EDITORIAL

Una aberración que reclama compromiso

Un ochenta por ciento de las víctimas de la trata de personas lo constituyen mujeres, la mayoría jóvenes, adolescentes y niñas que son utilizadas principalmente para la explotación sexual. Por eso es que para abordar esta problemática gravísima, de la que nuestra provincia y el país no resultan ajenos -a la luz de informes internacionales que relevan la situación en todo el mundo- es necesario un enfoque de género que se sustente, a su vez, en un compromiso político y social.

Engañadas, amenazadas, sometidas, despersonalizadas, las mujeres que son captadas por estas redes ilegales sufren todo tipo de violencia, desde la privación de la libertad hasta la negación del derecho a la identidad, la desvinculación de su contexto social y familiar, y la exposición a todo tipo de vejámenes.

Invisibilizada primero, naturalizada después, la problemática quedó expuesta en toda su magnitud años atrás, a partir de historias que tuvieron a nuestra ciudad y la región como escenario -aunque antes habían trascendido episodios en otros puntos del país-, y desde entonces se avanza en la concientización, sobre la modalidad de un delito que no distingue entre sectores sociales, aunque abreva en situaciones de mayor vulnerabilidad.

Como cada año, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer -el 8 de marzo- permite profundizar en la reflexión acerca de la gravedad de ésta y otras problemáticas que involucran un enfoque de género, tales como los más de 200 femicidios, ocurridos durante 2008, en un contexto de violencia hacia la mujer; o la mayor vulnerabilidad que esta condición representa en un marco de pobreza, o de las dificultades que aún subsisten para acceder a cargos dirigenciales y a percibir igual remuneración por igual tarea.

Pero además de la necesaria reflexión y concientización, se hace imprescindible el reclamo por políticas efectivas y sostenidas en el tiempo, que involucren a los tres poderes del Estado y que otorguen a esta temática la importancia que merece. La trata de personas es un delito cometido por redes que reclutan, secuestran, trasladan, alojan y explotan a sus víctimas, y es una nueva forma de esclavitud. Así lo vienen advirtiendo organismos locales e internacionales que plantean la necesidad de no revictimizar a las víctimas y, en cambio, profundizar la sanción hacia quienes integran estas redes.

Movilizaciones en distintos puntos del país, y jornadas de difusión como la que organiza por tercera vez la Defensoría del Pueblo vuelven a poner en primer plano un flagelo del que no es posible abstraerse y en cuyo combate los medios también juegan un rol fundamental, para conocer, concientizar y denunciar este delito, como lo que es: una de las formas más aberrantes de violación a los derechos humanos.

La trata de personas fue definida como una nueva forma de esclavitud y sus víctimas son, mayoritariamente, mujeres.