Cumbre del G-20 en Estados Unidos

Pacto entre ricos y emergentes

para evitar una nueva crisis

El G-20 estableció las bases de un nuevo orden económico que otorga más poder a los países emergentes -entre ellos Argentina- y reorganiza su participación en las grandes instituciones multilaterales.

Pacto entre ricos y emergentes para evitar una nueva crisis

Fuerte medidas de seguridad rodearon a la Cumbre de Pittsburgh en Estados Unidos, donde sesionaron los presidentes del G-20.

Foto: AGENCIA AFP

 

 

Por Jorge Svartzman

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AFP

Los países ricos golpeados por la crisis y los emergentes que se convirtieron en locomotoras de la economía mundial avanzaron en la cumbre del G-20 de Pittsburgh (Estados Unidos) en la coordinación de sus políticas para evitar un nuevo colapso financiero.

En la línea del “haber” de la cumbre, que se celebró el jueves y el viernes, figuran la sustitución del G-8 de países ricos por el G-20 (de industrializados y emergentes) como nuevo timonel de la economía mundial.

Los emergentes también tendrán más poder en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el Banco Mundial, con un traspaso de “al menos” un 5% de votos a su favor en el primero y de un 3% en el segundo. Esa resolución, según participantes en las negociaciones, generó gran resistencia en los europeos.

El FMI se encargará además de verificar que las políticas de todos los miembros del G-20 no amenazan los grandes equilibrios de la economía mundial.

La cumbre también resolvió evitar un retiro “prematuro” de los paquetes gubernamentales de reactivación, que contuvieron la onda expansiva de la crisis, aunque sin garantizar hasta ahora un repunte sólido.

Los líderes políticos proclamaron además su intención de apretar las clavijas a los bancos (con normas contra tomas inconsideradas de riesgo) y a las primas de los banqueros, aunque esas medidas, que generan una evidente resistencia, tienen plazos amplios o vagos.

En Pittsburgh, “llegamos a un acuerdo histórico para reformar el sistema financiero mundial con el fin de promover la responsabilidad y evitar el abuso, de manera que jamás volvamos a enfrentar una crisis como ésta”, dijo hoy el presidente estadounidense, Barack Obama, en su programa radial semanal.

En el “debe” de la cumbre, figura la brevedad con que trató las cuestiones de la liberalización comercial (se limitó a reiterar el compromiso de concluir la Ronda de Doha en 2010) y del calentamiento global (una mera denuncia de los subsidios a las energías fósiles), a dos meses de la decisiva Conferencia de Copenhague sobre el clima.

Balance positivo

El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, sacó un balance positivo, y afirmó que las conclusiones demuestran que “el mundo se está encaminando rápidamente hacia un nuevo orden económico”. Y eso ocurrió, según Lula, porque desde el inicio de la crisis los países ricos dejaron de sentirse “los dueños de la verdad”.

Obama llamó el miércoles al mundo a tomar “una nueva dirección”, caracterizada por el multilateralismo, en abierta contraposición con la postura de su predecesor George W. Bush.

Obama “reconoce implícitamente que Occidente no puede ejercer cualquier predominio en un mundo donde los países no occidentales, como China e India, están en ascenso”, afirmó Colin Bradford, cientista político del Brookings Institute.

La mayoría de los emergentes lograron limitar el impacto de la crisis (México, Brasil y Argentina) y algunos vuelven a crecer como si nada hubiera pasado (+7,8% interanual en el segundo trimestre en China y +6,1% en India), mientras Japón, Alemania y Francia emergen apenas de la recesión y Estados Unidos espera seguirlos a corto plazo.

Los occidentales pretenden que ese dinamismo lleve a China y a otros países del Sur a activar sus mercados internos para sustituir al aletargado mercado estadounidense como dinamizador de la economía mundial.

“En Pittsburgh, las principales economías del mundo acordaron continuar con nuestros esfuerzos por estimular la demanda mundial para que nuestra gente vuelva a trabajar”, dijo Obama en su programa radial.

Pero para que Europa y Estados Unidos puedan aprovechar esa dinámica habrá que superar escollos importantes.

