Cartas a la Dirección
Maurer a Pigna

Señores directores: Fines de otoño de 2005. Caminaba bajo los árboles de Saavedra, llegando a bulevar, cuando mi estado de ligero encantamiento fue interrumpido por una voz. "Señor, señor", llamaba. Me di vuelta y, como en un sueño, hacia mí venía una joven alta, fresca y esbelta: "No me digas nada: vos sos Sol", le dije. Adiviné, era aquella muchacha que el año pasado había pedido la pena de muerte para mí. Esa tarde conversamos un largo rato, parados, ahí, en la calle con el nombre del potosino conservador, esa joven inteligente y yo, sin mencionar el tema que nos separaba -Pigna-, y viví la sensación de que dos personas sin arrogancia puede dialogar amistosamente.

Y soñé, ¿qué nos impide a Felipe, a Sol y a mí formar un trío que salga a los escenarios a ofrecer el mismo número, pero con un final feliz y un mensaje de paz? La ilusión saltó en pedazos cuando, después, el profesor Pigna vino a Santa Fe, y me trató de "nabo". La ofensa determinó que, así las cosas, le haya mandado a decir que el agravio solamente se lavaba del modo que lo hacen los varones. Después me arrepentí: detesto la violencia y nunca le pego a personas con anteojos.>

Pigna nos intriga a todos, porque hay una cuota de nobleza en sus reacciones frente a críticas de un casi anónimo asalariado como este servidor. Puede seguir preguntando quién soy, como dice en su carta, pero perderá su tiempo: efectivamente nadie me conoce, solamente figuro en la guía telefónica.>

También es cierto que no cumplo con "las reglas mínimas de la crítica", ya que adhiero a la peligrosa idea de que el periodismo es una rama del espectáculo, es decir, más o menos lo mismo que Pigna hace con la Historia.>

Me denuncia por haber utilizado una expresión en francés, y tal vez sea necesario aclarar, al menos a Pigna, aquello que no debe ser aclarado, porque es como explicar un chiste de Fritz y Franz: pierde su poca gracia. No estaba siendo presuntuoso con la expresión en otro idioma, sino empleando un recurso paródico para producir un efecto irónico sobre la fatuidad. Pero los subtextos parecen escapar a Pigna, o de Pigna, lo que no es grave, salvo que esa limitación lo acompañe en su interpretación de la Historia.>

Ha invocado "el cariño de la gente y la alegría de los santafesinos", según la lógica de Scioli, Susana Giménez y el Burrito Ortega, y acusa a la periodista que cubrió la grabación de no reflejar el entusiasmo popular. Y dice que yo le "mandé" una "escriba" a "molestarlo y provocarlo". En su delirio paranoico, ofende a la trabajadora de prensa que no redactó la nota adecuada a su paladar de pavo real. Yo no "mandé" a nadie, y me parece que el verbo "mandar" y el sustantivo "escriba" son parte del lenguaje del poder que habla Pigna. Hasta Aníbal Fernández se habría avergonzado de semejante jerga.>

Sería más fructífero un análisis del éxito masivo de los productos de Pigna. A un país desencantado y ansioso de explicaciones desde 2001, le dice que la corrupción siempre existió y fue obra de villanos ungidos por la historia oficial. Ante el estigma, ofrece héroes que nos reconfortan como modelos. Felipe Pigna es el historiador apropiado de esta era kirchnerista de esperanza moderada y le debemos el restablecimiento de un debate saludable, aun cuando abone el pensamiento de derecha, en especial al omitir la lucha de clases en su interpretación del pasado. Sus personajes brotan de los repollos.>

Roberto Maurer.>

DNI: 5.935.305. Ciudad.>