Los alumnos del Club de Niños Pintores trabajaron sobre la temática de la inundación

La escuela Borruat luce un mural de 60 metros

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Los alumnos de la escuela Borruat posan al lado del mural, una obra que rescató, desde la esperanza, el triste recuerdo de la inundación.

Foto: Néstor Gallegos

Luego de un año de intensa labor, los integrantes del Club de Niños Pintores de la institución educativa realizaron un enorme mural, para lo cual eligieron las técnicas y la temática.

De la Redacción de El Litoral

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Acompañados por el cuerpo docente y directivo, los alumnos integrantes del Club de Niños Pintores de la Escuela Nº 1111 Luis Borruat —en Aguado 2901— pintaron un mural sobre el tapial del frente del establecimiento. Esta intervención urbana, de 60 metros de largo y 2,5 metros de altura, fue la culminación de todo un año de trabajo llevado a cabo sobre la base de investigaciones previas que realizaron los propios alumnos sobre qué es un mural, la historia de esta modalidad artística, el estudio de sus diversas técnicas y las diferencias con otras formas de comunicación visual.

El mural es una representación recordatoria de la última inundación sufrida en Santa Fe. “La elección del tema se fundamentó en el profundo deseo de que nadie olvide esa catástrofe y no vuelva a suceder. Los alumnos participantes —de entre 10 y 14 años— contaron a través del dibujo mural cómo fue ese trágico momento que los marcó para toda su vida”, explicó la directora de la institución, Marta Viana, en el resumen del trabajo.

Se realizaron previamente ejercicios prácticos con líneas —grosores, tipos—, tramas y texturas, formas y contornos, límites de la imagen y maquetas a escala para crear el dibujo en proporción a la pared. La técnica utilizada privilegió los colores blanco y negro, y fue seleccionada para darle mayor impacto visual a la obra. “Además, porque se consideró que era un trabajo muy serio e importante y el colorido era innecesario, ya que no había nada que celebrar, sino para recordar”, afirmó la directora.

El mural comienza en el extremo norte de la fachada de la escuela para darle un sentido a su lectura visual. Muestra cómo ingresó el agua —representada en esta caso con un víbora gigantesca, que rompe el terraplén y arrasa con todo a su paso—. Aparece luego la escuela y, frente a ella, hay un carro con personas —directivos y alumnos, quienes durante la inundación utilizaron este medio de transporte para poder salir del barrio—. La institución educativa permaneció inundada por más de 20 días, bajo 4 metros de agua.

El mural finaliza con un grupo de personas con rostros desolados mirando hacia el barrio. Y muchas preguntas: “¿Cómo sucedió?”, “¿ Por qué pasó?”, “¿Qué vamos hacer ahora?”, “¿Cómo comenzar de nuevo?”, entre otros interrogantes que invitan a la reflexión.

Nunca más

Por último, los alumnos dibujaron las máquinas topadoras, muy significativas para todos los inundados “porque fueron las que se llevaron todas su pertenencias, sus recuerdos. Al final del dibujo se destaca una rosa, que guarda un profundo sentido: la esperanza de que nunca más volverá suceder algo tan doloroso y espantoso”, agregó Viana.

El trabajo constituyó el cierre de lo realizado durante todo el año escolar. “Los chicos trabajaron sin que les importaran el calor, ni el sol de las tardes enteras en las que se pasaron pintando. Sólo querían dejar este mensaje a todo aquel que lo viera”, rescató la directora, y concluyó: “Que la catástrofe que padecimos no pase nunca más”.