Señal de ajuste

Tiempos de monstruos

Roberto Maurer

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Con el dengue y la gripe A reaparecieron los Mediáticos, y para colmo son los Antiguos Mediáticos, ya que la única novedad es la travesti Zulma Lobato, salvo que exista alguien que tenga en cuenta a Tomasito. Cuando se pregunta quién abrió los portales del infierno para que Jacobo Winograd, Guido Suller, Ricardo García y Mitch reingresaran al mundo, todos miran a Anabella Ascar, la rubia de hombros estrechos que todas las noches realiza reportajes para Crónica TV, el canal de su marido. Anabella, casi desconocida hasta hace poco, no pestañea ante las manifestaciones bizarras más extremas, hasta las busca. Y Anabella es quien ha definido con mayor profundidad el papel de los mediáticos en la sociedad argentina, al sostener que surgen en el momento en que una crisis social llega a su límite; “cuando los sistemas quiebran, los mediáticos florecen”, dijo, y relacionó el fenómeno con los últimos años de Menem, el 2001 y, ahora, con el naufragio del kirchnerismo.

El inconsciente colectivo crea monstruos en los tiempos difíciles, señala una forma clásica de interpretar el advenimiento de King Kong y Frankenstein a la cultura de masas durante la Depresión. El miedo social sería, entonces, el partero de los esperpentos, y una manera de exorcizarlo*.

La génesis

Los historiadores sitúan el origen de los mediáticos en el caso Cóppola, y a Mauro Viale como el artífice involuntario que, sobre la marcha, fue modelando los personajes que vomitaba esa zona espiral de la sociedad, donde conviven los famosos y sus parásitos. La obra magna del género fue “Zap”, que Marcelo Polino dedicó por completo a la fauna de mediáticos, a quienes reunía en el estudio con resultados inesperados, al punto de que a ratos parecía una representación de teatro de vanguardia.

Cuando el Canal América intentó tomar un rumbo de mayor jerarquía artística, se deshizo de Mauro Viale, en tanto que sus procedimientos malolientes no se identificaban con la nueva altura estética pretendida por la emisora. Y se ha señalado una paradoja: los mediáticos han vuelto al hogar, a América mismo, contratados en calidad de artistas y en el programa del anfitrión más cool del país: Roberto Pettinato.

En realidad, las lecturas sociológicas son chatarra intelectual frente a una realidad básica: hay crisis económica y los mediáticos son baratos, y a veces gratuitos. ¿O Pablito Echarri cuesta lo mismo? ¿Qué te pasa?

Un mundo no tan perfecto

En cuanto a Pettinato, su historia reciente amenaza con colocarlo detrás de Nicolás Repetto en el ranking de la LGFA (Liga de Grandes Fracasos Argentinos). Parecía martillo y resultó yunque. Dejó “Duro de domar” peleado con el productor, pero acariciando un sueño, el de convertirse en el David Letterman argentino en un too late night show. Así nació “Un mundo perfecto” en la medianoche de América y la frustración fue tan grande que llegó a medir cero, según destacaron sus enemigos. El programa cambió de horario, sin éxito, hasta que se llegó a esta versión degenerada de los sueños de Pettinato, con un elenco que integran Jacobo Winograd y Guido Suller.

El relanzamiento o debut fue anunciado aparatosamente, como si los nuevos panelistas fueran Oprah Winter y Larry King, y se produjo accidentadamente, ya que Pettinato, se sabe, fue hospitalizado unos días antes con un desgaste nervioso que tal vez provocó la pesadilla que se avecinaba.

En realidad los mediáticos no son más idiotas que muchos panelistas de la tele, han inventado fábulas que quizá no pasarían por la cabeza de libretistas profesionales y ya son una especie de cómicos aficionados, con los cuales Pettinato hasta ahora ha sabido lidiar. A Pettinato no le faltan condiciones para desenvolverse en cualquier contexto de la televisión, ni reflejos, y supera a cualquiera de sus colegas. Es histriónico, construye complicidades con el público, y sus comentarios son tan agudos como precisos.

En los primeros programas, los dos mediáticos se convirtieron en la atracción principal, aunque podría ser inevitable: en materia de cociente intelectual debe considerarse que Luli Fernández y Amalia Granata no constituyen un gran aporte. Pettinato no sólo parece haber encontrado una fórmula para explotarlos, sino hasta se sentiría más cómodo con ellos que con panelistas convencionales.

En el tercer programa, los sillones de los mediáticos estuvieron vacíos y sólo aparecieron en notas grabadas. Al parecer, en estas incertidumbres de la tele, los mediáticos se limitarán a desempeñarse como noteros, para tranquilidad de los fans de Pettinato, ante un programa que se estaría transformando en el “Duro de domar” de la buena época.

(*) Es posible remontarse a la crisis de la Ciudad-Estado con la aparición del escapismo de Aristipo en el pensamiento helenístico. Y Epicteto no es Platón, del mismo modo que Jacobo Winograd no es Alfredo Alcón.

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