El drama de los refugiados

“Vinimos para vivir un ratico más”

Más de 200.000 colombianos debieron dejar su país para salvar su vida, amenazada por los enfrentamientos entre narcos, guerrilleros y paramilitares. Muchos están actualmente en Venezuela. La trágica historia de “Esteban”, que debió dejar su pueblo para empezar de cero en Caracas.

Alfonso Fernández

Agencia EFE

Tras cinco desplazamientos internos en Colombia y la huida final, “Esteban”, uno de los 200.000 colombianos que han llegado a Venezuela para escapar del conflicto armado en su país, afirma: “Vinimos aquí para vivir un ratico más”.

El hombre, de 70 años, resumió así la terrible peripecia vital que finalmente le llevó a Caracas, en una entrevista con EFE en la sede de la Alta Comisaría de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en la capital venezolana.

“Hasta el 98 vivíamos tranquilamente. Sabíamos que estaban los paracos (paramilitares), pero no se habían declarado. Un domingo de madrugada bajaron al pueblo, pintaron las paredes. Y nos dijimos, ahora sí, todo el mundo a temblar”, relató el refugiado que llegó a Venezuela en 2005 y pide no dar su verdadera identidad.

Al poco, llegaron los paramilitares a su negocio en la región del Guaviare y le comenzaron a pedir “vacunas” (sobornos) y “colaboraciones” hasta que la situación, comenta, se volvió “insostenible”, y decidió “rebelarse” y no pagar más.

El refugiado, que da el nombre ficticio de “Esteban” por motivos de seguridad y tampoco quiere que se le fotografíe, narró así las presiones que le llevaron a dejar Colombia para empezar una nueva vida de cero, tras las amenazas de los paramilitares en el sur de Colombia donde vivía.

“Váyase, váyase hoy mismo. A usted lo quieren matar, me dijo un amigo un día después de la decisión de no colaborar” y tras escuchar “hablar a los paramilitares del pueblo de sus planes contra mí”, agregó.

“Esteban” estuvo escondido en su propia finca, en el monte, por un mes hasta que logró escapar a Bogotá, donde al poco tiempo se encontró a uno de los paramilitares que ahora controlaba un mercado de la capital colombiana y que le reconoció, por lo que huyó de nuevo, esta vez al este de Colombia.

“Allí también me entró miedo, los paramilitares se van moviendo todo el tiempo y me puse a trabajar con un hombre que resultó ser el jefe paraco de la zona. Escapé a la costa pacífica, pero estaba repleta de paracos que movían el negocio de la coca. Al día siguiente de llegar, agarré el barco y me fui”, explicó.

Un caso clásico

Tal y como señalan fuentes de Acnur, las continuas huidas de este refugiado reflejan el caso clásico de un desplazado que antes de cruzar la frontera, preferentemente Venezuela y Ecuador, ha debido enfrentarse a múltiples traslados internos dentro de su país.

Colombia es el segundo país del mundo, tras Sudán y por delante de Irak, con mayores cifras de desplazados, que rondan los 3,5 millones de personas, según el informe anual de Acnur hecho público esta semana.

“Esteban”, que comenzó vendiendo café en la calle y ahora regenta un negocio de transportes en el centro de Caracas donde vive, ha perdido a dos hijos, un nieto y dos yernos a consecuencia de los enfrentamientos entre el Ejército y las guerrillas, y de la presión de los grupos paramilitares.

“Viví un tiempo en la región de Santander, justo cuando nacía el Ejército de Liberación Nacional; al poco llegó el Ejército y se montó una terrible matazón; nosotros debíamos presentarnos todos los días ante el destacamento acusados de colaborar con la guerrilla”, relató al describir los motivos de su primera huida décadas atrás.

“Así era imposible vivir”, sentenció el hombre, quien llegó a Caracas, en agosto de 2005, tras tres días de viaje en autobús desde Bogotá para acudir al Foro Social Mundial.

“Cuando terminó, los policías nos dijeron que los extranjeros debíamos irnos. Yo les dije que no regresaba, que me quedaba en Caracas”, afirmó.

En 2006, consiguió la condición de refugiado que otorga la Comisión Nacional para los Refugiados de Venezuela.

La figura legal internacionalmente reconocida de refugiado le permitió obtener su cédula, abrir una cuenta bancaria en Venezuela, traerse a su mujer e hijos y optar a los microcréditos que le ayudaron a rehacer su vida en Venezuela.

“Ya no volveré a Colombia, hablé con amigos allá y sé que mi finca ahora la tiene uno de los jefe paramilitares, mi sueño es comprarme una “tierrita’ en los Llanos venezolanos y tener un poco de ganado”, concluyó, sin ocultar su nostalgia por Colombia.

El representante de Acnur para Venezuela, John Fredrikson, dijo esta semana, con motivo del Día Mundial del Refugiado, que el “goteo” de desplazados colombianos que llegan a Venezuela -huyendo de grupos guerrilleros, paramilitares y Ejército- se ubica en torno a los “2 ó 3 mil al año”. Agregó que en los últimos años habían percibido un “paulatino aumento” de las solicitudes de refugio.

La asistencia

El Acnur fue creado por resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 14 de diciembre de 1950, e inició sus actividades en enero de 1951, con un mandato de tres años para ayudar a reasentar a los refugiados europeos que aún estaban sin hogar como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Desde aquel entonces, el Acnur no ha dejado de trabajar para satisfacer las necesidades cada vez mayores de los refugiados y personas desplazadas en el mundo.

En los más de cincuenta años de actividades, el número de personas que son objeto de preocupación para el Acnur ha aumentado considerablemente, al tiempo que se ha acentuado la complejidad del problema del desplazamiento forzado.

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El lema

de Acnur para su campaña 2009: “Los refugiados quieren tener los mismos problemas que vos”. Colombia se encuentra entre los países del mundo que mayor cantidad de expulsados ha producido. Todavía hoy, cuando la situación comenzó a mejorar, son más los que se van que los que vuelven.

Foto: Gentileza Agencia Naciones Unidas para Refugiados.