El dramaturgo murió en Buenos Aires

El adiós a Carlos Pais

De la redacción de El Litoral

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Hondo pesar en los círculos culturales de su ciudad natal, Santa Fe, y en los de la Capital Federal y el resto del país, donde sus obras se representaban y estudiaban, ha provocado la noticia de la muerte de Carlos Pais, hombre de larga y aquilatada trayectoria en el campo cultural argentino. Había nacido en 1934 y desde muy joven se vinculó al grupo de teatro del Colegio Nacional Simón de Iriondo. Después de muchos años de intensa actividad en escenarios locales, se radicó en Buenos Aires en 1968. Fue uno de los organizadores del emblemático Ciclo Teatro Abierto en el que presentó las obras “La oca”, “Bar la costumbre” y “Blues de la calle Balcarce”. Entre sus numerosas obras escritas y publicadas -un volumen con sus textos completos fue editado por el Instituto Nacional del Teatro- figuran “Welcome los amos”, “El hombrecito”, “Noche de parias”, “De cirujas, putas y suicidas” y “Guachos”.

Desde 1996 integró junto a Roberto Cossa, Bernardo Carey, Roberto Perinelli, Marta De Gracia y Héctor Oliboni la Fundación Carlos Somigliana, para el estímulo del autor teatral, y la conducción general del Teatro del Pueblo. También realizó las versiones teatrales de “Los derechos de la salud”, de Florencio Sánchez, y “El grito pelado”, de Oscar Viale, para el Complejo Teatral de Buenos Aires. En la actualidad ocupaba el cargo de coordinador de cultura en Argentores.

El año pasado, con motivo de las Memorias del Teatro Santafesino organizadas por los periodistas Jorge Reynoso Aldao y Francisco Canale en el Foro Cultural de la Universidad Nacional del Litoral, con el fin de presentar a los jóvenes a los gestores del gran movimiento denominado Teatro Independiente Santafesino, hombres y mujeres con un rico pasado y un presente todavía vinculado a una misma pasión por el teatro, Pais se recordó con humor como un tanguero hombre de barrio, a quien un día invitaron a leer una obra de teatro y de la cual no entendió nada, pero de todas maneras dijo que era interesante. “Ellos eran -sostuvo- todos intelectuales, existencialistas. Yo los veía como tipos raros; así y todo, me quedé en Teatro de Arte”. Para dejar un sincero testimonio a los jóvenes, puntualizó que no quería “que piensen que somos todos genios, porque me parece que nos autoelogiamos demasiado. Hacíamos lo que nos gustaba y punto, no éramos Bertolt Brecht o Bergman caminando por calle San Martín”.

Le gustaba decir que disfrutaba mucho escribiendo. “Y si no, disfruto más viendo teatro. Me parece también que el teatro es para ser visto y no sólo para ser leído... Digo que hay obras que se sostienen a partir del texto y hay otras que se sostienen a partir de que el autor es un director muy imaginativo que crea una puesta para esa obra y que, fuera de esa puesta, no sé qué pasaría. En cambio, hay obras que son sólidas, es decir, yo tomo un Discépolo y es una roca. No hay manera de destruirlo”. Para plantear con contundencia su rol como autor, dijo entonces: “Creo que hay que partir del texto”.

Este año, en el Congreso de Dramaturgia realizado por la Biblioteca Hueney en Zapala y San Martín de los Andes, Carlos Pais fue el presidente honorario. Todos los días tuvo activa labor en cada uno de los debates, presentando a los panelistas. Allí se ganó el afecto de todos. Lo acompañó su esposa, Elisa Fernández Navarro, quien lo sostenía con todo su amor. En ese ámbito, reconocido y sumamente querido por sus pares, transmitió sus conocimientos y su bonhomía, dejando a todos un cálido mensaje de agradecimiento. Será recordado como lo que mejor sabía ser: un buen hombre.

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En su Santa Fe natal, Pais participó en agosto del año pasado en las Memorias del Teatro Santafesino.

Foto: Flavio Raina