Temas para la reflexión

La violencia en los niños, un síntoma para escuchar

Detrás de la violencia, un mensaje no escuchado que va más allá de las acciones familiares o de un problema educativo. >Foto: Archivo/Télam . 

El comportamiento de los menores invita a interrogantes y a indagar sobre las causas. Los modelos de la sociedad posmoderna. La subjetividad que se expresa en una agresión salida de "madre".

Un niño perteneciente a un hogar de clase media rompe un juguete que le habían regalado sus abuelos y que él deseaba. Chicos de la zona ribereña, que tienen como aliado al río, juegan con las boyas hasta inutilizarlas como tales. Otros, que tras su jornada de deportes en el colegio al que asisten, atentan contra una obra escultórica ubicada en la plaza lindante. Situaciones distintas y un interrogante en común, ¿por qué rompen? ¿Por qué destruyen lo que encuentran a su paso? ¿Qué es ese impulso que aún perdura después de haber desarrollado una actividad física que teóricamente los debería haber "descargado"? ¿Tanto es el disconformismo que llevan adentro? ¿Tal es el silencio al que está sometido el niño de hoy, para que su obrar sea destrucción, a veces por la destrucción misma?

Frente al desconcierto de los padres y mayores -incluidos los periodistas-, la Dra. Marcela Romero, psicoanalista, sostiene que esta respuesta es un síntoma que debe ser leído como la expresión de la subjetividad del niño o del adolescente que nos interpela; que se siente cada vez más vigilado y que no tiene libertad de elección frente a los paradigmas planteados desde la sociedad.>

Cuando la agresividad natural del sujeto pasa un límite hablamos de violencia. Las respuestas nos remiten a una interpelación respecto de la civilización posmoderna que ha orientado sus paradigmas hacia un mayor consumismo y a la necesidad de contar con sujetos cada vez más programables, es decir cada vez más previsibles.>

"Debemos escuchar lo que nos están diciendo con esta violencia", dice la terapeuta.>

Como en pocas épocas, en la actual, se observa la intención de las familias de satisfacer los deseos de los hijos y de cuidar por su seguridad, alegamos. "Pero, actualmente, los niños cargan sobre sus espaldas el peso de ser los sujetos constitutivos de la familia; ésta se forma a partir de ellos y no de la pareja como ocurría en siglos anteriores", explica Romero. "El llevar sobre sus espaldas el discurso parental es un peso demasiado grande para el niño", sostiene a continuación.>

El tema llama a la reflexión y caben respecto de él distintas interpretaciones. Una visión es a partir de la teoría psicoanalítica a la cual adhiere la profesional consultada.>

