Crónica política
Papeleras: ¿Quiénes son los responsables?
Por Rogelio Alaniz

Tal vez sea algo exagerado movilizar las tropas para proteger a una empresa multinacional. Si la objetividad es posible en estos temas, es necesario decir que mucho más agresiva es la decisión de los asambleístas de Gualeguaychú de cortar el tránsito de una ruta internacional. Y todo esto en nombre de la defensa del medio ambiente, una causa que a esta altura de los acontecimientos apunta más contra las inversiones de empresas extranjeras que contra la contaminación del aire o del agua.

La decisión de Tabaré Vázquez no es agradable, pero lo que el gobierno argentino le está haciendo a Uruguay no sólo no es agradable, sino que además es ilegal. La iniciativa del gobierno uruguayo será controvertida, pero es la voluntad de un gobierno que asume con responsabilidad las consecuencias de su política exterior.>

Los argentinos no podemos decir lo mismo, ya que hasta ahora no se sabe muy bien si el conflicto que está planteado en la frontera con Uruguay ha sido decidido por el gobierno o por un puñado de asambleístas, que resuelven la política exterior de treinta y siete millones de argentinos. Dicho con otras palabras: Vázquez actúa en nombre de su gobierno; Kirchner actúa presionado por los vecinos de una ciudad; Vázquez defiende la soberanía nacional; Kirchner defiende la supuesta soberanía de una ciudad presuntamente afectada por una inversión.>

Creo que por muchas razones no conviene comparar este conflicto con el que vivimos hace más de veinte años en Malvinas. No es lo mismo una dictadura militar que un gobierno democrático, y Tabaré Vázquez no es Margaret Thatcher. Las diferencias con lo sucedido en Malvinas son tan claras que es innecesario enumerarlas, pero hay ciertas constantes de la política exterior argentina que parecen reiterarse más allá de diferencias e intenciones. La primera, es esa capacidad increíble que tenemos para ponernos a todo el mundo en contra. La segunda, consiste en la tendencia a transformar nuestras ilegalidades internas en el fundamento de nuestra política exterior.>

Respecto del consenso externo, habría que decir que lo que nos ocurrió en las votaciones internacionales se parece más a un papelón que a una derrota. Todos están equivocados, menos lo asambleístas de Gualeguaychú. Solos contra el mundo parece ser la consigna argentina. En el camino, las reivindicaciones originales van quedando atrás, porque ahora más importante que defender al medio ambiente es atacar a las empresas multinacionales.>

Por esta senda el próximo capítulo estará escrito con indisimulable tono chauvinista y a nadie le debería llamar la atención que se empiece a vivir el conflicto con la pasión primaria de un partido de fútbol, en el cual los uruguayos sean los sucios, feos y malos. Es verdad que Kirchner ha tratado en su último discurso de eludir esta tentación, pero lo que ocurre es que este conflicto no lo maneja Kirchner, lo manejan los asambleístas, y el presidente lo único que hace es correr detrás de los acontecimientos.>

En la Argentina se sigue discutiendo la metodología de lucha empleada por los piqueteros. Ciertas modalidades de protesta pudieron haberse justificado cuando estalló la crisis económica, pero en todos los casos se entendió que era una metodología ilegal, válida para situaciones excepcionales. El problema es que lo excepcional se ha ido transformando en regla y en la actualidad cualquier sector social que quiera hacer oír su protesta -desde el derecho a comer a la exigencia de que le entreguen una botella de vino para Navidad- lo resuelve cortando las rutas ante la pasividad, la impotencia y a veces con la complicidad de los gobiernos nacionales y provinciales.>

Para D'Elía o Castells la actividad piquetera ha sido un buen negocio; les ha permitido ganar cuotas de poder, mejorar sus condiciones de vida y transformarse en operadores políticos de diferentes aventuras. Estimulados por los buenos resultados de algunos, muchos se vuelcan a la actividad piquetera motivados, en más de un caso, por la necesidad, pero también por el afán de obtener beneficios rápidos, cuando no por razones ideológicas.>

