¿Orientación vocacional o construcción de un futuro?

¿De qué se trata la orientación vocacional? ¿Del nombre de una carrera, que desde ciertos datos obtenidos a través de técnicas objetivas, el orientador concluye que es la más acertada para quien consulta?

¿Se puede pensar que una decisión tan importante en la vida de una persona, termine siendo decidida por otro, u otros? O, más bien, ¿se trata de un proceso del cual cada uno debe apropiarse y atravesar singularmente?

Esta elección, que normalmente se da en la adolescencia, finalizando el ciclo secundario o polimodal, está acompañada de procesos de cambios, de pérdidas, de crisis y reacomodamientos, de rupturas con lo infantil y conocido y de ingreso al mundo adulto, donde el estudio y el trabajo son entendidos como medio y forma de acceso.

No se trata tan sólo de definir qué hacer, sino también quién ser en el futuro.

Es importante que quien elige no se limite a elegir pasivamente una carrera sino permitirse atravesar un camino en construcción en términos de proceso, una posición activa de búsqueda. Búsqueda que derivará sobre con qué y en qué trabajar y para qué hacerlo. Pensando su vida en un sentido constructivo, eligiendo un cómo, delimitando un cuándo y un dónde. Proceso que no se transita sin contradicciones ni dudas.

Está definiendo quién ha de ser, también quién deja de ser. Está eligiendo dejar de ser adolescente, dejar de ser otro profesional, y en la medida que elige deja y esto supone conflictos.

Este proceso se realiza dentro de un complejo entramado entre lo personal, lo familiar, lo social, lo cultural, lo económico, lo político y lo laboral. Tratándose de un juego dialéctico entre lo subjetivo y la realidad objetiva.

Desde lo personal, el sujeto tiene una historia de identificaciones y vínculos que han de ir gestando una singular forma de ser y hacer en el mundo desde el cual se relaciona consigo mismo, con los objetos y con otros sujetos. La elección de una profesión o de un trabajo moviliza todos estos entretejidos en un continuo. No como una decisión aislada que surge en un determinado momento, sino como un proceso en desarrollo en que cada etapa adquiere un particular significado en relación a la que le precede y a la que le sucede.

Desde lo social vivimos una etapa de profundas transformaciones políticas, económicas, históricas y socioculturales. Las nuevas formas de distribución del poder y de los bienes han producido cambios en la manera de posicionarse de los individuos en el orden social. Estos cambios no han dejado de impactar en las problemáticas y elecciones vocacionales.

Las características de la sociedad en la que vivimos se centran en el predominio de la economía de mercado, con el consecuente aumento de las iniciativas privadas, en contraposición de la búsqueda del bien común. Se generaliza la crisis de valores y se impone el individualismo como modo de estar en el mundo. El sujeto queda atrapado en la búsqueda de placeres inmediatos, influenciado por las tendencias consumistas, que lo insumen en un profundo desinterés y apatía: nada de lo que se le ofrece parece gratificarlo.

La oferta educativa superior se amplia y diversifica cada vez más. Los sistemas de información acerca de las nuevas posibilidades de estudio resultan insuficientes, la relación entre estudio y trabajo ya no es tan clara. Y el desempleo surge como el fenómeno social más preocupante de todos los países. En este contexto, adolescentes y jóvenes se sumergen en la incertidumbre y el escepticismo. Cuando el presente es incierto, el futuro produce confusión y bloqueo.

Es una ardua tarea la de definir una elección propia dentro de un mar de contradicciones y coincidencias entre los dictados sociales, con sus sistemas de valores, gratificaciones y prestigios, diferentes en cada sociedad en particular; los deseos y mandatos familiares, las satisfacciones e insatisfacciones laborales y profesionales de personas significativas para el adolescente, los ideales, la influencia de sus amigos y compañeros; como así también los duelos por lo que se pierde al elegir.

La intervención en orientación vocacional se realiza dentro de un complejo campo, en el cual el sujeto debe elegir dentro de un contexto particularmente difícil.

Consiste en acompañarlo en el camino de reconocimiento de su propia historia; en los miedos, dolores y culpas que le genera la ruptura con el orden establecido al tiempo que intenta encontrar uno nuevo que le resulte adecuado; como así también, en las posibilidades y limitaciones que puede encontrar en esa búsqueda.

Se convierte en un espacio en el que el sujeto puede interrogarse sobre sí mismo, su lugar en el mundo, su relación con los otros, la manera en que quiere ingresar al mundo del servicio y del trabajo y el sentido que desea otorgar a su quehacer. Propiciando una elección a través de una decisión propia y singular; promoviendo una integración lo más armónica posible entre la propia subjetividad y de la realidad social, educativa, laboral, económica; buscando adaptaciones, instrumentos y estrategias eficaces para la inserción en el mundo, de manera productiva.

Este proceso no tiene un tiempo, ni un espacio, ni una modalidad predeterminados, pues se trata del tiempo, del espacio y del modo de cada sujeto, que se construyen en una relación intersubjetiva.

De lo que se trata es de construir un proyecto de manera creativa elaborando los conflictos, identificando los propios gustos, intereses y aspiraciones. Tratando de hacer coincidir sus gustos y capacidades con las oportunidades exteriores.

María Jorgelina de Azcuénaga y Silvina Carmona (*)(*) Psicólogas