Sin distinciones

-¿Por qué encontramos tanta violencia en los niños de hoy y esto ocurre sin diferencias de grupos sociales o de condiciones de vida?-En primer lugar debemos decir respecto de la violencia que estamos viendo, que no está recluida en un grupo social marginado sino que la observamos en niños de todos los niveles sociales y educativos. Por lo tanto, no es una cuestión de educación solamente sino que tiene que ver con otros factores. Si no tendríamos que decir que, supuestamente, en chicos que concurren a colegios en los que se imparte una educación importante no deberíamos ver este tipo de conducta.La cuestión es no pensar que la educación lo puede resolver todo. En este caso el psicoanálisis es importante en cuanto a lo que aporta y a su análisis, en que hay que pensar qué le pasa al sujeto y por qué. Hay un sujeto que nos quiere expresar algo de su subjetividad de esta manera violenta. Es significativo enseñarles que "esto no se hace" pero hay que ir mucho más allá y preguntarse sobre las causas.Hay dos parámetros para analizar este fenómeno: por un lado la cuestión subjetiva propia del sujeto donde la agresividad es una cuestión natural y normal en él. Todos tenemos -Freud lo marcó muy bien- lo que los psicoanalistas llamamos la pulsión de muerte, así como tenemos la pulsión de vida. A la agresividad, entonces, la tenemos que ver como una cuestión innata del sujeto que muchas veces nos sirve para huir de ciertas situaciones o de tener ciertas conductas de defensa frente a hechos que nos agreden. Si fuéramos absolutamente pasivos y buenos o si estuviéramos sólo comandados por la pulsión de vida, primero, nunca nos moriríamos pero tampoco nos podríamos defender. La agresión se sostiene en distintas expresiones: tiene que ver con los celos, con las envidias, con todas las cuestiones propias del sujeto y con las cuales tenemos que convivir. -Pero habrá un nivel de agresividad "normal" que también significa un límite. -La agresividad es algo con lo cual convivimos subjetivamente y que tiene que ver con otro elemento importante y que Lacan lo señala: la "conformación del yo". Es decir, esta relación que tenemos con un semejante, con el otro, está siempre de alguna manera atravesada por una cierta agresividad. Esta que es natural tiene sus límites. -¿Qué pasa cuando esa agresividad natural se sale de "madre"?-Cuando se sale de "madre" y cuando intenta dañar al otro. En el psicoanálisis vemos este fenómeno como un síntoma real. Cuando el sujeto necesita expresar algo de sí mismo a través de la agresividad al otro, a través de esa necesidad de destrucción o de hacerle daño, es cuando se transforma y se instala socialmente. Es un síntoma de un cierto malestar del sujeto, que algo le está pasando porque necesita expresar la necesidad de dañar. Aquí estamos ante una acción sintomática.Entonces tenemos dos vertientes. Por un lado esta cosa de la subjetividad y por otro lado, el fenómeno demanda una lectura más amplia. Nosotros decimos: hay que hacer una clínica de la subjetividad y una clínica de la civilización. No podemos analizar estos fenómenos que de por sí se manifiestan socialmente si el psicoanálisis no intenta hacer una lectura de la civilización, es decir de lo que pasa. A este síntoma lo ubicamos en relación con la civilización actual.Entonces, pasamos al tema de la violencia como síntoma del malestar de la cultura.

Lo que actualmente nos trasmite la civilización

-¿Tiene que ver con la falta de expectativas de vida?

-Con varias cosas. Por ejemplo, hay que analizar en qué momento se halla el sujeto frente a lo que la sociedad le impone.>

De alguna manera, hay un programa en la civilización -voy más allá de la sociedad- donde, Lacan lo expresa un poco en difícil, hay una "máxima kantiana". Hay algo que se transmite al sujeto desde la civilización y es que éste debe ser cada vez más consumista; hay un empuje a pensar que el sujeto tiene que gozar de una determinada manera. Y, por otro lado, ser cada vez más programable.>

A través de los medios de comunicación, incluida la televisión, se ha ido construyendo un cierto programa para que responda a determinados estímulos y, aparte, se lo vigila constantemente. El tema de la vigilancia y el control. A propósito de las jornadas anuales de la Escuela de Orientación Lacaniana, Eric Laurent dio una conferencia en Buenos Aires y comentaba toda esta programación que se hace desde la civilización hacia la orientación de un sujeto.>

