Región: REG-03
La opinión de un agroindustrial
Paro agropecuario o cambio cultural
El paro agropecuario significa mucho más que una simple huelga para reclamar que disminuyan las retenciones a los granos. Representa el primer choque cultural que tiene el populismo en los últimos 62 años. Desde 1946 a la fecha, pasando por gobiernos radicales, de facto y peronistas, el país productor ha soportado diferentes formas de avasallamiento de sus derechos y violaciones a la propiedad de sus recursos. Estos atropellos son los que cada día nos sumergen más en la decadencia.

Enrique Gauchat (*)

Con este paro, cuya adhesión unió a toda la población rural y a parte de la urbana, los hombres de campo dijeron: BASTA.

El campo representa la cultura del trabajo, del ahorro, de la inversión productiva, del sacrificio y del riesgo empresario: ha aceptado las desgracias de la naturaleza sin pedir subsidios y el desafío de levantar al país sin pedir nada a cambio; pese a haber soportado una secuencia de malos gobiernos, a partir del 2001 se echó el país al hombro para levantarlo, pensando siempre en reinvertir. Es el que, en los últimos años, se ha tecnificado dando un ejemplo en el mundo. En suma, la cultura de "ganarse el pan con el sudor de su frente" es la que vemos hoy encarnada en las personas que motorizaron el paro agropecuario.

Frente a esta cultura encontramos la del gobierno populista que quiere repartir lo que no ha producido, como las cotorras que quieren comer los cereales que siembra otro, mientras desde las ramas de los árboles hacen escuchar su cotorreo, como reclamando que las dejen depredar sin que el agricultor se queje. Esta cultura es la que ha generado durante años una burocracia feroz traducida en leyes y decretos, reglamentos y formularios, que no han traído ningún resultado positivo. La cultura populista que afirma distribuir es la que no sólo provoca que se concentre la riqueza, sino que se concentre más la población en la Capital , que es desde donde salen las disposiciones y donde se concentra la recaudación. Además, es la que motoriza,, que el gasto público crezca siempre en forma desmedida y termine en inflación, con la inevitable crisis económica y social. Esta cultura de personalismos distributivos por decreto presidencial es la principal causa de la corrupción, que ensucia tanto a los funcionarios que dan, como a los beneficiarios que reciben.

Dádivas

Consideremos el caso particular de los subsidios a los supuestos "carenciados" a quienes se les da sin requerir ningún esfuerzo a cambio (ni capacitación, ni trabajo): es una invitación y un premio a la indolencia. El gobierno llama a esa dádiva, inclusión social, en lugar de sincerarse y reconocer que son la contrapartida de los votos cautivos

En Plaza de Mayo pudimos observar el enfrentamiento de estas dos culturas: la del patoterismo, representada por los agresivos cortesanos, alentados siempre por la pareja monárquica, y la de la producción y el trabajo. No se trata del enfrentamiento de las clases sociales al estilo marxista: grandes contra chicos, ricos contra pobres, industriales contra comerciantes, propietarios contra empleados, capaces contra incapaces, supermercadistas contra almaceneros, empresas extranjeras contra empresas nacionales, maestros contra alumnos, patrones contra obreros. Se trata, para usar palabras del gobierno, de dos "modelos".

El campo viene soportando retenciones abusivas desde hace varios años La propuesta del "Modelo K" es la que obliga al gobierno al aumento de retenciones confiscatorias sin debates parlamentarios e impuestas por decretos. Si no hubiesen sido estas retenciones, deberían haber creado otros impuestos PORQUE EL MODELO YA NO CIERRA EN NUMEROS.

Ahora proponen crear un Ministerio para los chacareros. Sin duda, será tan caro, ineficiente y corrupto que van a tener que aplicar más retenciones, solo para mantener los gastos de la ineficiencia. Es mentira que se piense atender a los pequeños chacareros para ayudarlos y que los impuestos los van a cargar a los grandes pull de siembra o a los grandes productores que ganan más. ¿Para fue creado, entonces, el impuesto a las ganancias que hoy se lleva la friolera del 35%?. Parece que tampoco esto le alcanza, porque este impuesto hoy se paga por anticipado, y el gobierno ya se lo ha gastado. Los gobernantes, como drogadictos del gasto público, necesitan juntar más para poder seguir con la fiesta. Tienen frente a sí una fenomenal inflación reprimida pero en marcha, provocada por el aumento del gasto público y no saben como cubrir el bache. A los aumentos de precios que soportan los alimentos, se los atribuyen al campo. Sra. Presidenta, esa es una vil mentira. Los precios de los productos los fija el comprador. Si así no fuera, fije usted un precio de la soja por sobre el de mercado, a ver si aparece alguien a comprársela. La ropa cara que usted viste es cara porque usted tiene el dinero y la voluntad de pagarla. No tenga duda que hay ropa igual y mucho más barata.

Desde Esperanza

Cuando Usted, Presidenta, mencionó que los antepasados de su marido habían venido a Esperanza en el primer proceso colonizador organizado, olvidó mencionar que 25 años después de la fundación de la colonia, los colonos suizos se fueron a la gobernación de Santa Fe con fusiles Feterling, para manifestarse en contra de los impuestos que se les querían aplicar, similares a las retenciones que hoy, su gobierno aplica.

Es preciso apreciar la verdadera importancia histórica y la dimensión que el choque cultural, representado por el paro, ha puesto en marcha. Si bien constituye una seria preocupación para el gobierno y un reproche a la mentalidad populista, los cambios que proponen los hombres de campo, representan una esperanza y un claro mensaje para las generaciones futuras. Representan una esperanza para los que siempre han sostenido, que los principios de distribución de los recursos basados en el trabajo, el ahorro, la responsabilidad, el esfuerzo, la inversión y el aumento de la producción, aún está vivo. Y esto no lo proponen los intelectuales ni los opositores. Es el campo argentino en su conjunto, el que le ha dicho: PRESENTE.

La realidad hoy nos plantea un dilema para los argentinos: o profundizamos la sovietización de quienes creen que son capaces de manejar la economía a su antojo, desde las oficinas de la Capital Federal haciendo uso y abuso de la compra de las voluntades de los gobernadores del interior, o abrazamos la cultura de administraciones mas austeras, manejos de la economía con transparencia y sencillez, eliminación de la burocracia, retribución al esfuerzo y al cumplimiento, responsabilidad en la función, revalorización de la familia, castigo severo a los que violan la ley, y respeto de la constitución.

(*) Industrial y productor de biocombustibles