Llegan cartas

Sin anestesia

Clary Miroznik German

Ciudad.

Señores directores: El hombre responsable siempre se está buscando a sí mismo. Hoy, existe un exceso informativo y somos como una máquina de sentir, todo sin anestesia. El mundo es maravilloso y vale la pena luchar por él, aunque alguien dijo “estoy de acuerdo sólo con la segunda parte”.

Vivimos una época de ausencia de trabajo, sueldos mínimos, niños esclavos, seres hambreados, situaciones adversas, altibajos y una miseria que aplasta. Las páginas de los diarios están colmadas de casos policiales que hasta se convierten en una cuestión de Estado. En la televisión nos asombran los robos de toda índole que no son precisamente los del histórico aventurero llamado Robin Hood. Hay programas dedicados a policías y ladrones, donde se pone en duda si la primera es más bendita que maldita.

Hoy mentir es moneda corriente. Se encuentran dos amigos, uno dice: “El pánico no es buen consejero”; el otro afirma: “Lo siento, es lo único que tengo”. Hoy perderse en esta selva de la vida es bastante probable. Nunca lograremos convencer a todos, hagamos lo que hagamos. ¿Acaso queda algún Quijote en los caminos? “Lo peor de todo es que se está muriendo gente que antes nunca se moría”, dijo Chaplin.

Algo debe fallar en la política pues más de uno de cada diez argentinos pasan hambre en un país altamente productor de alimentos. Cuatro de cada diez trabajadores lo hacen en negro, lo cual los convierte en virtuales indocumentados laborales, sin acceso a obras sociales, a jubilación, a salarios dignos. Como un desempleado que vive de sus ahorros, la capacidad del país de afrontar sus obligaciones también es limitada en el tiempo.

Un buen nombre puede heredarse, pero eso no basta porque en la vida son las acciones cotidianas las que van dibujando a lo largo del tiempo la calidad moral e intelectual de cada individuo. En un mundo como el de hoy, lo que vale es el conocimiento. Dichoso el poeta, ve todo poético aun las cosas cotidianas. Ghandi, el sabio fundador de la India moderna, nos señaló los siete pecados sociales en pocas palabras, describiendo las causas de las crisis sociales, entre ellas comercio sin moralidad, riqueza sin trabajo, política sin principios. Hay falsos ilustrados y hay seres adornados de virtudes.

Hay maneras de acompañar a niñas y ancianos y algunos saben anestesiar sus tristezas escuchando la voz de su propio corazón. Siempre deberá prevalecer un concepto indiscutible, la sensatez: no dañar. En tiempo de desolación, abrir las puertas a la cultura y tener presente que para un futuro cercano hay que ir construyendo puentes que nos humanicen. Un mundo sin leyes no será nunca un mundo ideal.