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Ultimátum a la Tierra

nicole kidman protagoniza invasión, tercera versión de la invasión de los usurpadores de cuerpos.

Ultimátum a la Tierra

En los 50’, la pantalla fue invadida por marcianos y asediada por experimentos nucleares. La remake de un clásico de esa época, “El día que paralizaron la tierra”, permite revisar una etapa apasionante del séptimo arte.TEXTOS. JUAN IGNACIO NOVAK. FOTOS. EL LITORAL.

En uno de sus libros dedicados a la historia del cine, el crítico y escritor Roman Gubern sostiene que tras la bomba atómica de Hiroshima, que marcó el epílogo de la Segunda Guerra Mundial, la ciencia ficción empezó a reclamar nuevos terrenos. Es a partir de entonces, en coincidencia con las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, cuando empezaron a surgir en Hollywood numerosos filmes donde alternaron extraterrestres invasores, holocaustos nucleares, insectos alterados genéticamente por las radiaciones, y meteoritos a punto de destruir el planeta.

De hecho, la década del “50 del siglo pasado, que se caracterizó por la creciente inquietud y paranoia de los norteamericanos, potenciadas por la exagerada persecución del senador Joseph McCarthy buscando conspiraciones comunistas, fue también una época de oro para el cine de ciencia ficción clase B. Que fue aprovechado para exponer esas preocupaciones.

En esta década, mientras los nombres prestigiosos en el séptimo arte eran Alfred Hitchcock, Elia Kazan, George Stevens o William Wyler, otros realizadores alcanzaron éxito con sus historias fantásticas. Rudolph Maté, Byron Haskin, Robert Wise y Don Siegel dejaron su impronta. Pero probablemente sea Jack Arnold el que mejor resuma en su obra el “espíritu clase B” de esos años. Este director rodó un puñado de filmes que, más allá de sus evidentes limitaciones argumentales, permanecen vívidas por la gran imaginación de sus puestas en escena.

En “Vinieron del espacio” (1953), narra el arribo de extraterrestres a una pequeña localidad que, en principio, se resiste a creerle al científico que tras ser testigo de la llegada de una nave, abre el alerta. Más allá de la historia en sí -una tendencia de la época-, Arnold pone de relieve una sutil crítica a la población norteamericana, a través de la descripción de una escéptica comunidad.

Este realizador es también responsable de dos famosas películas, peldaños importantes del género: “La criatura de la Laguna Negra” (1954) y “Tarántula” (1955), que configuran dos notables ejemplos de filmes “de monstruos”. La primera, muy famosa en su tiempo, se centra en las peripecias de una expedición que explora el Amazonas y se topa con un ser monstruoso, aparente vestigio de tiempos remotos. En este caso, el mayor mérito del director radica en la cuidada ambientación.

Con “Tarántula”, en cambio, se centra en el fatídico resultado que deja como saldo un experimento científico cuando repercute en el crecimiento desmesurado de una araña, velado cuestionamiento a las pruebas nucleares. En esa misma corriente se inscribe “La humanidad en peligro”, dirigida por Gordon Douglas y protagonizada por James Whitmore, donde por las radiaciones, las hormigas alcanzan también dimensiones gigantescas.

Pero la obra maestra de Jack Arnold fue “El increíble hombre menguante” (1957). El argumento es simple: tras exponerse a una niebla radioactiva, un hombre nota raros cambios en su anatomía: empieza a disminuir hasta alcanzar la altura de una pulgada. A partir de allí deberá afrontar diversos peligros apelando a su ingenio. Este clásico del cine de serie B no sólo tiene trucos de montaje muy creativos, sino que constituye una reflexión sobre la forma de vida, aspiraciones y hasta sentimientos de la clase media a mediados del siglo XX.

Marcianos al ataque

Si los trabajos de Arnold fueron jalones importantes, a Byron Haskin se debe una de las grandes películas de marcianos de los “50 y, con toda posibilidad, de la historia del cine. “La guerra de los mundos” había sido escrita por H.G. Wells a fines del siglo XIX, todo un cambio en el espíritu positivista. Cuando Haskin se propuso trasladarla a la pantalla grande, la obra ya era famosa. Es que a fines de los años “30 había sido inspiración de Orson Welles (en una etapa pre “Ciudadano Kane”) para su famosa transmisión radiofónica, que sumió al publico norteamericanos en el pánico, ante lo que creyeron una verdadera invasión extraterrestre. El trabajo de Haskin se convirtió rápidamente en un clásico; pocos recuerdan hoy a los actores protagonistas, pero quedan en el recuerdo aquellos efectos especiales artesanales que la hicieron acreedora de un Oscar. En la película, la acción se traslada del Londres de 1890 de la novela, a la California de los años más duros de la Guerra Fría, con una clara tendencia crítica.

