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Su inventor fue Martín Cooper
El celular cumple hoy 35 años
El primer modelo pesaba 800 gramos y soportaba 30 minutos de comunicación como máximo. Hoy concentran todo tipo de funciones multimediáticas y superan en número a los aparatos fijos.

Era feo, negro, cuadrado y pesado como un adoquín, y caro como una joya, pero casi de inmediato, aquel primer teléfono celular se convirtió en objeto de deseo de multitudes.

El 3 de abril de 1973, el estadounidense Martín Cooper, gerente de Sistemas de la empresa Motorola y considerado padre de la telefonía celular, anunció su nacimiento: el llamado "ladrillo" pesaba 800 gramos y tenía capacidad para treinta minutos de comunicación.

A 35 años de entonces -un suspiro- los celulares se convirtieron en algo imprescindible como un reloj despertador.

Y hasta lo suplantaron: hoy sirven para despertarse, calcular, llamar a los bomberos, escuchar MP3, ubicar a una persona y seguirla, conectarse a Internet, mandar e-mails y mensajes de texto, ver tele, transmitir videos. Ah, y también para hablar.

Pero no es todo: ahora caben en el bolsillo de la dama o el caballero, abultan la mitad de un paquete de cigarrillos, pesan menos que un zapato, cuestan algo así como dos almuerzos y luego, mensualmente, apenas si la décima parte de la cuota de un colegio primario de mediano status.

Una larga investigación

Aunque lo inventó Cooper, la base del sistema surgió en 1947, cuando en Estados Unidos los investigadores de los Laboratorios Bell pusieron su atención en los primitivos teléfonos de radiofrecuencia usados en los móviles policiales.

Se percataron de que el uso de pequeñas áreas de servicio (celdas o células) y la reutilización conjunta de frecuencias en otras celdas no vecinas, permitiría un incremento sustancial de la capacidad de tráfico de esos aparatos.

Pero como aún no existía la tecnología necesaria, la idea sólo pudo materializarse en los 70, cuando la tecnología evolucionó en el área de las telecomunicaciones hacia los sistemas de conmutación controlados por computadoras, los circuitos integrados y la tecnología digital, base de la tecnología celular actual.

A pesar de que en un principio fue concebido únicamente para la voz, hoy el celular es capaz de brindar otros tipos de servicios, como datos escritos, audio, video y toda suerte de aplicaciones relacionadas con la banda ancha, lo que lo ha convertido en una herramienta primordial para todos.

¿Cuántos celulares pululan hoy por el mundo? La cifra es inconmensurable: una sola marca, el Nokia 1100, que en 2007 figuró en Guinnes como el celular más vendido de toda la historia, llevaba a mayo de ese año 200 millones de compradores.

En 1990, había 11 millones de teléfonos celulares en todo el mundo y en 1999, algo más de 400 millones. En 2000, la cifra superó los 500 millones y en 2004, los 1.000 millones, excediendo el número de teléfonos fijos.

Hay más: según la Asociación de Industriales de la Electrónica del Japón, de los 21,95 millones de teléfonos móviles vendidos entre abril y finales de agosto de 2007, 21,73 millones -99 por ciento- son modelos de tercera generación (3G o 3,5G), de los cuales 6,67 millones están equipados para ver televisión.

Fenómeno de mercado

Volviendo a la historia, tras el anuncio de Cooper, los Laboratorios Bell construyeron y operaron en 1977 un prototipo y al año siguiente comenzaron en Chicago las pruebas con más de 2.000 abonados experimentales.

En 1979, la Nippon Telegraph & Telephone Corporation empezó a operar en Tokio el primer sistema comercial de telefonía celular; en 1982, la Federal Communications Commission de los Estados Unidos autorizó el servicio comercial en ese país; y al año siguiente surgió allí la telefonía celular analógica (AMPS).

Luego, debido a la saturación del servicio, fue necesario implementar otras formas de acceso múltiple para darle cabida a más usuarios y fue así cómo lo analógico pasó a ser digital.

Pero básicamente, el descubrimiento de Cooper sigue en pie y es muy simple: requiere de al menos dos usuarios con teléfono celular y de celdas (células) servidas por estaciones de radiocomunicaciones cercanas al cliente que, por fortuna, hoy ya no tiene que cargar más con aquel aparato feo, negro, cuadrado y pesado como un adoquín, que costaba como una joya.

Ana María Bertolini (Télam)