La aventura de volar en la Argentina

A nadie debería llamarle la atención que en Aeroparque o en Ezeiza se produzca en cualquier momento un estallido parecido al que en su momento conmovió a la estación de trenes de Constitución. Si así fuera sería lamentable, pero al mismo tiempo, previsible, ya que es esperable que la sociedad reaccione con violencia cuando periódicamente se ve sometida a malos tratos por parte de funcionarios, ejecutivos y caciques sindicales.

Tal como informan los medios de comunicación, periódicamente los pasajeros deben postergar el viaje por horas. Las imágenes del público en las salas de los aeropuertos durmiendo en el suelo o en los sillones de las galerías, son tan habituales como elocuentes. También es previsible el malhumor de hombres y mujeres que necesitan viajar. Lo más grave es que estas personas nunca son informadas como es debido. Ni las empresas ni los delegados sindicales se toman la molestia de poner en conocimiento del público sus cambiantes decisiones. Por ese motivo, días atrás algunos pasajeros agredieron a empleados de Aerolíneas Argentinas, un acto deplorable que si bien no se justifica, puede explicarse en el contexto de irregularidades en que estos episodios ocurren.>

Si los estallidos de violencia individual deben criticarse, mucho más debe focalizarse la conducta de diferentes facciones sindicales que operan en los aeropuertos y que a diario maltratan a los pasajeros, quienes son rehenes constantes de sus estrategias frente a las empresas y el Estado.>

Desde que Kirchner asumió la presidencia, la conducta de estos sectores se ha ido desbordando. Un clima de perniciosa conflictividad asfixia a la actividad aeronáutica, caracterizada por el cierre de empresas, la falta de inversión, los paros de trabajadores y la indignación de los viajeros.>

Respecto de las medidas de fuerza, hay que advertir sobre la relación implícita entre una legítima demanda gremial y la responsabilidad por el servicio social que se presta. E importa señalar al respecto que muchas medidas no obedecen a reclamos genuinos, sino a luchas facciosas entre sindicatos.>

Como bien lo señalara un funcionario nacional, la situación es tan delicada que se corre el riesgo de poner en estado de emergencia el transporte aéreo en la Argentina. Es verdad que las últimas suspensiones de vuelos se debieron a causas meteorológicas, pero lo cierto es que siempre hay una razón para que el sistema no funcione como corresponde. Sus consecuencias golpean a los pasajeros en general y le están provocando un enorme daño a la industria del turismo, al punto que ha bajado el número de extranjeros que visita el país.>

Es obvio que la imagen internacional sufre inexorablemente. Sin ir más lejos, hace unas semanas organismos de control aéreo advirtieron sobre los peligros que afrontan los vuelos en la Argentina.>

Parte se corregirá con la llegada e instalación de los anunciados nuevos radares. Pero el aspecto humano y el accionar gremial presentan muchas aristas críticas.>

Si no se los aborda en serio, tarde o temprano se producirá la catástrofe que muchos anuncian o la reacción violenta de pasajeros hartos del manoseo y la humillación.>

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