Algunas propuestas

María del C. Villaverde de Nessier (*)

“La novela y el cuento se dejan comparar analógicamente, con el cine y la fotografía, ...lo tienen todo...”, dijo alguna vez Julio Cortázar.

La palabra los invita a todos. Está llena de sonidos, colores y misterios. Está allí, en los cuentos de las tardecitas cuando todos se reúnen en el hogar. Está en el ancestral ejercicio de contar, en la oralidad de cada uno, de los adultos, de vos, de todos.

Se llenarán así, en familia, los espacios tantas veces perdidos, de leer, contar y jugar con los miles de motivos que guardan y proponen las historias que en un fructífero concierto de expresiones nos llevarán a dar vuelta la manzana de cada día con todas las percepciones familiares, espaciales, reales o imaginarias recogidas.

Ahora, en estos días sin clases, cada familia puede recuperar esos momentos tranquilizadores que se rescatan a través de los cuentos, las lecturas, los colores. Los libros son entonces las cajas de sorpresas que guardan el rugido de los animales, el murmullo de las hojas, el misterio, los enigmas; el pasado y el futuro de todos los tiempos.

En ellos y con ellos podremos elaborar, con los chicos, las preguntas, las búsquedas, los juegos, los dibujos que al final de cada jornada se recrearán en rueda, disfrutando de la caricia familiar de ver, escuchar y recrear.

Cada día estará, entonces, lleno de actividades desde la palabra con sus múltiples ángulos, como invitada de honor. Se reconocerá con entusiasmo compartido, que somos narradores constantes, silenciados muchas veces por sobredosis de tecnologización de todas las horas, marginados del valioso proceso de creatividad: pasaporte a la vida en plenitud, que nos proporcionan las puestas en ejercicio de todas las llamadas estimulantes de nuestro activo cerebro.

Sugerencias

Sugerencias para alcanzar algunos de estos propósitos: 1) Tener a mano libros interesantes. 2) Contar con historias de las propias familias, de los propios espacios, de las propias infancias de los adultos tantas veces mantenidas en secreto, esas interesantes voces que llevamos bajo la piel como tatuajes vivos de la vida. 3) Disponer de una hora en familia cada día sin el acompañamiento, en ningún caso, de “distractores” tecnológicos, apagando TV, computadoras, celulares y otros. 4) Jugar con algunas palabras clave: misterio (dónde, por qué); viajes (con quién, hacia dónde); historieta (un abuelo, un niño, un perro), un pueblo, una bicicleta, una niña, un pastel, una mosca, un auto...

No temer al tiempo largo de los chicos en casa; la palabra, la lectura, los libros, lo tienen todo para hacer y crear durante el día y para jugar, por supuesto. Premiémonos y premiemos a los niños con este tiempo familiar exclusivo.

(*) Pta. de la Asociación Santafesina de Lectura y Literatura.

Tiempos de contar, leer y disfrutar