la necesidad del apoyo de los padres

Primer grado: ese pequeño paso hacia grandes cambios

1_gd.jpg

Los nenes que ingresan al primer grado del nivel primario se enfrentan a una etapa de cambios significativos. El acompañamiento de docentes y de los padres se vuelve fundamental.

Foto: Guillermo Di Salvatore

El tránsito del nivel inicial al primario es una etapa de transición para todos los nenes: implica nuevas formas de socialización y más exigencias en el aprendizaje de la lectoescritura.

Luciano Andreychuk

[email protected]

Los primeros años de vida de un niño dirán lo que será como hombre el día de mañana, dice con sencilla sabiduría el refranero popular. El pasaje del nivel inicial al primer grado de la escuela primaria es una de esas etapas “bisagra”, pues cada nene de seis años empezará a moldear su temple, su personalidad, su sentido de la responsabilidad, su forma de relacionarse con los demás y su perspectiva del mundo, características que lo acompañarán a lo largo de su vida adulta.

Es cierto que el sistema educativo actual prevé instancias facilitadoras para la articulación entre un nivel escolar y otro -algo que no ocurría en otros tiempos-, con el objeto de que el cambio no sea abrupto. Pero los niños que ingresan al primer grado se enfrentan a novedosas situaciones: por un lado, la individualidad (se sientan solos en los bancos, no ya alrededor de mesitas grupales, y comienzan a percibir la sensación de que deben “valerse por sí mismos”); por el otro, la integración (comienzan a interactuar socialmente de otra forma con sus compañeritos, e incorporar un primer sentido de pertenencia a un grupo mediante la identificación y empatía).

Cabe referir además un mayor sentido de responsabilidad (están aprendiendo a leer y escribir, y encuentran pautas de trabajo en el aula); la confrontación con los primeros miedos (al momento de pasar al pizarrón, por ejemplo), y hasta una mayor noción de autoridad frente a la presencia del docente. En este proceso de cambios que se van internalizando, el acompañamiento desde el entorno escolar y el apoyo de los papás se vuelve imprescindible.

“Es cierto que todo comienza en el nivel inicial, pero en los primeros años de la primaria estas nuevas experiencias se empiezan a forjar, para consolidarse en los grados siguientes. Sin dudas se trata de un período de transición, de cambios”, comentó Mónica Catalín, docente del nivel primario del colegio Nuestra Señora del Calvario. Aunque las realidades escolares son disímiles y varían en función de cada contexto sociocultural, su experiencia de trabajo con niños del primer grado suma un abordaje interesante al tema.

Individualidad e integración

“Aunque a los chiquitos los agrupamos para que realicen algunas actividades áulicas, la mayoría de las veces están solos”, comentó Catalín. “Ellos manejan sus propios lápices y cuadernos, y se ubican en el aula de acuerdo a una determinada disposición del espacio físico: ya no hay mesitas redondas con 5 ó 6 nenes, sino que se sientan en pupitres individuales, y aquí hay un cambio significativo frente al entorno”. Este contacto con la condición de individualidad constituye una novedad respecto del nivel inicial.

Por otro lado, se empieza a lograr una identificación empática con los demás. Hoy la “apertura social” de los nenes en el aula llega anticipadamente, a diferencia de lo que pasaba tiempo atrás. “Noto que las relaciones vinculares se afianzan en los primeros años de la primaria, algo que antes acontecía recién en un 4º ó 5º grado (a los 10 ú 11 años). Quiero decir que ha bajado la edad desde la cual empiezan a socializar”, expresó la docente.

“En la escuela se trata de que haya flexibilidad, pero deben ponerse ciertos límites necesarios. Los chicos saben que los queremos mucho y que tratamos de que se sientan cómodos, libres en poder hacer cosas (como por ejemplo animarse a escribir, sin temores). Pero ellos deben aprender que “la seño’ es la que da las normas”, contó Catalín.

Lectoescritura: perder el miedo

Aprender a leer y escribir es el mayor desafío al que se enfrenta el nene de primer grado. “En el nivel inicial se ponía un grupo de letras en el medio de la mesita y cada chiquito jugaba a armar palabras; pero en el primer año tratamos de sistematizar un poco el aprendizaje de la lectura y escritura. Al principio tratamos de que se familiaricen con las vocales, y se trabaja mucho con los sonidos, con la fonética, con el reconocimiento de una palabra a través de una imagen. Le damos el tiempo que necesiten, porque se necesita paciencia y perseverancia ”, comentó la docente basándose en su vivencia personal.

A veces se impone la negación (“yo no sé leer, yo no sé escribir”), y ahí debe aparecer la figura del docente para acompañar y estimular al niño a que no ceda en su esfuerzo. “Lo importante es que pierdan el miedo a escribir. Y después, si pueden dar los primeros pasos con las letras, se sienten satisfechos y pierden el miedo y la inhibición. Es un trabajo arduo, porque hay que sentarse al lado de cada nene y ayudarlo. Pero es fascinante ver a los chicos cómo van progresando en la alfabetización”, comentó.


///

ADEMÁS

Todo empieza por casa

“Los niños han de tener mucha tolerancia con los adultos”, decía el Principito de Antoine de Saint-Exupéry desde su universo mágico. Y con mucha razón: los mayores somos impacientes, queremos que los chicos aprendan rápido y, muchas veces, nos olvidamos de ayudarlos.

Por eso es tan importante la incentivación. “Los papás deben estimularlos, tomarse el tiempo que sea necesario para apoyarlos: que los dejen escribir solos, que no les corrijan ellos sobre el cuaderno y les digan que está bien lo que hicieron, porque eso a la larga los frustra mucho a los chicos. A veces los adultos somos un poco ansiosos y no nos tomamos el tiempo para ayudarlos a que identifiquen el error y que ellos mismos lo superen”, dijo Catalín.

Es bueno que a los nenes les lean cuentos, que los dejen verbalizar e inventar a partir de una imagen. “Por ejemplo: si transitan con sus papás en la vía pública y ven algún cartel publicitario, que traten de identificar con qué letra empieza la palabra del cartel; o que cuando los adultos leen el diario, que los chicos identifiquen la mayúscula en el título” sugirió la docente. Si los nenes se entusiasman con la escritura y lectura en la escuela, es bueno que ello tenga correlato en el hogar.