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El presidente de EE.UU., Barack Obama, respondió con un efusivo abrazo al agradecimiento de la presidenta Cristina Fernández por la forma en que su gobierno había impulsado el nuevo acuerdo alcanzado por el G-20.

Foto: AGENCIA AFP/PRESIDENCIA

Para Cristina fue la Cumbre del “empleo”

La cumbre del G-20 en Pittsburgh sentó las bases para examinar la creación de empleo y de una economía sustentable, a juicio de la presidenta argentina, Cristina Kirchner.

“Fue una cumbre diferente que va encauzándose en el verdadero problema: qué tipo de crecimiento queremos”, dijo la presidenta a la prensa al término de la reunión, la tercera de los países industrializados y emergentes desde que estalló la crisis hace un año.

“Hubo mucho más protagonismo del tema trabajo”, resaltó Kirchner, quien confirmó que a partir del año que viene, el G-20 incluirá regularmente una reunión de los ministros de Trabajo.

“Esta cumbre empezó casi exactamente al revés (de) como terminó la de Londres”, dijo Kirchner en relación a la anterior reunión, que tuvo lugar en abril, y en la que se determinaron principalmente grandes paquetes de estímulo económico.

“En Londres acabamos peleándonos para que no se incluyera el término flexibilización laboral”, explicó la presidenta.

En Pittsburgh “el documento empezó precisamente recordando la necesidad de trabajo decente, como uno de los instrumentos fundamentales para afrontar la crisis”, enfatizó Kirchner.

 

 

OIT agradecida

Los líderes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “agradecieron” la iniciativa conjunta de los presidentes de Argentina y Brasil, Cristina Kirchner y Lula da Silva, que permitió que participaran de la cumbre del G-20, informó el asesor para temas internacionales del gobierno brasileño, Marco Aurelio García.

García señaló que la participación de la OIT fue producto de “una iniciativa conjunta” que los países sudamericanos tuvieron en la cumbre de Londres de abril de este año “y el resultado positivo de eso fue que el Director General de la OIT, Juan Somavía, está acá”.

Votos adicionales

Los dirigentes de los 20 países desarrollados y emergentes, G-20, se comprometieron en Pittsburgh, noreste de Estados Unidos, a transferir “al menos 3%” de los derechos de votos adicional en el seno del Banco Mundial, según la declaración final de la cumbre. Además acordó transferir “al menos 5%” de las cuota partes en el FMI a “países emergentes y en desarrollo dinámicos”.

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Más influencia de América Latina

César Muñoz Acebes - EFE

La consolidación del G-20 como el consejo directivo de la economía mundial ha dado a América Latina, representada por Brasil, Argentina y México, una presencia en los órganos de decisión del planeta que no había tenido nunca. Los tres países salieron satisfechos de la cumbre, que supuso un reconocimiento de la influencia creciente de las naciones emergentes en el mundo.

En el encuentro en Pittsburgh, los miembros del G-20 respaldaron una transferencia de por lo menos un 5% del voto en el FMI de los países avanzados a economías “dinámicas” en desarrollo.

Naciones europeas como Bélgica, Suiza e incluso Reino Unido y Francia previsiblemente perderán poder, pues están sobre-representados en el organismo en relación al peso de sus economías en el mundo.

El presidente de Brasil, Lula da Silva, quien ha sido el principal impulsor del G-20, estaba exultante tras el cónclave. “Hoy se ha consagrado el G-20 como el foro institucional para cuidar de las cuestiones económicas”, dijo en una rueda de prensa. “Estamos caminando rápidamente para un nuevo orden internacional”, aseveró Lula.

La mandataria argentina, Cristina Fernández, también celebró la consolidación del G-20, que refleja ese nuevo orden mundial. “Después de la II Guerra Mundial, los países en vías de desarrollo eran considerados como proveedores de materias primas o productos con escaso valor agregado”, apuntó. Sin embargo, “esto comenzó a cambiar con la aparición de nuevos actores que no sólo agregan un alto valor añadido a sus productos, sino también una mano de obra masiva”.