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Una lucha para ayudar a quienes lo necesitan

Por iniciativa de los vecinos y de la parroquia del barrio, Santa Rosa de Lima se moviliza para celebrar, el 30 de agosto, la fiesta en honor a la patrona de América Latina. TEXTOS. GRACIELA DANERI. FOTOS. NÉSTOR GALLEGOS, LUIS CETRARO Y GUILLERMO DI SALVATORE

La parroquia Santa Rosa de Lima dispone de tres lugares de culto: las capillas Inmaculado Corazón de María (en Juan de Garay y Aguado) y la de Cristo Rey (llegando a Suipacha, sobre el 3er. Pasaje), así como de un oratorio en el barrio Arenales. Y ligados a ellos se desarrollan obras de caridad y de promoción humana.

Existen allí centros de alfabetización y guardería infantil, comedor de ancianos donde reciben alimentos a mediodía cerca de 70 ancianos del barrio y, entre otros, La Casita de los Chicos, “que es en cierta manera la joyita de la parroquia”, explican el párroco de Santa Rosa de Lima, presbítero Diego Ferrer, y la hermana Minih, procedente de la India, que pertenece a la Congregación de las Hermanas de la Providencia.

El almuerzo patronal que se realizó el 27 de junio último y al que fue invitada la revista Nosotros, brindó la oportunidad de hurgar en algunas cuestiones que son, en general, desconocidas para la mayoría de la población (y funcionarios) que no viven ni frecuentan la realidad de los barrios donde se enseñorea la pobreza, donde las urgencias de los más necesitados llegan a lacerar el corazón de la gente de buena voluntad que se acerca a ellos.

LA CASITA DE LOS CHICOS Y ALGO MÁS

La Casita de los Chicos -cuyo patrono es San Miguel Arcángel- es un centro de día, al que concurren diariamente alrededor de 170 niños. ¿Qué hacen allí? Pues bien, por la mañana funciona una guardería para pequeños de 3 a 5 años, así como diversos talleres (de pintura, dibujo, manualidades, costura, las chicas hacen muñecas) en los que colaboran las mamás que enseñan lo que saben; una maestra de la escuela Santa Rosa de Lima va a enseñar folclore -cosa que entusiasma a la pibada-, y se practican deportes dos veces por semana, por la mañana, con un profesor que aporta la Municipalidad de Santa Fe.

“Algunos profesores en distintas especialidades se acercan aquí para ayudar, pero no tienen trabajo, así que cuando lo encuentran obviamente dejan de venir, porque también ellos son pobres y necesitan trabajar. Sería muy bueno que entre todo lo que nos ayuda la Municipalidad, también nos ofreciera docentes para los talleres y alguno más para deportes para que viniese a la tarde, porque esto entusiasma mucho a los chicos”, piden.

“Tenemos el proyecto de poder reunir también a adolescentes, a los que les gusta mucho el vóley, y esto sería importante porque es una forma de alejarlos de la calle; pero nos encontramos ante el mismo escollo: la falta de profesores”, insisten desde La Casita de los Chicos.

En esta especie de complejo educativo-formativo disponen también de una carpintería, con todas sus máquinas habilitadas, pero no funciona, otra vez ...¡por falta de personal!; hay un taller de herrería, donde pibes que participan de la vida parroquial forjaron las rejas de Santa Rosa de Lima; y hay un gabinete de computación donde enseñan voluntarios.

“Justamente es a partir de ese taller que deseamos que se vaya poniendo en marcha la capacitación técnica de la escuela, pero veremos...”, dice el padre Ferrer, agregando que la cuestión es cómo ir integrando todo, para lograr algo sistemático, con permanencia en el tiempo y con docentes que reciban un sueldo, porque ya sería otra cosa.

LOS QUE FRENAN EL INCENDIO

Hay que recordar y destacar que existen cantidades de obras de voluntariado en el país que le están frenando el incendio al Estado, y a pesar de ello no tienen el respaldo mínimo por parte de aquél con una ley que por lo menos ponga a cubierto las obras. Y son muchas las que se están trabando por este motivo, así como muchas también las que se han hecho y se han perdido en el tiempo o se detuvieron en su crecimiento por no tener esa cobertura.

Pero la solución debe ser a nivel nacional, porque al ser cuestión laboral cualquier norma provincial, a la hora de un juicio, cae frente a la legislación nacional. “Estamos completamente atados”, dice con tristeza el párroco.

En este sentido y sin entrar en temas muy espinosos, debemos reconocer que se tratan y se retratan leyes que son privilegios para sectores mínimos, muchas veces infundados y otras contrarios a la ética, mientras que cuestiones como las expuestas que afectan a los necesitados de todo el país quedan sin resolver, porque estamos movidos por ideologías, por intereses parciales. “Es muy triste, es una manera de vender la patria”, apunta con franqueza el párroco.

MÁS OBRAS DE LA PARROQUIA

Enfrente de la Casita de los Chicos está la capilla Cristo Rey, que en una de sus salas tiene un taller de alfabetización y pegado a ella el comedor de ancianos, en el cual se está tratando de poner en marcha un microemprendimiento de panadería que se llama Chiquinonos (o sea los chicos que trabajan por los abuelos). “Además, remando con eso y trabajando con la linda mano de la gente de Terapia Ocupacional de la Universidad, el comedor no es sólo eso, sino que hay talleres diversos, actividades con los abuelos, desde huerta hasta artesanías y ahora venimos avanzando con lo relativo a la actividad física para los adultos mayores, como hacer bicicleta para mejorar su salud. Pero volvemos a lo mismo: hay limites porque son pasantes. Pero quiero dejar bien claro que la excelente buena voluntad de la gente de Extensión Universitaria queda fuera de discusión porque son una gran mano”.

