Opinión: OPIN-03
ANOTACIONES AL MARGEN
Morir en Medellín
Estanislao Giménez Corte

I. "Yo adivino el parpadeo..."

Detrás de la voz engolosinada del megáfono, corrido a un costado en las imágenes sepia a la que nos remite el conocido canto de erre arrastrada, fuera de la toma fotográfica en la que destaca el cabello del "zorzal" rígido y brillante por la pasta de gomina, está -agazapado como un apuntador, en un segundísimo plano, dando la letra tanto que hasta murió con él, con Gardel, en Colombia, a sus 35 años-, el poeta más escuchado de la historia nuestra y quizás, también, el más vilipendiado; ahí está el que, pese a la enorme figura del decidor al que le dio de su mano qué decir, no se nombra junto a los Cadícamo, a los Manzi, a los Discépolo, cuando se da la lista del bronce de la poética del dos por cuatro. Allí está; debajo, detrás, aplastado por el mito gardeliano, el hombre que firma la palabra del "mudo": Alfredo Le Pera.

II. "... errante en la sombra/ te busca y te nombra"

En "Boquitas pintadas" (1969), Manuel Puig ensaya, de alguna manera, una temprana reivindicación de la pluma de Le Pera, que otros siguieron luego. En ese libro, cada capítulo comienza con una cita del autor; breve, esencial, inalterable en la memoria colectiva: se suceden "era, para mí, la vida entera"; "deliciosas criaturas perfumadas."; "ella aquieta mi herida/ ítodo, todo se olvida..!" y otros fragmentos de versos que, de escucharse nomás, hacen las veces de personalísima radiografía de una suerte de alma colectiva.

III. "si arrastré por este mundo/ la vergüenza de haber sido/ y el dolor de ya no ser"

Vivió poco. Fue poeta, escritor, dramaturgo y periodista. Impresiona saber que la sociedad entre Gardel y Le Pera duró apenas tres años. Se conocieron en el '28; se reencontraron, en París, en el '32; murieron el 24 de junio del '35, en Medellín. Forjaron, en ese poco tiempo, la bestia bicéfala; unos treinta títulos los lanzarían a un insólito suceso: "El día que me quieras", "Soledad", "Cuesta abajo", "Sus ojos se cerraron", "Me da pena confesarlo", "Melodía de arrabal", "Mi Buenos Aires querido", "Por una cabeza", "Rubias de New York", "Volvió una noche", "Volver" y "Lejana tierra mía" se cuentan en la producción. Al día de hoy, baladistas, grupos de rock, de reggae y tangueros de todo pelaje repiten, con el aire que tienen, las palabras de Le Pera que sonaron extraordinariamente bien en la voz de Gardel.

Si fue un gran poeta, si no lo fue tanto, ¿importa ahora? ¿No hay -pregunto- un momento en que un autor, su fineza o brutalidad, su estilo, sus figuras, su oído, sus rimas, su propia persona, su rostro, su nombre, quedan superados por el sentimiento colectivo, como de contagio sucedido, como de comunión generada, al escuchar, entonadas, sus palabras?

1) Dramaturgo latino. 2) Temas de Queen y Billy Joel, entre otros, citan la afamada frase.[email protected]