-¿Usted cree que un niño posee capacidad de abstracción para comprender su inclusión en una programación más general?-No, para nada. La idea es que hay una tendencia a que la gente tome ciertos ideales sociales y los haga suyos.Si hacemos un análisis, por ejemplo, desde el discurso jurídico podemos ver cómo actualmente, a diferencia de lo que ocurría hace 100 años más o menos, lo que instituye la familia son los niños. Antes, en los años 1800, la cuestión estaba basada en la pareja: la época del romanticismo. ¿Por qué me refería al discurso legal? Porque las leyes van evolucionando a medida que la civilización y la sociedad las van reclamando y eso nos da una pauta de los ideales en cada momento.Actualmente, podemos ver que la familia se constituye en función del niño. No me refiero a niños en situación de marginalidad porque el análisis sería otro. Me refiero a aquellos que tienen acceso a cierto nivel económico, al consumo y la programación, me parece importante situar este peso del ideal que se pone sobre ellos.Sucede que esto le produce al niño un peso demasiado grande sobre sus espaldas, es decir, el llevar el discurso de la familia. Es algo que el niño no tiene por qué hacerlo, sino que es una imposición del lado de la civilización, del lado de lo cultural y social. O respecto de los ideales de aprendizaje: llegar a ser un individuo libre, autoconciente, todas estas cosas orientadas a determinar cierto modelo de sujeto.Lo que estoy tratando de decir es que es esto lo que produce violencia. De alguna manera, el peso de esta programación del discurso de la ciencia que tiende a determinar a los sujetos o hacer determinados modelos para que la gente responda a ellos. ¿Qué hay detrás de ello? El modelo consumista es el que sobresale, lo que el sujeto posmoderno debe hacer desde la niñez. Consumir, consumir y consumir y a través de ese consumo de todo lo que ofrece la tecnocracia, lo que no hay es una interpelación de lo que él quiere. No hay una posibilidad de que el sujeto se pueda expresar. En su lugar, hay una imposición de cuestiones y de conducta.

Algo de su subjetividad

-Pero los niños y adolescentes plantean sus desacuerdos permanentemente...

-Sí, por supuesto, es la manera que tienen los niños y los adolescentes de expresar algo de su subjetividad. Lo que estoy diciendo es que hay que poder escuchar ese síntoma de la violencia y no suprimirlo.>

-¿Cuáles serían las soluciones?-Poder darle un lugar en cada grupo social para expresarse. Lo que propone el psicoanálisis es escuchar al sujeto desde esta dimensión. No desde la dimensión de ponernos a decir a otros qué es lo que hay que hacer. Hay que imponerse en el sentido de decirle "esto no se hace" -la problemática de poner límites es importante- pero también escucharlo respecto de por qué lo hace. Es decir, ver el tema desde otro lugar. -¿No tiene que ver con los cambios en las relaciones de afecto que sienten los niños?-El niño es dependiente de todo lo social y de lo afectivo que lo rodea. Pero si estamos hablando de una familia que hoy en día está fuertemente atravesada por el individualismo, con el empuje al poder, al prestigio, a la obtención de bienes materiales, es lógico que el sujeto esté orientado y la pareja -que es la que le va a dar la mano al niño, va a contenerlo y va a ayudarlo- también ocupada por estas cuestiones, el niño está solo frente a su subjetividad. Hay un acrecentamiento también de las soledades que hace que este otro ideal se meta mucho más. Tomemos en cuenta, por ejemplo, las horas que el chico pasa frente al televisor o esta cuestión de pasividad de los sujetos frente a ella. Cómo se ha ido dejando de lado la lectura y otras actividades, es decir, la elección del sujeto.Hoy observamos que lo que hace un niño es lo que hacen todos los niños. No digo que no haya excepciones, pero lo que quiero marcar es la tendencia a la homogeneidad, una tendencia a que todos hagan lo mismo y que de alguna manera estén llevados hacia lo que es un programa de la civilización. El sujeto, ¿qué es lo que tiene para expresar esa disconformidad? Porque la violencia es hacia ese otro que le impone una forma de vida. No estoy haciendo una apología de la violencia, sino que es necesario poder escuchar esto como un síntoma. Poder preguntarnos qué nos pasa como civilización, como sujetos que estamos todos en la misma, que nuestros niños están expresando cosas a través de esto: su subjetividad.

Perfil

La Dra. Marcela Romero es psicoanalista. Hace consultorio y trabaja en la formación de un grupo de trabajo en el área de Salud Mental de la Facultad de Medicina. Además, tiene una activa participación en la Escuela de Orientación Lacaniana y en el movimiento lacaniano.

Teresa Pandolfo