Silvina, enero, 1981

“Uno hace lo que puede con sus muertos, pero siempre pesa cargar con fantasmas, nos pasamos la vida buscando dónde ponerlos”. Así introduce María Elena Walsh su último libro, un libro de memorias, en el cual no casualmente uno de los queridos ectoplasmas es Marcel Proust. Desde una visita a La Torcaza, la villa de mármol de Carlos Pedro Blaquier, a la recurrente aparición del fantasma por antonomasia para todo escritor argentino, Jorge Luis Borges, múltiples son las situaciones y personajes de “Fantasmas en el parque” (Alfaguara). Recuerdos, sueños, reflexiones y ficción se mezclan en la siempre amable, seductora y graciosa pluma de María Elena Walsh. Toda conversación telefónica con Silvina tenía su magia, su temblor... y su tiempo. La lenta impertinencia de las preguntas podía prolongarse indefinidamente. ¿Dónde vas, con quién, para qué, cómo se llama, a qué hora sale el avión? ¿Cómo te vestiste hoy? Todo muy espaciado, con pausas y aquel vibrato que tantos imitábamos, recitando pastiches de sus versos pareados y rimados.

Poemas de Raúl Melo (Uruguay)