Cartas a la dirección

Lo que el viento se llevó

Señores directores: Al término de la Segunda Guerra Mundial estábamos entre los nueve países más prósperos de la Tierra. Con Japón y Europa destruidos, ávidos de nuestros cereales y nuestras carnes, el futuro se nos presentaba dorado. En educación y cultura éramos primeros en Latinoamérica y recuerdo a Perón cuando dijo que no se podía caminar por los pasillos del Banco Nación debido a los cajones de oro que contenían. Algo habrán hecho los prohombres que nos gobernaron desde entonces para lograr este mísero presente. Países como Israel, Singapur o Taiwán nos fueron desplazando a los últimos puestos, mientras nos decían que no éramos ni capitalistas ni comunistas, sino tercermundistas, una perífrasis de pordioseros.

Y fueron apareciendo las crisis que siempre producen dos efectos seguros: excitan la credulidad mística y la afición a la timba. En una sociedad como la nuestra, dramáticamente paupérrima en materia cultural, la mayoría carece de criterio propio y cualquiera puede escribir tilinguerías rencorosas, alertándonos que por "las venas abiertas de América Latina" nos succionan nuestra riqueza, olvidando que jamás tuvimos una tradición libertaria y estamos acostumbrados a reconocer como legítimos gobernantes a caudillos, a émulos de Mate Cosido, a corruptos apátridas, a deschavetados, a faranduleros que privatizaron parte de la economía para evitar la bancarrota fiscal, pero que nada de neoliberalismo tenía porque ningún país capitalista hace un "corralito" con el dinero de la gente.

Desde largo tiempo venimos viendo que cualquier Quasimodo que logre meterse al partido oficialista en el bolsillo, éste se encarga de presentarlo como el Leonardo Di Caprio criollo. Se han elegido gobernadores artistas o deportistas, pero como seguimos estando más cerca de la guitarra que del arado, nos identificamos con ellos. Todavía seguimos viendo por los medios a viejos políticos que fueron un desastre en su gestión, verdaderos "pollos al spiedo" que siguen dando vueltas a pesar de lo quemados que están.

Ahora le denier cri en Latinoamérica es buscar el futuro en el pasado. San Martín, Bolívar y otros patriotas vivieron una época que se iluminaba con velas. Ni fumando opio podrían haber imaginado un mundo con naves interplanetarias o comunicaciones satelitales. Como dijo acertadamente el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, "pareciera que fuéramos guiados por muertos". Quienes formamos parte de otra generación de adultos estamos agobiados por la superproducción de pavadas que venimos escuchando. Tenemos la obligación de denunciar que el espejo que le hemos ofrecido a nuestro pueblo está empañado de antivalores, que estamos careciendo de una educación que nos permita la recuperación de los valores éticos. Fuimos despojados del civismo y hoy somos una sociedad desmembrada, empantanada en una ignorancia que jamás vimos antes, irrespetuosa de las leyes, las ordenanzas y la vida del prójimo.

Eugenio J. Bonateau

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