fuente DI LUCCA COMUNICACIÓN  foto el litoral

El juego como experiencia compartida

Los seres humanos juegan en diferentes edades. y aunque las propuestas lúdicas varían en las distintas etapas, siempre forman parte de la vida.

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En los niños, el juego tiene una función particular: para ellos jugar es aprender sobre el mundo que lo rodea, sobre qué objetos existen, para qué sirven, aprender sobre sí mismos y sobre los demás.

El juego permite al niño sentirse causa, ejercer sus poderes, ver concretada su capacidad de producir algo y, de esta manera, incrementar su autoestima, su imaginación, su desarrollo intelectual y motriz.

El juego es la vía ideal para transformar sus sentimientos y emociones en acciones, dado que no cuentan con un lenguaje fluido para expresarse. Los juegos también dan cuenta sobre la etapa del desarrollo en la que se encuentra, ya que estos van variando a medida que el niño crece porque se amplían sus intereses y habilidades.

“No importa la cantidad de tiempo que los padres jueguen con los niños, sino la calidad del mismo. Es fundamental la dedicación de un tiempo exclusivo a jugar con sus hijos ya que cuando son pequeños, los niños aún no saben jugar con sus pares, juegan de manera “paralela’. Compartir el espacio de juego con los hijos aunque sea un ratito permite lograr una sintonía muy especial que fortalece el vínculo. Diversos estudios han demostrado que los padres que se relacionan con sus hijos a través del juego en la infancia, han tenido menos problemas en la etapa difícil de la adolescencia”, sostuvo Carolina Micha, psicóloga especialista en primera infancia de Primeros Pasos.

EL ROL DE LOS PADRES

La manera en que los padres intervienen en las experiencias de juego con sus hijos, en especial cuando son pequeños, influye en el desarrollo de personalidad del niño. Si el padre ofrece las respuestas servidas para la resolución del juego, el niño no debe realizar esfuerzo, por lo que se fomentará una personalidad pasiva, receptiva, sin la necesidad de esforzarse para llegar a un objetivo.

En cambio, si el juego le resulta demasiado complejo, le resultará inabordable y le llegará una imagen del mundo como un lugar difícil de acceder, generándole en consecuencia frustración e inseguridad.

“La mejor sugerencia es presentarle el juego en términos de desafío, estando a disposición para lo que necesite pero invitándolo a que intente, una y otra vez, resolver el problema, bajo el mensaje de que él puede lograrlo. De esta manera, se lo está valorando como persona, y se sentirá merecedor de dicha confianza lo cual favorecerá una personalidad más íntegra. El punto de partida para saber qué es lo mejor a ofrecerle en cada etapa de su desarrollo es detenernos y observarlos, brindarle el espacio para que nos indique qué quiere y qué necesita” sostuvo la Lic. Micha.

UNA ELECCIÓN PROPIA

Los niños necesitan tiempo disponible para jugar juegos libres y no autodirigidos. El niño inventará su propia manera de jugar, con sus propias herramientas. Los juegos más enriquecedores son aquellos que lo invitan a estar intencionalmente involucrados en lo que están haciendo, por ejemplo al dibujar, al bailar, al inventar una canción.

“A los niños hay que ofrecerles un juguete por vez y darle tiempo al pequeño para que lo explore y por sus propios medios descubra diferentes juegos o actividades para hacer con el mismo. La mejor receta es darle espacio para que nos pida, para poder elegir y sobre todo para desear y aprender a esperar” agregó Micha.

tips

CANCIONES

Ofrecer al niño diferentes canciones o melodías según la hora del día. Invitarlo a tocar instrumentos y a acompañar el ritmo.

TÍTERES

Armar juntos una obra de títeres e improvisar diálogos y canciones para estimular el lenguaje e imaginación.

CREATIVIDAD

Brindar al pequeño variedad de masas blandas, crayones y témperas, e invitarlo a explorar y a crear libremente su propia obra.

CUENTOS

Sonorizar el cuento: el padre puede jugar a ponerle a cada personaje una voz particular que lo caracterice. El niño se sentirá mucho más atraído por la historia.

DIÁLOGO

Ofrecer un espacio de escucha a las preguntas y opiniones del niño a partir de lo leído, para estimular su espíritu crítico e imaginación.