análisis

El conflicto del campo y su evolución

El cambio de tono en la discusión despierta esperanzas de un camino para lograr soluciones. Pero si no se toca el tema retenciones a la soja, volverá el conflicto.

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Jineteando. El gobierno y el campo parecen haber encontrado un espacio para dialogar y empezar a ponerse de acuerdo.

Ilustración: Lucas Cejas

Néstor Víttori

La irrupción de la Presidente en la reunión de la Mesa de Enlace Agropecuaria con las autoridades gubernamentales del sector, sin duda constituyó un “clic” en la tensa relación del Gobierno con el sector agropecuario en la creciente intensidad de los últimos días.

Los acuerdos logrados, apenas si son el principio de una agenda de trabajo, con definiciones operativas en los próximos días, de acuerdo a los compromisos contraídos por la señora Presidente, pero que de ninguna manera constituyen aportes substanciales a la solución de los problemas. Tan solo expresan la intención de empezar a transitar un camino de consenso, en la medida que se concreten rápidamente en realizaciones que permitan avanzar en el camino de la reconstrucción de una confianza absolutamente dañada.

Evaluar el protagonismo y el marco de los acuerdos, constituye una pista inevitable, para poder pronosticar el futuro.

Poder negociador

En primer lugar, hay que señalar que el poder de negociación de la Mesa de Enlace, que en principio resulta habilitado por el marco institucional de la entidades que la integran, no necesariamente es un poder real frente a la peculiaridad de un movimiento espontáneo de productores que el año pasado se subieron a las rutas provocando la paralización del transporte y un comienzo de desabastecimiento en las grandes ciudades, con su accionar, y cuya denominación diferenciadora es la de “autoconvocados”.

Ese fue el poder real de la protesta y la mesa de enlace el intermediario natural ante el Gobierno por su condición institucional, pero no nos equivoquemos respecto de la dimensión del protagonismo y su representación.

El martes pasado, a la espera de los resultados del diálogo con el Gobierno, estaban a la vera de la ruta 50 cortes proyectados y si llegaban a concretarse, al día siguiente iban a ser 300 o 400 como en marzo del 2008. Hay que agregar aquí una diferencia.Ya no serían cortes de productores, sino también de transportistas, industriales, obreros, comerciantes y dirigentes políticos de los pueblos.

Esa perspectiva, sumado al desgrane de la alineación política con el kirchnerismo, por parte de numerosos dirigentes políticos nacionales y provinciales, sin duda orientó una evaluación política que a la postre determinó el cambio de actitud presidencial.

A partir de aquí queda todavía mucho en juego, expresado claramente por líderes de base como Alfredo de Angelis en Entre Ríos o Pedro Apaolaza, presidente de Carbap, y muchos más que no se sienten conformes con lo avanzado y representan realmente una presión mucho mayor de las bases ruralistas.

Centrando el mayor reclamo en las retenciones a la soja, hecho este que comenzará a crispar los ánimos en los próximos días cuando comience a avanzar la cosecha, sin duda se transformará en el principal obstáculo en el camino de los consensos que disipen el conflicto. Sin abordar este tema, y sin perjuicio de que los acuerdos logrados sean considerados positivos, pareciera que el conflicto solamente se posterga algunos días.

Estrategias

Resolver los otros problemas, como estrategia es válida, pero sin abordar esta cuestión el conflicto es seguro, porque como lo han reconocido y señalado buena parte de la oposición y una parte significativa del propio peronismo, las condiciones marco del cultivo no son las mismas. Los precios internacionales han caído sensiblemente, la sequía ha hecho estragos,y es muy posible que muchos productores se encuentren a la hora de contar los “porotos” que han perdido plata y han quedado endeudados en lugar de lograr el sustento de buena parte del año. En este contexto las retenciones son devastadoras y van a empujar a la gente nuevamente a las rutas.

Los desacuerdos de De Angelis con Bussi, o de Apaolaza con LLambías, son esto, y en buena hora que sea así, porque al margen de la incomodidad que sufre el que negocia bajo estas condiciones, también es cierto que expresan una disconformidad real del conjunto que no ha cedido y que no cederá en tanto no se incorporen a la agenda de conversaciones la cuestiones pendientes.

Es bueno saber, que la dirigencia institucional nacional representada por la Mesa de Enlace tiene un sustrato gremial, que más allá de su alineación institucional, se hermana en la base, que exige la unidad, que pide cuentas de la acción representativa y que está dispuesta a la acción si las circunstancias así lo requieren.

El nacimiento de un nuevo sistema de alianzas entre el campo y distintos sectores de la sociedad con expresión en la política, sostenido en la práctica por un movimiento vigoroso de bases dispuestas a plantear una Argentina distinta constituye una esperanza, que en su expresión productiva puede contribuir determinantemente en la salida de esta nueva crisis, como ya lo demostró en el 2001 y proponer un país mejor, inclusivo, más seguro y más justo.