Convergencia y movilidad

Es hora de la inclusión digital

Alejandro Prince (*)

DyN

Durante los últimos días mucho se ha escrito y dicho sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y sobre algunas resoluciones del Comfer y la Secom. Un tema como la discusión de la futura ley es muy importante y los argentinos deberíamos tratarlo con inteligencia y respeto, sin polarizar la discusión y no anclándola en el pasado y los derechos adquiridos o interpretarla bajo las realidades de hoy y las tendencias del futuro inmediato.

Entre las realidades de hoy está que la Argentina, como surge de un análisis de Prince&Cooke, tiene la más alta penetración de Internet de Latinoamérica, medida tanto en conexiones a hogares como en usuarios en el total de la población. En diciembre, ya se habían contabilizado más de 3,7 millones de conexiones a Internet y más de 20 millones de argentinos usuarios frecuentes de Internet en sus hogares, en sus trabajos, en cibercafés e incluso a través de conexiones inalámbricas, usando PCs portables o celulares.

Con más de 34 millones de usuarios de telefonía móvil y 9 millones de conexiones de telefonía fija, la teledensidad compuesta argentina también está en los máximos niveles de la región.

Otra realidad, que también surge basada en estudios de campo, es que los usuarios, la gente, quieren convergencia, usan convergencia, son convergentes. Como bien lo explica Henry Jenkins en su libro “Cultura de la convergencia”, ésta se ubica en las mentes, aunque sobre todo y de modo creciente en las mentes de los jóvenes, de los nativos digitales, de los usuarios de las nuevas tecnologías.

La convergencia está también hoy, en los dispositivos de acceso, las computadoras fijas o portátiles, los celulares y, por supuesto, en los teléfonos inteligentes, que le permiten a cualquier persona disponer en el lugar, horario y formato preferido, de comunicación, información y de herramientas para el manejo de la misma de modo convergente. También permiten estas herramientas la socialización y el entretenimiento.

Ni las normas ni sus interpretaciones deben ir hacia atrás, hacia el pasado. Las normas deben facilitar y promover la libertad de los usuarios, la diversidad de productos y servicios, la calidad y la accesibilidad económica. La inclusión digital hoy va de la mano de las nuevas tecnologías y de dos tendencias muy marcadas, la convergencia y la movilidad.

(*) Licenciado en Comercialización (Uade), doctor en Ciencia Política (UB) y candidato al doctorado en Economía (Eseade), docente, experto en Nuevas Tecnologías y Sociedad del Conocimiento, y presidente de Prince&Cooke.