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Esa rubia debilidad. Si bien en todo el país se sirve cerveza de barril, Santa Fe es el único lugar donde se bebe el liso. El origen, la historia y otras curiosidades de esta bebida, un clásico santafesino.
Con cuello, y con espuma rebosante sobre el borde del vaso. Bien helada y, si viene con ingredientes, mejor. En Santa Fe, la cerveza se toma de diferentes modos pero, desde principios de siglo XX, el más elegido es el liso, un gusto arraigado que ya es referencia obligada de nuestra ciudad.
A la hora de reconstruir sus raíces, las voces se entrecruzan y le atribuyen diferentes historias. En ellas suenan apellidos tradicionales, costumbres olvidadas y otras renovadas. En suma, todo indica que esta bebida es un invento santafesino que responde al gusto refinado de sus consumidores, y al afianzamiento de un uso que se convirtió en hábito y hoy es parte de nuestra idiosincrasia.>
"En cualquier otro lugar, cuando se quiere beber cerveza se pide un chopp, que es servido en jarra de cerámica o de vidrio acanalado", opina Juan Pablo Barrale, de la Compañía Industrial Cervecera SA, más conocida como Cervecería Santa Fe.>
"En todo el país se sirve cerveza de barril, pero sólo en Santa Fe existe el liso, una denominación que se adoptó hace años en nuestra ciudad y que perdura", agrega.>
Barrale está en lo cierto, ya que el liso es cerveza que se envasa en barriles de hierro, para conservar sus propiedades y no cortar la cadena del frío. Pero, tal como lo advirtieron en su paladar los buenos bebedores, su composición es diferente a la envasada en botella, lata o cualquier otro recipiente.>
José Maciel, gerente de Operaciones de Planta de la Cervecería, aclara que el proceso de elaboración es el mismo, hasta que se divide en el envasado. "La cerveza de barril no es pasteurizada, un proceso que sí se realiza a aquella que se colocará en botellas. Esto es lo que garantiza la perdurabilidad del producto dentro de los seis meses próximos. El barril, en cambio, contiene cerveza fresca -recientemente elaborada- que, por no contar con este paso, debe consumirse dentro de los 45 días".>
Para Eberhard Mayer, un cervecero que trabajó en la planta de calle Calchines por más de 20 años, la cuestión es más simple: "Al no ser pasteurizada, la cerveza de barril dura menos pero es más fresca, porque está recién hecha. No tiene gustos secundarios como el que provoca la oxidación, que es propia del tiempo, ni un color añejo".>
Con la melancolía de quien no toma un liso desde hace rato, Mayer explica que, "además, cuanto más grande es el recipiente, se bebe más despacio y su contenido se calienta. El liso tiene una medida ideal, porque se puede tomar rápido y siempre está frío".>
Lugares y costumbres
La historia del liso se corresponde con el relato de costumbres de la Santa Fe de principios de siglo, en que las damas se abstenían de consumir bebidas alcohólicas y la cerveza era cosa de hombres.
Eduardo Bernardi -un empresario que pronto celebrará sus 86 años y que reúne historias de esta urbe en su obra aún inédita "La Santa Fe que yo viví"-, el liso surgió como conjunción de factores geográficos e históricos. Estos refieren a la presencia, entre los años 1920 y 1930, de dos cervecerías en la ciudad -la Santa Fe y Schneider-, y la San Carlos a unos treinta kilómetros. A ello se suma el emplazamiento del gran depósito de Cervecería Quilmes, que supo estar en calle Mariano Comas y 4 de Enero. "Su actividad era tal, que las vías del ferrocarril tenían un desvío especial para los vagones que venían cargados de cerveza desde Buenos Aires. De esta forma, una ciudad que tenía menos de 100 mil habitantes contaba con cuatro proveedores importantes de cerveza", precisa Eduardo.>
Por su parte, Jorge Reynoso Aldao sostiene que todo comenzó a partir de la promoción comercial de estas cervecerías. "Hasta ese momento, la gente era aficionada a las bebidas fuertes, la cerveza era una novedad. Una de las primeras chopperías de la ciudad fue Gambrinus. Era de la familia Spengler y estaba sobre calle San Martín, que todavía tenía adoquines de madera".>
Jorge cree que esta confitería "fue de las primeras en imponer la cerveza, en momentos en que la gente tomaba copetines y bebidas blancas".>
Gambrinus fue una pionera, pero no la única. También estaba La Cuevita en la esquina de San Luis y Santiago del Estero, junto a las vías; El Pilsen, en San Martín 2650, con grandes salones y un patio de estilo español con una fuente con mayólicas; y La Choppería Alemana, en La Rioja y 25 de Mayo, que acompañaba el chopp con una amplia variedad de fiambres alemanes.>
En Tucumán, entre San Martín y San Jerónimo, estaba El Derby; en San Luis y La Rioja el Atlantic -frecuentado por marineros de barcos de ultramar que llegaban a estas tierras-; y La Modelo, sobre Mendoza, entre San Jerónimo y San Martín. "Por entonces, la cerveza se tomaba en jarritas de vidrio moldeado, el chopp. Pero, como eran caras, poco a poco se las reemplazó por una copa de textura lisa, que se usaba para servir vino, Over o gaseosas", recuerda Bernardi.>