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Un jardín con aromas

Un jardín con aromas

Se puede tener un jardín con perfume los 365 días del año. Sólo queda elegir qué especies plantamos en cada estación e incorporarlas a nuestro diseño. FUENTE. DECOYJARDIN.COM.

Los aromas -dulces, suaves, empalagosos o intensos- surgen de los pétalos y estambres de las flores grandes, de los arbustos pequeños, de las cortezas lisas o rugosas de los árboles y hasta de las diferentes texturas y formas de las hojas.

Un jardín perfumado debe diseñarse comenzando por el frente y la entrada para seguir por los patios internos y la galería, sin olvidarnos de las ventanas, columnas y pérgolas. Luego, se continúa con los accesos a la pileta, al quincho y a la zona de descanso y contemplación, pasando por los canteros y bordes, las vedettes del jardín.

En otoño

Esta estación no sólo vive de colores rojizos y amarillos, sino también de los olores, los cuales surgen más suaves que en el verano. El jazmín de Madagascar, originario de la Polinesia junto con el azórico, trepan los muros sin problemas de luminosidad. Además, las bulbosas, como nardos y Amarilis, son los protagonistas indiscutibles de esta estación.

El romero, con sus pequeños racimos azules encuentra su época de floración, brindándonos un aroma romántico y seductor. La planta Mirabilis, llamada Don Diego de Noche, despide a la noche un perfume a jabón.

La dama de noche y la Osmanthus fragans, que despide un olor a miel, brillan desde el atardecer hasta la salida del sol.

El naranjo amargo, ideal para acompañar galerías y patios, nos brinda un aroma dulce y excitante.

En invierno

A pesar del frío y, en algunos casos la nieve, las fragancias están presentes en esta época.

El follaje y la corteza de los eucaliptos glóbulos despiden aromas medicinales y relajantes. Los aromas al final del invierno provendrán de sus flores amarillas muy perfumadas.

La camelia y el Viburnus tyinus despiden un aroma a miel con sus floraciones. También se destaca el laurel nobilis, comestible, con sus hojas repletas de aceite esencial de conocido aroma.

El Cornus, aunque caduco, tiene flores que despiden un perfume que se expande con el viento. La Erica arborescens posee una suave fragancia en todo el metro y medio que crece de altura.

Por último, la tan conocida y silvestre Campanila galanthus nivals, de follaje verde grisáceo y con flores blancas, es ideal para plantar a los pies de los árboles.

En primavera

Las especies propias de esta estación ofrecen olores embriagadores. Así ocurre con los alhelíes, cuyas flores simples son más perfumadas; los narcisos amarillos; el jazmín Poliantha, en cercos o columnas; los rosales, sobre todo los trepadores, y las azucenas, que en galerías cerca de la casa perfumarán el ambiente y recrearán nuestros ojos.

También se destaca el Absinthium, cuyo follaje verde grisáceo desprende una fragancia a limón ideal para terminación de bordes. Además, los pétalos aromáticos de los cerezos y la fragancia a vainilla de las glicinas azules dan un toque de distinción a la estación.

Los Ceanaotus Thyrisifollius son un cubresuelo ideal de primavera con floración de color celeste.

Por último, están los cítricos que todos conocemos, cuyo aroma nos envuelve hechizando los cinco sentidos. Los perales, los cerezos que adornan el paisaje americano en primavera, y las azaleas.

En verano

En esta estación, el calor y la poca humedad acentúan los perfumes, tanto de las flores como de los follajes. Las especies recomendadas son: lavandas; las especies culinarias como menta, salvia, tomillo, laurel -tan utilizado para cercos y contra el viento-, combinadas con la Budleya; el clavel y la clavelina.

También están presentes el jazmín de leche; la estrellita del Cabo; la majestuosa madreselva, cuyo periodo de floración abarca hasta el otoño, y la Houttuyna cordata, cubresuelo que desprende una fragancia suave con el frotar de sus hojas, al igual que las tan rústicas Thuyas.