Apuntes de política provincial

Después del Exocet

Teresa Pandolfo

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Ya son conocidos los efectos de la firma de Roxana Latorre al dictamen kirchnerista de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado de la Nación. El Poder Ejecutivo nacional cuenta con facultades delegadas por un año más, incluida la autorización para fijar las retenciones a la producción agropecuaria.

El hecho está consumado y debe asumirse así con todas sus consecuencias políticas. El país retrocedió en calidad institucional y, específicamente en relación con la producción de esta provincia, las esperanzas se pulverizaron nuevamente. En el orden político interno, el caso resultó un bochorno, un hecho que no debió haber sucedido nunca, cualesquiera fueran sus motivaciones.

Por la vía del absurdo

Explicar lo que es inexplicable no es posible. Apelando a una respuesta por la vía del absurdo habría que preguntarse qué interés lo movería a Carlos Reutemann a “suicidarse” políticamente, como esta periodista escribió en las primeras horas del miércoles pasado.

El compromiso del legislador con el campo es un compromiso de vida, casi una cuestión cultural en él, que luego trasladó al plano político. No cabe en la cabeza pensar que Reutemann, luego de un año y medio de conflicto entre el gobierno nacional y el sector agropecuario, fuera a dar acuerdo para la fijación unilateral de las retenciones por parte del Poder Ejecutivo.

Es inocultable, además, la sorpresa por la postura contradictoria de la senadora Latorre. No pudo dar razones de su rúbrica para nada necesaria (si no se está de acuerdo, directamente no se firma) y los cambiantes comentarios posteriores, aportaron más oscuridad que luz a lo sucedido.

Lo real es que la legisladora resultó directamente funcional a lo que perseguía la Casa Rosada: más concentración de poder y cerrar cualquier camino alternativo que pudiera plantear la oposición. La misma acción sirvió para esmerilar -por decirlo en un término suave- la posibilidad de un emergente en el justicialismo que le hiciera sombra a Néstor Kirchner para el 2011. Ahora, están abiertas todas las vías para “profundizar el modelo”.

En este plano, el golpe fue duro, casi un Exocet para Reutemann, porque lo descolocó ante su electorado (su primera responsabilidad) y porque mantenía con la senadora más de una década de relación personal y política.

El misil cayó en el terreno que constituye el principal capital de Reutemann: el cumplimiento de su palabra o de un compromiso adquirido. Y si había uno en los últimos tiempos era su posición pública de que no habría reencuentro con los Kirchner, y mantiene la misma tesitura que meses atrás.

Resulta falaz también decir que en los ámbitos reclamantes de cambios de políticas para la producción en Santa Fe hubo intención de producir un adelantamiento del fin del mandato de la presidenta de la Nación.

Esta periodista sigue la actividad pública de Reutemann desde que decidió hacer política y afirma que por su origen y sus años vividos en el Viejo Continente, si hay un escenario que siempre le preocupó fue el de la gobernabilidad.

Estuvo preocupado por ello y así lo expresó en los últimos tramos de la gestión de Fernando de la Rúa; negó en abril del año pasado que hubiera intenciones destituyentes en los piquetes de jóvenes productores, que recorría en plena protesta agraria. Y volvió a manifestar la necesidad de preservar la gobernabilidad ante el nuevo mapa político del país, en la madrugada del 29 de junio, a minutos de conocido el triunfo de Santa Fe Federal por el 1,48 % de los votos. En esas primeras declaraciones, al calor de la algarabía en el búnker reutemanista, remarcó que debía cuidarse la gobernabilidad.

Luego del cimbronazo interno siguieron, como efectos, una profunda desilusión y la expulsión de la senadora del bloque, actitud que mostró al ámbito público quién era quién.

Posteriormente, vino la solicitud de “un gesto de grandeza” (directamente, la renuncia

de la senadora a la banca) por parte de todos los integrantes de la bancada justicialista en el Senado provincial, y el pedido de explicaciones de los diputados del Frente Progresista a Reutemann por la conducta de Latorre.

Pasará tiempo hasta que se decanten tantas consecuencias, máxime porque es real que el senador fue quien eligió a los integrantes de las listas de candidatos de los últimos comicios y la senadora resultó reelecta para otro mandato. Sin ironía, es procedente preguntar, ¿a qué más nos tendremos que preparar los santafesinos? Y cabe aquí el sustantivo colectivo, porque no se debe olvidar que más de un 70 % de la población de la provincia no votó por los candidatos kirchneristas.

Organización

De toda crisis tendría que surgir algo mejor. Esta triste experiencia deja una enorme lección: los partidos deben reorganizarse formalmente y procurar llegar a acuerdos internos que den origen a reglas claras.

La figura del caudillo -que maneja los hilos del poder por relaciones basadas en adhesiones incondicionales y afectivas- debe dejar paso al lugar del líder elegido orgánicamente, que es conductor de proyectos que responden a un contrato social y no meramente de personas sin derecho a opinión. Y esto, en los tiempos que corren, no puede lograrse sólo la impronta de un hombre sino que resulta el fruto del trabajo de grupos de estudio y de estrategas que interactúan y se autocontrolan mutuamente.

Santa Fe Federal deberá resolver su problema interno dentro o fuera del justicialismo, a fin de dar lugar también a nuevas generaciones de dirigentes que orgánicamente sean expresión de su militancia y de su electorado. De esta manera, las responsabilidades serán compartidas y surgirá más materia gris para resolver las cuestiones que profundamente importan a la población. De no ser así, ocurrirá otra vez lo que expresa el dicho popular: “Hasta al mejor cazador se le escapa la liebre”.

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Reutemann conoce ahora hasta dónde llega la mano del adversario.

Foto: Pablo Aguirre