Por la galería

“El arte es un goce, una

necesidad espiritual”

Guillermo Aleu cuenta su experiencia al frente de la sala de exposiciones AG Arte, que montó hace un año y medio en barrio Candioti. Sin perder de vista la posibilidad de formar un mercado, pone el acento en la necesidad de difundir el goce estético y la educación del público.

Laura Osti

Guillermo Aleu es el galerista dueño de AG Arte, una sala privada de exposiciones ubicada en pleno corazón de barrio Candioti, sobre bulevar Gálvez, enfrente de la plaza Pueyrredón. Aleu es arquitecto de profesión y amante de las artes plásticas junto con su esposa, Marcela Mista, quienes en un momento decidieron compartir con otros su gusto estético. Primero, en el estudio de arquitectura de Guillermo, y después, en este local, destinado especialmente a los artistas más jóvenes de la ciudad, que pueden darse a conocer y también vender sus obras.

“No hay una formación, por lo menos a nivel local, para llevar adelante una sala de arte”, advierte Aleu. “Lo nuestro fue inicialmente como un hobby, que es el coleccionismo, de ahí la posibilidad de tener un lugar de algún modo organizado, bien iluminado, afín para poder disfrutar de las obras que uno tiene. Por eso en un principio, la sala es una extensión de nuestra casa. Yo soy arquitecto, entonces aprovecho un sector de mi estudio para armar la sala. Como consecuencia de eso, surgió que no podía agotarse ese pequeño lugar, bien armado, en la mirada quizá egoísta de lo que teníamos y con un público limitado a quienes me encargaran trabajos por mi profesión, entonces decidimos con mi esposa ceder el espacio a la gente que tiene vocación de artista y se dedica a esa actividad, los alumnos que se inician hasta quienes han concluido sus estudios y están exponiendo sus trabajos en distintos lugares de la ciudad. Nosotros ponemos el énfasis en los artistas jóvenes”, recalcó.

“Aquí, en este lugar, estamos desde octubre de 2007 y abrimos al público a partir de febrero de 2008. La pretensión es llegar a unos primeros cinco años manteniéndonos en actividad. Soy arquitecto, amante de las artes, tengo un cargo de docente en la Universidad (Nacional del Litoral), en la cátedra de Morfología (de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo). El arte es un hobby compartido con mi esposa, y tiene que ver con la educación de mis hijos, más de lo que pueda decir con lo que nos vean hacer. Siempre digo que es una necesidad espiritual, no tiene tanto que ver quizás con la adquisición de un bien material. El arte no tiene una finalidad material directa, es un goce... si bien tiene una visión como negocio y como inversión, que no hay que perder de vista, lo estamos haciendo como una forma de ver la vida y el mundo, y apostar de algún modo a ese crecimiento, al diálogo interior”.

Guillermo y Marcela tienen dos hijas, Paloma, de diez años, y Zoe, de ocho.

Doble función

Aleu dijo que “estamos tratando de armar y afianzar un mercado que existe, pero está muy disperso, en ese sentido, la nuestra es la única sala privada que lleva adelante esta doble función de promover artistas jóvenes para que puedan hacerse conocer y vender sus obras, para así crecer. La idea también de ir educando al público, nosotros tenemos un público distinto del que habitualmente se ha ido viendo en muestras, irrumpimos en escena en un ámbito distinto y fuimos convocando a la gente que nosotros conocíamos, amigos, colegas, que se han ido acercando, entonces se va formando una trama paralela a la habitual. Nosotros tratamos de responder a la expectativa de la gente tratando de sorprender con las muestras que organizamos, preferentemente con artistas jóvenes”.

Nos incluimos de algún modo dentro de lo cultural santafesino y queremos que sea una semilla bien plantada de modo que aquel que continúe, aquellos que empiezan a estudiar, vean que hay una genuina posibilidad de exponer lo que hacen. Nuestro espacio es chico pero con mucha energía para llegar y convocar. Y recientemente inauguramos un local en el sur de la ciudad, con una finalidad más manifiesta que es la venta de las obras”.

Aleu celebra asimismo que en Santa Fe diversos organismos oficiales, académicos y empresas, ceden a veces una sala o adaptan un espacio para hacer muestras, aunque el galerismo no sea su actividad principal, y destaca la actual gestión municipal como impulsora y organizadora de muchos eventos culturales en la ciudad.

También elogió el importante legado de artistas plásticos que tiene la capital santafesina en el que, dice, sobresale el Grupo Setúbal, integrado por Ricardo Supisiche, Matías Molina, Fernández Navarro y Espino, quienes “continúan marcando tendencia y provocan una fuerte admiración del público”, aunque advirtió que “se nota un vacío de producción en la época del proceso, no sé si hubo una autocensura o qué pasó, pero se nota un período de silencio en la producción plástica en esa época”.

“El arte es un goce, una necesidad espiritual”

Guillermo Aleu en su sala de arte de bulevar Gálvez 1616.

Foto: Flavio Raina

El concepto de curaduría

La oportunidad es propicia para hablar con Guillermo Aleu acerca del término “curaduría”, hoy muy utilizado pero cuyo significado no siempre está debidamente precisado. “La curaduría es una especie de selección, pero es más complejo que la selección de obras con vistas al montaje para una posterior muestra”, explica Aleu. “Tiene como la finalidad más directa y explícita el armado, el montaje, la selección de piezas, obras, no sólo por una cuestión temática, sino también por una cuestión de períodos en la obra de un artista, si es la obra de un artista o las obras de una pinacoteca, a lo mejor una colección privada o por ejemplo que un museo municipal o provincial o nacional decida hacer una muestra de su patrimonio, que se organiza según un criterio”, añade.

El galerista santafesino considera que “todos los artistas tienen ese deber de ser curadores, algunos asumen el rol como un hecho vocacional, acá en Santa Fe no hay profesionales curadores, en general es parte de la actividad de un galerista o de un director de un museo, porque es quien entiende. Pero comprende no sólo al arte, se hace en otras actividades también, a veces en concursos de arquitectura o muestras de otra naturaleza se suelen hacer curadurías también. Es un criterio o concepto que se aplica para llevar adelante esa selección y el posterior montaje, también hay que establecer un recorrido, una indicación sobre cómo se puede dirigir al público para que entienda ese recorrido dentro del espacio”.

También comenta que “en Buenos Aires no hay sala ni museo sin que tenga su curador profesional que se dedica pura y exclusivamente a eso, aquí no es así, el curador oficia muchas veces de marchand. La curaduría tiene que ver con la preservación de la persona o la obra a exponer, es sinónimo de lo que es protección, proteger al artista, su obra y la sala”.