Juan Carlos Rodríguez
-Intentamos hablar de tu imaginario y de tu poética. Sin dejar de ser lo que son, en alguna de tus obras la literatura se hace casi visible. ¿Eso es espontáneo o planeado?
-¿Mi imaginario?... Quizás para quien lo crea necesario o útil, la idea de dejar libre la imaginación sea una posibilidad; pero... para mí adquiere sentido sólo cuando soy capaz de relacionarme con el instante poético...>
No ideas, salvo en las cosas... Es decir, el aporte de ideas al trabajo creativo. Según Carlos Williams es una cuestión que sólo tiene sentido cuando está la cosa, cuando algo lo retuvo a uno. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que uno intenta trabajar como trabajan los poetas; si no existe el instante poético, el trabajo no es posible, ¿me explico? Picasso dice: "No busco... encuentro". He podido reconocer con alguna claridad cuándo aparece ese momento, que surge independientemente de mi voluntad, ocurre solamente y a veces suele albergar la esperanza de un principio.>
-Podemos hablar de la quietud inquietante que emanan tus obras.
-"Nada puede superar el misterio de la quietud", dijo Cummings. Ese instante del que yo hablo se relaciona mucho con esas palabras. Hace un tiempo iba caminando... era el atardecer... y fui retenido por el amarillo y la quietud de dos nogales. El talento del artista reside precisamente en poder concretar en el trabajo esos instantes. Muchas veces ocurre que ese estado de éxtasis, o como quiera decirse, llega pero no necesariamente se convierte en trabajo... Algunas veces suele pasar mucho tiempo y otras no sale nunca. En este caso de los nogales, el boceto fue escrito. Es una cosa que suelo hacer aunque normalmente un artista plástico dibuje. Allí decía: "¿Dorará mi otoño lento y prolijo los perfiles y cavidades que me contienen? Si este milagro se cumple, tal vez pueda compartirte nogal dorado, monte sagrado, donde una revelación ocurre y me detiene". Si existiera el milagro, imagino que debería parecerse al talento. En este caso mi talento no ha podido hacer el milagro de convertir en una pieza aquel instante que me retuvo.>