misceláneas

Aquellos días de la colimba

Aquellos días de la colimba

Los solidados escribientes en aquel Distrito Militar 36. a la derecha, La típica imagen del soldado escribiente.

 

A sesenta años de haber cumplido con el servicio militar obligatorio, Pablo Gigliotti, recuerda aquellos días de corra-limpie-barra.TEXTOS. ENRIQUE CRUZ (h).

Han pasado 60 años. Algunos ya no están y otros seguramente recuerdan con el mismo cariño que Pablo Gigliotti, aquellos tiempos de la colimba. Fue hace 60 años, en el Distrito Militar 36 ubicado frente al club de Regatas y el Parque Oroño. “Por ser dactilógrafo y por mis conocimientos de telegrafía, mi destino fue el Distrito Militar 36. Centenares de jóvenes llegaron desde distintas localidades de la provincia y recuerdo que muchos de ellos apenas sabían leer y escribir”, cuenta.

“Seguramente, mi historia debe ser la de muchos. Cumplidos los exámenes de rigor, fueron destinados todos los convocados a distintos regimientos: al 12 de Infantería, Corrientes, Entre Ríos, Curuzú Cuatiá, Concordia y Gualeguay, entre otras ciudades”, enumera Gigliotti.

Recuerda que la instrucción se hacía con tareas en el viejo Parque Oroño, hasta la jura de la bandera el 20 de junio de 1949. Por un convenio que tenía el Distrito con la Junta de Defensa Antiaérea Pasiva de la Provincia, todos los años debían destinar soldados a cumplir funciones de oficinista. “Previo sorteo, fui destinado con Antolín Méndez y Juan Mascheroni a esa dependencia, que estaba al mando del teniente Juan José Jiménez, acompañado por Adolfo Balderrama, Silva, Ulibarri, Ibañes y otros que escapan a mi memoria. Los empleados civiles eran Cabrera, Giqueaux y Chemez, más los tres soldados escribientes”, recuerda.

Tiempos de oscuridades

“Eran tiempos en que se hacían ensayos de oscurecimiento en la ciudad. Las tareas a realizar eran las de designar jefes de manzanas, quienes visitaban a los vecinos para que informarles, a los efectos de que estén preparados para cuando se realizaran los ensayos. Recuerdo la ciudad totalmente a oscuras y en distintos puntos, por las noches, se instalaban grandes reflectores del Ejército cuyo haz de luz hurgaba el cielo”, señala Gigliotti.

En ese año 1949, el Distrito Militar 36 realizó el primer censo femenino cuando se implementó la ley del voto de la mujer. Ya estaban ordenados los padrones correspondientes, “tarea que desarrollaron los soldados escribientes clase 1928 -apunta-. En ese tiempo, amén de que se les enseñaba a leer y escribir a los que no sabían, también aprendían diversos oficios como el de zapatero, tapicero, carpintero, herrero, electricista y otros con plena salida laboral”, finaliza Gigliotti. Seguramente, habrá un reencuentro de quiénes hoy, en vida, todavía recuerdan con mucho cariño a aquél 1949. “Fue tanta la amistad, compañerismo y solidaridad, que a 60 años de la colimba todos menos aquellos que partieron nos reunimos para revivir aquella experiencia”. Este año, con mayor razón todavía, porque se cumplen seis décadas”.

Candidatos a escribientes

La nómina de aspirantes a soldados escribientes de aquel año fueron Celedonio Abba, Elbio Anfossi, Alberto Asnarez, Angel Bertoli, Horacio Cangiano, Deonaldo Carabajal, Lindor Céspedes, Alberto Del Rey, Mario Dottori, Luis Falbo, Eleodoro Flores, Pablo Gigliotti, Héctor González, Antonio López, Antolín Méndez, César Mendiondo, Pablo Mercado, Adolfo Messing, Alberto Narvalaz, Emilio Nazara, Ramón Nuñez, José Olivera Pampinella, Paolantonio, Rubén Peñalva, Ramírez, Américo Rodino, Rodríguez Lager, Oscar Ruiz, Néstor Schneeberger, Strykler, Evaristo Tabernig y Julio Toledo.

“En ese entonces, el jefe del Distrito era el teniente Coronel Rodolfo Gómez, y, entre otros, lo acompañaban el suboficial mayor Carrasco, el cabo primero Bonavena, el sargento García, el cabo Paredes, Luis Chiarelli, Mataloni, Zeiter, entre otros”, recuerda Pablo Gigliotti.

2.jpg
 

en 3 datos

La historia

El Servicio Militar Obligatorio fue instituido en 1901 mediante la Ley 3.948, por el entonces ministro de Guerra, coronel Pablo Ricchieri, durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, y fue suspendido el 31 de agosto de 1994, durante la presidencia de Carlos Menem. No se abolió la conscripción, sino que fue suspendida. La Ley de Servicio Militar Obligatorio sigue vigente y puede ser puesta en práctica en tiempos de guerra, crisis o emergencia nacional.

El caso Carrasco

Durante los 93 años de vigencia, el servicio militar obligatorio tuvo enormidad de aciertos y enormidad de errores. Precisamente, el motivo que llevó a su suspensión fue la muerte por maltrato del conscripto Omar Carrasco en Zapala, Neuquén.

Lo positivo

Raquel Consigli y Horacio Martínez Paz, en “La Argentina que yo quiero”, dicen que “durante los primeros años el servicio militar obligatorio cumplió los objetivos que se había trazado Ricchieri, de modernizar el ejército y hacerlo más eficiente y operativo”.