Otra gran película de esta época, para muchos la alegoría más lograda de la paranoia estadounidense durante los años de tensión con la URSS, es “La invasión de los ladrones de cuerpos”. Dirigida por Don Siegel, muestra cómo una pequeña ciudad de la Norteamérica profunda se ve sacudida cuando algunos habitantes empiezan a comportarse de modo extraño, como si alguien (léase comunistas) hubiese poseído sus mentes. Luego, se descubre una velada invasión alienígena. Pocas veces una película acertó de forma tan perspicaz en su denuncia sobre las condiciones políticas de una época. Paradójicamente -como pone de relieve José Pablo Feinmann en uno de sus libros- el actor protagonista, Kevin McCarthty, lleva el mismo apellido que el senador que encaró la mas furibunda persecución de comunistas.

Después del final

Si las que nombramos hasta aquí fueron las más icónicas y representativas, no fueron las únicas. En 1956, Fred M. Wilcox rodó una interesantísima película con un actor del prestigio de Walter Pidgeon. En un giro interesante, “Planeta prohibido” encuentra inspiración en “La tempestad”, de William Shakespeare, aunque traslada la acción a un planeta regido por un científico expatriado.

Otro escalón importante es “Cuando los mundos chocan”, que se inscribe en otra vertiente, cercana al cine catástrofe, pero con elementos inconfundibles de la ciencia ficción. Dirigida por Rudolph Maté, se centra en una hipotética estrella gigante que amenaza con colisionar contra la Tierra. En ese marco, un grupo de científicos desarrolla una nave espacial para transportar un grupo de gente a otra galaxia, para comenzar allí una nueva civilización. Dentro de la misma línea, pero más centrada en los peligros atómicos, “La hora final” reunió a actores como Gregory Peck, Ava Gardner, Fred Astaire y Anthony Perkins, para describir un mundo post apocalíptico donde un holocausto nuclear ha acabado prácticamente con toda la humanidad, excepto un grupo, que trata de mantenerse en un escenario cada vez más adverso.

Con acotados presupuestos, afilada imaginación y desbordante talento, en los “50 la ciencia ficción reflejó con creatividad las preocupaciones de la época y colocó los cimientos para su evolución posterior. Ya entrados los’60, con “2001, Odisea del Espacio”, el género alcanzó su mayoría de edad. Pero siempre quedará en el recuerdo su maravillosa adolescencia.

 

PARA SABER

Otra “Guerra de los Mundos”

La gravitación de “La guerra de los Mundos” permanece inalterada en la actualidad. En 2005, un director del prestigio de Steven Spielberg se ocupó de rodar su propia versión, con Tom Cruise como protagonista y efectos visuales impresionantes, pero con algunos giros que desvirtúan la potencia de la versión anterior.

Remakes

“La invasión de los ladrones de cuerpos” dio pie a varias remakes ninguna de ellas a la altura del original. La primera de Philip Kaufman, en 1978; otra a cargo de Abel Ferrara a principio de los años “90, y la más reciente en 2007, protagonizada por Nicole Kidman y Daniel Craig.

Filme de culto

Otra de las grandes películas “B” de los “50 es “La cosa” (o “El enigma de otro mundo”), de Christian Nyby, una película de culto, que maneja el suspenso como pocas. En 1982, esta obra mereció una remake a cargo del gran John Carpenter (“Escape de Nueva York”), con Kurt Russell como protagonista.

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los invasores de marte, de william menzies.

Otra gran película, para muchos la alegoría más lograda de la paranoia estadounidense durante los años de tensión con la URSS, es “La invasión de los ladrones de cuerpos”.

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la criatura de la laguna negra.

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imagen de la guerra de los mundos.

Un filme que resistió el paso del tiempo

En los albores de la década del 50’, Robert Wise dirigió una de las mejores fábulas de ciencia ficción: “El día que paralizaron la Tierra”, ácida crítica a la naturaleza humana.

La historia comienza con el aterrizaje de una nave espacial en Washington, que atrae la atención mundial. Aparece un emisario interestelar llamado Klaatu (impecable Michael Rennie), junto al robot Gort, quien anuncia que la razón de su visita es intimar a la Tierra a que cese con sus guerras. Tras ser herido accidentalmente e internado en un hospital, el alienígena escapa para conocer más de cerca a los humanos. Una de las secuencias más notables del filme es cuando, al visitar un cementerio, Klaatu se horroriza al enterarse de que las miles de lápidas corresponden a muertos en batalla. Más adelante, ante el escepticismo de las autoridades, y como demostración de poder, el visitante paraliza la energía en el mundo entero, “salvo aviones y hospitales”.

Precisa, bien interpretada y con un guión dosificado, “El día que paralizaron la tierra”, pese a sus limitaciones producto de su espíritu clase B, integra la mejor tradición del género. Hasta el punto que en 2008 se rodó una remake, estrenada el 1º de enero, con Keanu Reeves como Klaatu, y Jennifer Connely como la mujer que trata de ayudarlo.