PESEBRE EN LA PARROQUIA SAN JUAN BAUTISTA
Figuras que dan emoción a la Natividad
Hasta el 13, se puede conocer el pesebre de la San Juan Bautista formado por 70 figuras distribuidas en un espacio de diez metros de frente, cuatro de profundidad y tres de alto.

La parroquia San Juan Bautista -Ituzaingó y Sarmiento- está intentando contribuir a recuperar la emoción de la representación de la Navidad, por eso en el interior de su edificio alberga un pesebre de importantes dimensiones. Se trata de setenta figuras ubicadas en un espacio de diez metros de frente, por cuatro de profundidad y tres de alto. Allí puede verse, rodeado de montañas y palmeras, el pesebre y en él al Niño, la Virgen María, San José, la Estrella, el Ángel, los pastores, los reyes con sus camellos, el burro y el buey.

Como en los primeros tiempos, el pesebre de la Parroquia San Juan Bautista va enriqueciéndose: para la Navidad del año 2006 adquirió las doce figuras principales, y en esta Navidad 2007 se ha agregado otra cantidad destacándose los tres camellos de los reyes, confeccionados con minuciosos detalles.

La comunidad parroquial invita a los santafesinos a conocer el pesebre que estará en exhibición hasta este domingo.

PESEBRES

Recientemente el Papa Benedicto XVI instaba para que, frente a una cultura consumista que tiende a ignorar los símbolos cristianos de las fiestas navideñas, los católicos se preparen para celebrar con alegría el nacimiento de Jesús, transmitiendo a las nuevas generaciones los valores de las tradiciones que forman parte del patrimonio de nuestra fe y cultura. El principal símbolo navideño es el pesebre.

Desde los primeros tiempos de la Cristiandad los pesebres estaban constituidos por las figuras principales del misterio. El pesebre más antiguo del que se tiene registro fue del año 343 y presentaba a la Virgen María, San José y el Niño Jesús en una cuna acompañado por las figuras del asno, del buey y de algunos pastores.

Con la finalización de la persecución de los cristianos el auge de la demostración de la fe fue creciendo con la inclusión de nuevos personajes; de la mano de grandes artistas, con los materiales más variados: desde el barro, la madera o el plomo, se recrearon las escenas del Nacimiento. Ya en el siglo IV aparecen las figuras de los tres Reyes Magos.

Fue San Francisco de Asís quien popularizó la costumbre de armar un pesebre. En su viaje a Belén, en el año 1220, quedó asombrado por la manera en que se celebraba allí la Navidad. Entonces, cuando regresó a Italia, le pidió autorización al Papa Honorio III para representar el nacimiento de Jesús con un pesebre viviente. Luego, los padres Franciscanos lo trasladaron desde Italia a España; Carlos III, que era muy religioso, estimuló a los artesanos para recrear los pesebres, y hasta él mismo interviene en la creación de las figuras de su propio Pesebre.

Durante la Edad Media, con la protección de los mecenas y el apoyo de los clérigos la creatividad de los artistas se volcó a reproducir los temas Bíblicos y exponerlos en las iglesias.

Desde España se trasladó hacia el Nuevo Continente. Con el correr del tiempo dejó de ser propiedad de los palacios para enriquecerse en la representación emotiva de los hogares, aumentando en su aspecto escenográfico y en la localización de los ropajes de las figuras según la ciudad. En ese momento, los pesebres eran tesoros familiares celosamente custodiados, y el orgullo de cada familia que los presentaba el 25 de diciembre a familiares y amigos.