Por las dudas

abolir. Derogar una ley, precepto o costumbre. Aunque tradicionalmente se ha considerado verbo defectivo, ya que solían usarse sólo las formas cuya desinencia empieza por i, hoy se documentan, y se consideran válidas, el resto de las formas de la conjugación: "Se abole la pena de muerte" (VV. AA. Grupo, Esp., 2001); "Los nuevos poderes abolen la soledad por decreto" (Paz, "Laberinto", Méx., 1950-59). Como se ve en los ejemplos, es verbo regular: abolo, aboles, etc., y no abuelo, abueles, etc.

caparazón. Cubierta externa y dura, especialmente la que protege el cuerpo de algunos animales. En la norma culta de España es siempre masculino: "El caparazón de la tortuga había sido pintado de carmín" (Mendoza, "Ciudad", Esp., 1986); pero en gran parte de América, especialmente en los países del Cono Sur, el femenino es normal en la lengua culta: "Se llevó al oído la caparazón del caracol", (Najenson, "Memorias", Arg., 1991). enervar. Aún conserva el significado etimológico latino de debilitar o relajar: "Viéndolo tan tranquilo y enervado disfrutando de la música, hicieron confianza" (Rubin, "Rezagados", Mex., 1991); pero hoy se emplea más frecuentemente con el significado de excitar o irritar, sentido que el francés añadió a esta voz en el siglo XIX, de donde pasó al español: "Voy a tratar de seguir contándoselo de una forma suave [...]. Pero me enerva, no puedo evitarlo, esa actitud de sorna y desconfianza" (V. Matas, "Suicidios", Esp., 1991). Es uso asentado en la norma culta y debe considerarse aceptable. Con este sentido, por tratarse de un verbo de "afección psíquica", dependiendo de distintos factores, el complemento de persona puede interpretarse como directo o como indirecto: "La enervaba María Bernal", (Aguilar, "Error", Mex., 1995); "Tus preguntas normales le enervaban" (Morales, "Lógica", Esp., 1990).