Otra de las obras de la parroquia Santa Rosa de Lima es el taller de Nazareth, cerca de la casa de las Hermanas de la Providencia, que en este momento está trabajando de a poco un taller de costura junto a otro de serigrafía (impresión de telas) para transformarlo en un microemprendimiento.

Pero hay aún más para el asombro en esta obra increíble y hasta casi ciclópea de Santa Rosa de Lima: el Hogar de Ancianos San Joaquín, que funcionara como tal hasta 2003, cuando se perdió porque tuvo 6 metros de agua.

Pero el lema que impera aquí es jamás bajar los brazos: desde ese mismo momento se comenzó a batallar para sacarlo adelante, sobre todo con la ayuda de muchas instituciones, particulares, gente de bien y...¡una muy insignificante colaboración por parte del Estado!

LOS ESCOLLOS SE REPITEN

No obstante, la desgracia recayó sobre él en 2007, ya que nuevamente se repitió el mito de Sísifo: cuando se estaba proyectando su rehabilitación como hogar -porque venía funcionando como centro de día-, volvió a tener medio metro de agua adentro... Así y todo, aún hoy está trabajando como tal, sin dar el brazo a torcer, desarrollando talleres de manualidades, particularmente con las abuelas quienes, además y junto a los voluntarios permanentes, se ocupan de la cocina.

Realmente el hogar podría definirse como una joya, y según relata el padre Diego, vendrán misioneros a alojarse allí, “porque nosotros decimos que es un cuatro estrellas, muy arregladito, decorado y con cortinas pintadas a mano por las abuelas, en fin, todo hecho con amor”.

Y otra vez más aparece aquí un gran escollo para rehabilitarlo como hogar. “La gestión actual se ha puesto muy exigente -y creo que con razón, confiesa el párroco- en cuanto a que en un hogar donde haya ancianos esté todo el personal necesario para que sean bien atendidos. De nuevo, necesitamos ese personal pago, y obviamente con los recursos que puede generar la parroquia y con los aportes de los abuelos esto es imposible. Estamos varados de nuevo. Hay mucho para hacer. Quiera Dios que los que puedan hacer algo o dar una mano para que se haga, la den, ya que en definitiva es un bien para todos”.

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La parroquia Santa Rosa de Lima es uno de los centros de encuentro y atención comunitaria en el barrio.

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Diferentes actividades sociales, recreativas y culturales se desarrollan en La Casita de los Chicos.

LA LEY DE VOLUNTARIADO

Reglamentar una ley de voluntariado en un país como el nuestro debe ser dificilísimo, “pero lo que uno se plantea es hasta qué punto, mientras esa ley se reglamenta, no sería viable poner bajo un paraguas legal a instituciones transparentes, con un respaldo moral e histórico indiscutible, como pueden ser, entre otras, Cáritas o la Cruz Roja, que muchas veces terminan haciendo lo que correspondería a una acción del Estado”, advierte el padre Diego Ferrer.

“Entendemos que cuando esa ley se reglamente podrá dar lugar a la aparición de gente inescrupulosa y malintencionada que tratará de hacer pasar como voluntario a un trabajador formal, encubriendo así un trabajo real, o bien vendrá alguna persona en situación de necesidad extrema, con un abogado que le llenó la cabeza, y frenará una obra de la que se beneficia un barrio entero, del que se sacan chicos de la calle, donde se rescatan familias completas”, dice, comprensivo, el sacerdote.

Ése es uno de los grandes puntos. Lamentablemente muchas cosas se pierden por falta de esa reglamentación. Porque los voluntarios también son gente que tienen necesidades acuciantes, en razón de lo cual el mismo Estado podría ofrecerles un incentivo con ayudas económicas por vía institucional.

“El problema se plantea cuando esa persona que comienza a recibir unos pesos ya se encuentra en condiciones de hacer una demanda laboral y si la hace, los que tenemos que poner la cabeza somos nosotros y no tenemos con qué”, analiza con lucidez el padre Ferrer.

Y eso es lo que ocurre con los profesores en un taller, por eso muchas veces, aun teniendo todas las condiciones para llevar adelante alguna iniciativa, esto no se concreta porque no se tienen las espaldas cubiertas desde el Derecho.

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AYUDA

El presbítero Diego Ferrer reconoce que tanto “la Municipalidad como Extensión Universitaria de la Universidad Nacional del Litoral constituyen una gran ayuda para nosotros, porque más de una vez nos han dado una buena mano, y tenemos convenios”.

FALENCIAS

A modo de ejemplo, citó que “hay estudiantes de Terapia Ocupacional que vienen haciendo pasantías y su trabajo es muy bueno y positivo, pero el tener una periodicidad cuatrimestral implica todo un reacomodamiento de las relaciones humanas, por lo cual, desde ese punto de vista, serviría mucho más disponer de profesionales permanentes”, reclama Ferrer.

VOLUNTARIADO

Aquí aparece uno de los grandes problemas que tienen todas las obras comunitarias: la ausencia, en el país, de una ley de voluntariado reglamentada. La ley está aprobada, pero nunca fue reglamentada, lo cual es lo mismo que nada.

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