Hace 7 años arrancó en Arroyo Leyes con un proyecto gastronómico
Juan Cáceres, un emprendedor que amasa el pan de cada día
Tras haber quedado sin trabajo buscó una alternativa laboral dentro de su propio hogar. Junto a su esposa, Graciela Monzón, encararon esta propuesta productiva y encontraron una salida interesante para sortear el impacto de la desocupación.
De la redacción de El Litoral
La tranquilidad que tanto se perdió en las ciudades prevalece en localidades como Arroyo Leyes. Ahí, todos se conocen y saben qué es lo que hace cada uno. Luego de recorrer parte de la Ruta 1, El Litoral se detuvo a la altura del kilómetro 14,3 -calle 62- e ingresó hacia el oeste en busca de Juan Daniel Cáceres, quien se ha ganado el reconocimiento y el respeto de los lugareños. Hace 7 años se animó a encarar un proyecto propio -elaboración de pan casero, facturas y comida- junto a su esposa, Graciela Monzón; y de a poco, logró posicionarse en esta zona.
Todo esto surgió cuando Cáceres quedó sin trabajo -estaba empleado en el criadero de Integración Avícola-. “Tenía 50 años y a esa edad es difícil que te llamen para hacer alguna changa o darte un puesto, entonces con mi mujer decidimos que teníamos que hacer algo para sobrevivir. Y así fue como empezamos a elaborar empanadas y pizzas para vender en las distintas casas del pueblo; y después probamos con el pan casero -con chicharrón y sin chicharrón, entre otras variedades- que fue lo que mejor anduvo. Todo el pan que hacemos se vende”.
Para que la producción esté a punto, estos emprendedores se levantan todos los días a las 4 de la mañana, amasan y ponen el pan en el horno para que a las 7 se pueda empezar a vender. Y desafiando a las heladas en invierno y a esta fresca primavera, Juan recorre las callecitas de la zona en su bicicleta o en su moto cargadas de distintos productos, pero, principalmente de pan casero. Cada pan cuesta $ 2 y hoy elaboran entre 30 y 40 panes por día. La gente de la zona y algunos clientes de Santa Fe son sus principales compradores.
La mayoría de la gente ya está acostumbrada a que Juan pase todos los días a la misma hora a ofrecer sus productos. Los fines de semana es cuando más trabajan porque además de los clientes del lugar están aquellos que llegan a descansar durante esos días. Esta pequeña fábrica no se detiene en ningún momento, salvo que “veamos que está por llover. Si el tiempo está feo hacemos menos cantidad de pan porque es más complicado para salir a vender; mientras que si está lindo y soleado, elaboramos mucho más y salgo a la calle porque si uno no sale, la moneda no viene a casa”, recalcó Juan.
Los frutos del esfuerzo
Gracias a este trabajo, Juan y su esposa lograron salir adelante y no bajar los brazos. Graciela es la encargada de guardar todos los días una pequeña porción de las ganancias diarias para contar con un ahorro a fin de mes. De esta forma, lograron hacer algunas mejoras en su hogar y adquirir una mejor calidad de vida.
Por eso, “agradezco a toda la gente que siempre me ha comprado porque con su compra nos está ayudando a seguir”, remarcó Juan en distintos momentos de la charla.
Es que hay veces “uno se decae o está un poco enfermo, no puede producir como quisiera y no entra un peso”; pero, gracias a Dios y a la gente que nos vuelve a comprar logramos salir adelante”, reconoció Juan Daniel Cáceres.