De “El perro sin plumas”

Por Joâo Cabral de Melo Neto

Como todo lo real

es espeso.

Aquel río

es espeso y real.

Como una manzana

es espesa.

Como un cachorro

es más espeso que una manzana.

Como es más espesa

la sangre del cachorro

que el propio cachorro.

Como es más espeso

un hombre

que la sangre de un cachorro.

Como es mucho más espesa

la sangre de un hombre

que el sueño de un hombre.

Espeso

como una manzana es espesa.

Como una manzana

es mucho más espesa

si un hombre la come

que si un hombre la ve.

Como es todavía más espesa

si el hambre la come.

Como es todavía mucho más espesa

si no la puede comer

el hambre que la ve.

Aquel río

es espeso

como lo real más espeso.

Espeso

por su paisaje espeso,

donde el hambre

extiende sus batallones de secretas

e íntimas hormigas.

Es espeso

por su fábula espesa;

por el fluir

de sus jaleas de tierra,

al parir

sus islas de tierras negras.

Porque es mucho más espesa

la vida que se desdobla

en más vida,

como una fruta

es más espesa

que su flor;

como el árbol

es más espeso

que su semilla;

como la flor

es más espesa

que su árbol,

etc. etc.

Espeso,

porque es más espesa

la vida que se lucha

cada día,

el día que se adquiere

cada día

(como un ave

que va cada segundo

conquistando su vuelo).

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