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Un pueblo centenario
Casalegno. El 23 de agosto esta localidad, ubicada a unos 50 km. de Coronda y a casi cien de Rosario y Santa Fe, cumplirá su primer centenario. Un día después serán los homenajes y el almuerzo, en el que se espera contar con nativos, ex residentes e invitados especiales, entre ellos autoridades provinciales, departamentales y locales. textos de Alfredo Ceballos.

"Recuerdos de Casalegno nunca me harán sentir lejos; que siga pasando el tiempo, que siga viniendo viejo, si en cada gorrión que pasa siento que vuelvo a mi pueblo". Así escribía el poeta Ovidio Castro (actualmente radicado en la ciudad de Gálvez) a su pequeño pueblito natal. Casalegno fue cuna de sueños de hombres y mujeres que, como Ovidio, vivieron su infancia y adolescencia cobijados bajo su seno.

Por estos días, sus hijos de ayer y de hoy, sus niños, los hombres de mañana, se preparan para agasajarlo en sus primeros cien años de existencia. Tal vez debiera soplar unas velitas más, ya que lo que es hoy el distrito, comenzó a poblarse en realidad a mediados de 1880. El arribo de los "gringos" que provenían del viejo continente tuvo su auge por esos años. Y llegaron piamonteses, lombardos, furlanos, gallegos, andaluces y vascos. No faltaron polacos, judíos, ingleses y el crisol de razas fue completando el paisaje. Bajaron de los barcos livianos de equipaje, pero cargados de sueños.

Retrato del fundador

José Casalegno nació un 23 de enero de 1843, en Chieri, Airoli, provincia de Torino (Italia). Más común sería para la posteridad recordar la región de su país natal que fue Piamonte, por la cantidad de inmigrantes asentados en esta zona que provenían de aquellas tierras.

Don José viajó a la Argentina en 1869 con tan sólo 26 años, en un velero que tardó un mes y medio en arribar a destino. Su primer lugar de asentamiento fue la Colonia San Carlos. Su trabajo y sacrificio dieron vida a la tierra fértil, abonada por el paso del ganado, cimarrón antes, de estancieros y arrieros después. Allí estaban los criollos y los mestizos, que comenzaron a construir la patria, en amalgama con los recién llegados.

Como a unos doce kilómetros al noroeste de nuestro pueblo se encontraba Colonia Vercelli, (hoy Irigoyen) fundada en 1881 por el Dr. Bernardo de Irigoyen. A esta comunidad de inmigrantes -en su mayoría piamonteses-

llegaron unos años después José Casalegno y su esposa María Matilde Piovano. Provenían de San Carlos, su primer lugar de asentamiento y también otra de las colonias más antiguas, fundada a mitad del siglo XIX en la provincia de Santa Fe.

En Irigoyen adquirió tierras y en 1890 abrió un molino harinero. Su espíritu audaz y emprendedor lo llevó a ampliar su empresa y fue, junto a otros colonos, uno de los primeros en la exportación de trigo a Europa. Alentó la creación de instituciones y participó activamente en ellas. Más tarde, con una posición económica consolidada, Casalegno decidió comprar tierras a unos 7 u o 8 kilómetros al sudoeste de Irigoyen. Propietario de campos extensos y una estancia, nuestro hombre inició los trámites para que la línea férrea cruzara por esos terrenos. La Estación de Ferrocarril fue inaugurada el 23 de agosto de 1908, con el nombre del donante de las tierras: José Casalegno. Como no existe acta fundacional, se toma esta fecha como origen y nacimiento de la localidad que lleva su nombre.

Su propulsor no llegó a verlo, ya que falleció tres años antes, en 1905. Luego de su muerte, sus hijos Antonio, Celestino y José se hicieron cargo del molino. En 1919 murió su esposa y los herederos decidieron vender la propiedad. Sin embargo y, a pesar de las dificultades que debe haber causado el cierre de esta empresa a la población, otro pueblo había nacido en los márgenes de la vía férrea.

En 1910, el Ingeniero Farrugia de la ciudad de Rosario, por orden de la sucesión Casalegno, realizó el trazado actual de la planta urbana, ubicando 16 manzanas por el lado este y 16 por el oeste de la estación. Estas últimas nunca se dividieron como tales y hoy forman parte de la campiña, en la que se trabaja la tierra y se siembran cereales.

El predominio de lo rural, otorgó sin dudas una fisonomía particular a este pueblito de casitas bajas, rodeado por una larga línea de eucaliptos a la vera de las vías. Muchos de sus hijos se alejaron de él a probar suerte en otros horizontes. Otros se quedaron y eligieron disfrutar de su ambiente natural, su transcurrir pacífico y sus silencios. Hoy, a sus cien años, todos los que se fueron, los que se quedaron, los recién llegados y los que algún día quizás lo elijan como morada, se encontrarán en un homenaje que será único, y perdurará en el recuerdo y el corazón de sus protagonistas.

Campo y rieles

A pesar de que Casalegno se estructura según el esquema de pueblos que surgen con la instalación del ferrocarril, recién en la década del "40 adquirió independencia político-jurídica. Dependía entonces del amplio distrito correspondiente a Irigoyen (en los primeros años, Colonia Vercelli).

Corría 1940 cuando, por inquietud de algunos vecinos, se iniciaron gestiones para crear una Comisión de Fomento, que se concretó por decreto provincial el 18 de enero de ese año. Casalegno ya contaba con una capilla, escuela, club deportivo y varios comercios. El paso del tren marcó una etapa de ricos intercambios y febril actividad económica. Su motor de crecimiento tenía como base la producción agrícola ganadera, que se combinaba perfectamente con las bondades del sistema ferroviario. Los años siguientes llevaron a la introducción de la actividad lechera con la apertura de dos cremerías y la instalación de una planta de silos para depósito de cereales.