Industrialismo exportador

Eloy Rodríguez

Con la asunción del nuevo Ministro de Economía, Miguel Peirano, se reinstaló un concepto de tribuna atávica, impactante, inclusivo, desarrollista, primer mundista, salvador, convincente, y todo lo que representa, en un dialéctica electoralista, el alcance del término industrialización.

El privilegiado sector destinatario de tanta arenga proselitista, agradeció el mensaje y saludó con beneplácito la posibilidad, conforme a una parcial interpretación, de la llegada de un modelo de república representativa de sus intereses. Un modelo patrimonial, de concentración económica, de mercados cautivos, de lobbies, monopolios, oligopolios y dumping.>

La falta timing oratorio de la candidata presidencial hizo recordar una disputa de los años cincuenta: industria vs. campo, derecha vs. izquierda (según Ortega y Gasset "ser de izquierda es como ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil, pues ambas son formas de hemiplejia moral").>

Cuando parte de la estupefacta audiencia pensó en velar los restos de la célebre frase de una canción partidaria que dice "combatiendo el capital", la postulante a la primer magistratura se pronunció en pro de una nación industrialista edificada sobre los cimientos agrícolas ganaderos. Para llegar a tan lógica conclusión, discurrió en comparaciones sin una base de medición racional, porque si bien por una tonelada de grano ingresan al país u$s 300 y por una tonelada de maquinaria la cifra asciende a u$s 10.000, para llegar a estos últimos hacen falta los primeros que, generalmente, provienen de la exposición de un trabajo sometido a todo tipo de riesgos, sin dejar de lado el mayor esfuerzo del más débil por permanecer en un contexto adverso, de todo tipo.>

Hablar de industrialización en la actual trama argentina es, al menos, sólo una expresión de deseo, porque previo a esta estadía habrá que resolver la crisis energética, observar el resultado del Plan Oficial de Energía total a través de los subsidios a las petroleras, por 930 millones de pesos para intentar sustituir el consumo de gas natural y/o electricidad por red por el uso de otras alternativas (gasoil, fuel oil y otros), recordar el fracaso de PURE (Programa de Uso Racional de la Energía) que, en el 2004 aplicó fuertes restricciones a la industria), instalar las turbinas compradas súbitamente y convivir con las carencias hasta 2009.>

También falta remediar el equilibrio en la próxima década entre la óptima dirección exportadora de la agricultura y las no tan buenas noticias previstas para la ganadería (están los que dicen que en setiembre comenzará a faltar carne). >

Y como si fuera poco, en tiempo y en espacio, falta encontrar la justa rentabilidad de todas las cadenas agropecuarias, porque en este país los únicos que siempre perdieron fueron los extremos de los eslabones de valor: el productor y el consumidor. Los grilletes finales, los exportadores, han agiotado y han hecho lobbies con aquellos oficialistas que dicen oponerse a su accionar. >

El agro tendrá que crecer acompañado con la seguridad jurídica que le permita conjugar la previsibilidad, que el valor de un proceso de formación de capital de cuatro o más años no se envilezca vituperado por la nula inversión y los contratos propuestos por los pooles especulativos.>

Era una buena oportunidad para hablar de un país agroindustrial, campo e industria en conjunto, sin apropiación de rentas, con equivalencias de utilidades y sin predominio de los intereses industriales.>

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