con tanta seriedad que hasta aumentó varios kilos para asumir las distintas caracterizaciones del personaje a lo largo del filme, y se hizo acreedor al segundo Oscar de su carrera (el primero había sido por su joven Vito Corleone en "El Padrino II").>

"Toro salvaje" tuvo una enorme influencia en los años que siguieron. De hecho, hasta Leonardo Favio, cuando rodó a principios de los noventa "Gatica: el mono", tomó al pie de la letra las lecciones dejadas por Scorsese.>

Desandar los ochenta, luego de la cumbre alcanzada en aquel filme, fue para el realizador neoyorquino una etapa de búsquedas temáticas y estilísticas. Una especie de necesidad de hallar nuevos desafíos. Este proceso se puede advertir con facilidad en "El rey de la comedia" o, más tarde, en "La última tentación de Cristo". La primera, una amarga mirada sobre los sueños y la derrota, y la segunda, la adaptación de una polémica novela sobre la vida de Jesucristo.>

Hay también una joyita no muy conocida, que data de mediados de esa década y que lleva el sello indeleble de Scorsese: "After Hours". Se trata de un ejercicio cinematográfico genial, que narra las peripecias de un neoyorquino que pierde el último metro de la noche y se adentra en la peligrosa fauna nocturna de la ciudad.>

Scorsese mezcla aquí en forma dosificada: suspenso, drama y unas pizcas de comedia, que suponen un cóctel fascinante.>

Temporada de gángsters

Derroches de talento marcan la llegada de Martin Scorsese a los años noventa. El primer año de aquella década estrenó "Buenos muchachos", para muchos "la mejor película sobre gángster jamás realizada". Con un marcado afán operístico, el cineasta neoyorquino se desata con una crónica descarnada, implacable y por momentos trágicamente divertida, sobre el inicio, auge y declive de un joven en el clan mafioso de su barrio, a lo largo de treinta años.

Robert De Niro vuelve a sobresalir de la mano de Scorsese, pero el que se llevó las palmas en este filme fue Joe Pesci, quien realiza una interpretación memorable como un gángster despiadado, pendenciero y sarcástico. Hasta el punto que accedió a un Oscar como mejor actor de reparto.>

Al año siguiente, Scorsese volvió a dar rienda suelta a su cinefilia, y rodó una notable remake del filme "Cabo de miedo", el clásico de los sesenta interpretado por Gregory Peck y Robert Mitchum, que en la versión de 1991 cambian por Nick Nolte y Robert De Niro, el bueno y el villano respectivamente. Hay una escena en este filme que es sencillamente genial: Robert De Niro, que compone a un psicópata lleno de tatuajes por todo el cuerpo, está a punto de salir de la cárcel. Un viejo policía -interpretado en un guiño propio de un cinéfilo, por el propio Mitchum- se acerca, lo mira detenidamente y reflexiona: "no sé si mirarlo o leerlo". No cabe acotación alguna.>

Tal vez por no encasillarse, el próximo proyecto de Scorsese tomó una dirección distinta a la que venía llevando su carrera, aunque las temáticas parecen seguir siendo las mismas. "La edad de la inocencia" es un drama romántico, que transcurre en el siglo XIX, protagonizado con gran intensidad por Daniel Day Lewis y Michelle Pfeifer, sin olvidar a una joven y contenida Winona Ryder. Scorsese analiza con su punzante cámara, la hipocresía, la sublimación del deseo y la doble moral de ciertos círculos.>

"Casino" (1995) fue un intento de retomar el espíritu operístico plasmado en "Buenos muchachos", otra vez con De Niro y Pesci a la cabeza de los créditos, pero esta vez tomando el pulso de uno de los casinos más grandes de Las Vegas. Es un filme irregular y demasiado extenso, pero no exento de algunas escenas que destilan adrenalina y están cargadas de una violencia en estado puro, al mejor estilo de Scorsese.>

Pandilleros, aviones e infiltrados

La llegada del nuevo siglo fue un tiempo de nuevos aires y nuevos proyectos para Martin Scorsese. Convertido ya en una especie de mito viviente, como Woody Allen o Roman Polanski, se podía permitir los paréntesis necesarios en su carrera para explorar posibilidades, con grandes presupuestos a disposición.

"Pandillas de Nueva York" -primera colaboración con el que ahora parece ser su nuevo actor fetiche, Leonardo Di Caprio-, indaga la corrupción política, las luchas entre los clanes de inmigrantes irlandeses y nativos, más todo el esquema que fue configurando desde el siglo XIX el actual tejido de la Gran Manzana. Tuvo elogios y críticas por partes iguales, pero la única certeza es que la puesta en escena, con una ambientación de la Nueva York de ciento cincuenta años atrás, es espectacular.>

Después llegó "El Aviador", tal vez la menos personal y mas vacía de todas las producciones encabezadas por Scorsese. La biografía del controvertido millonario, productor, cineasta (y obviamente aviador) Howard Hughes, montada en forma de superproducción, se queda a mitad de camino, con escenas tan grandilocuentes como escasas de contenido. No obstante, cuenta con algunas ráfagas del estilo de Scorsese, a lo que se suma la actuación carismática de Di Caprio; más una vivaz actuación de Cate Blanchett como la famosa actriz Katharine Hepburn, merecedora de un premio Oscar.>

Pero es sabido que en algún momento de la vida, volver a los orígenes se hace necesario. Y Scorsese, a sus 64 años, lo sabe mejor que nadie. De ese repaso por los vericuetos de su propia filmografía, nace "Los infiltrados" (basado en un clásico japonés "Infernal Affairs"), su último trabajo en llegar a las salas. Un filme que repara en el ritmo trepidante de "Toro salvaje", en el peso narrativo de "Buenos muchachos" y en la descarnada definición de personajes de "Casino". Y con un agregado: la presencia de Jack Nicholson en el papel del malo, en su primera colaboración con Scorsese.>

Con su historia sobre gángsters y policías tratando de introducir un espía entre sus enemigos, Martin Scorsese hace lo que le corresponde a un maestro: demostrar su vigencia.>

Un creador polifacético

DELANTE Y DETRÁS DE CÁMARA

Como todo buen artista, Martin Scorsese no sólo se destacó a lo largo de su trayectoria por ocupar un puesto tras las cámaras cumpliendo el rol de director, sino que también brilló en las tareas de guionista y productor. Pero además, indagó brevemente en el campo de la actuación.

Aparte de "firmar" o "autografiar" varias de sus películas con breves cameos o pequeñas intervenciones -como tenía por costumbre hacer el gran Alfred Hitchcock, quien dijo en alguna oportunidad que prefería "aparecer en el principio para no desviar la atención del espectador hacia la trama del filme"-, estuvo a las órdenes de otros directores.>

Como ejemplos, se pueden contabilizar "Los sueños de Akira Kurosawa", donde trabajó con su admirado cineasta oriental; "Culpable", junto a su actor de cabecera Robert De Niro, dirigido por el otrora productor Irwin Winkler; o "La musa", del año 1999, dirigida por Albert Brooks, que en esta previsible comedia realiza cameos de varios de sus grandes amigos.>