Los ultraizquierdistas de la UBA -por ejemplo- no tiene hambre ni sed, supuestamente defienden un proyecto ideológico revolucionario y la metodología para hacer valer sus objetivos es la de boicotear las reuniones del Consejo Superior. Doscientos estudiantes deciden en nombre de 300.000, aprovechándose de las libertades que legitima el sistema y de las picardías de políticos burgueses y mañosos que se valen de los ímpetus juveniles para ganar posiciones políticas que no son precisamente revolucionarias.>

Pero hasta el año pasado la discusión acerca de la ilegitimidad de la actividad piquetera, la crítica a la decisión de un puñado de manifestantes de cortar una ruta nacional era un debate casero, una discusión entre argentinos, que en verdad debíamos soportar la mayoría de los argentinos. Gualeguaychú transformó un problema casero en un conflicto internacional. Ahora ya no se cortan las rutas para jorobar a los argentinos, sino para perjudicar a los uruguayos.>

Las responsabilidades por lo que está ocurriendo son diversas, pero el primero que debe responder por lo que está sucediendo es el gobernador de Entre Ríos, el señor Busti, el mismo que en su momento habló a favor de las papeleras y luego, por razones misteriosas (el lector atento sabrá cuáles son las claves de esas razones misteriosas) se transformó en un militante verde y alentó la movilización y la protesta ilegal.>

Al que le importe conocer por qué Busti hizo lo que hizo, que hable con Mario Benedetti o lea sus declaraciones de mediados del año pasado. Lo cierto es que la irresponsabilidad -para usar una palabra suave- de un gobernador, nos ha colocado a los argentinos al borde de un conflicto de desenlace imprevisible. El comportamiento demagógico del gobierno nacional, hizo el resto.>

Hace unos años fue el presidente Jorge Batlle el que promovió una agresión gratuita contra la Argentina, en sintonía con el discurso del FMI y los acreedores internacionales. En aquel momento era justo invocar el honor nacional agraviado por un mandatario incompetente, lengua larga y conservador. Nadie en su sano juicio puede comparar a Tabaré Vázquez con Batlle. Es verdad que la instalación de las papeleras fue un compromiso adquirido por el anterior gobierno, pero en cualquier país serio toda política de Estado se funda en la continuidad.>

Sólo a los argentinos se nos puede ocurrir reprocharle a Vázquez que continúe con un proyecto que representa una de las principales inversiones de su historia y que apunta -harían muy bien en recordarlo los progresistas criollos- a impugnar uno de los mecanismos de la dependencia económica, por lo menos tal como la planteaba la clásica teoría de la dependencia, cuando postulaba que el atraso de la periferia se debía a que importábamos manufacturas y exportamos materias primas. Si este principio sigue manteniendo validez, los vecinos de Gualeguaychú, y por extensión Busti y Kirchner, parecen adherir a la versión más rancia y anacrónica de la teoría de la dependencia.>

Especulaciones al margen, lo cierto es que la suma de imprudencias, torpezas, errores y malos entendidos han colocado a la Argentina al borde de una crisis internacional con un país vecino. Desde los tiempos de Juan Manuel de Rosas no teníamos problemas con Uruguay. Lo que se debería haber manejado con prudencia, racionalidad y buena voluntad, se hizo haciendo exactamente todo lo contrario. Los comportamientos demagógicos, la tolerancia a funcionarios corruptos, terminaron imponiéndose y allí están los resultados: solos contra el mundo, enfrentados al gobierno más progresista de la historia uruguaya y defendiendo una pureza ambiental, justamente un país como el nuestro, en donde a treinta cuadras de la Casa Rosada existe desde hace un siglo una cloaca infecta que se llama Riachuelo, o cuando en las orillas de los principales ríos argentinos la mayoría de las papeleras trabajan con sistemas que transforman a Botnia y a ENCE en abanderados de la causa verde.>