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análisis

Debe y haber

Rosendo Fraga (*)

Este cuarto de siglo es el período más largo de democracia en nuestro país. El sistema fue puesto a prueba en la crisis 2001/02, y logró mantenerse en situaciones que, en el pasado, no hubiese logrado. Por eso, desde el punto de vista político, el balance es más que positivo.

Es decir que el sistema se mantuvo y ha demostrado que es capaz de resolver crisis. Y este no es un dato menor. Pero la gran asignatura pendiente está dada en materia social. Porque los niveles de pobreza y desigualdad, que son más altos que un cuarto de siglo atrás, muestran que no hubo un verdadero progreso de la sociedad. Tampoco el país logró un sistema de partidos sólidos y la corrupción y la inseguridad son reclamos pendientes.

Nadie en el país piensa en soluciones fuera de la democracia, como quedó demostrado. Pero se mantienen actitudes intolerantes. Y si bien la gente no tiene demasiada fe en que el ejercicio del voto sea finalmente útil para resolver sus problemas cotidianos, igual muestra niveles aceptables de participación electoral.

Aunque todavía es escaso el involucramiento de la sociedad en las cuestiones públicas, el conflicto agrario generó una movilización cívica sin precedentes. El Congreso era considerado en la jerga política una “escribanía”, a comienzos de 2008, y en julio, el voto de Cobos en el Senado revitalizó el rol legislativo. En síntesis, como decía Churchill, hoy los argentinos sienten que la democracia es el peor sistema de gobierno, exceptuando todos los demás.

(*) Analista político. Titular de la consultora Nueva Mayoría.