De domingo a domingo

Microclima K avanza a los codazos, mientras los empresarios no ven referentes

Hugo E. Grimaldi

DyN

Las actitudes del gobierno son de un autismo muy especial. Los Kirchner se amparan cada vez más seguido en un microclima de adictos que aplaude desde las chicanas hasta los yerros presidenciales, mientras les soplan las orejas con vientos de gloria, en los cenáculos que se organizan casi a diario en la Casa Rosada. La claque oficial sonríe, ovaciona y festeja y además le paga al matrimonio las invitaciones diciéndole que son más vivos que los opositores, porque toman como suyas las banderas de los demás y hacen parecer que tienen la iniciativa.

“Todos pedían una reforma política, todos reclamaban la asignación por hijo y Cristina lo hizo”, se ufanan. Durante la semana, el gobierno avanzó en el proyecto de retomar las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias para las elecciones de 2011, mientras que impuso por decreto un pago también obligatorio, aunque no universal, de $ 180 mensuales, destinado en esencia a los hijos de desocupados y de quienes trabajan en negro, que se instrumentaría a través de una tarjeta de débito que promete no ser clientelar, aunque habrá que ver quién las entrega y cómo se irán reponiendo los fondos, más allá de las dificultades que se van a presentar a la hora de identificar de modo fehaciente a los beneficiarios y de controlar su asistencia a clase y la aplicación de vacunas.

Sin embargo, una mirada algo más crítica encuentra que el primer proyecto socializa y pone en manos del Estado la propaganda electoral, pero que además prohíbe no sólo las encuestas sino al periodismo hablar de ellas durante determinado tiempo antes de las elecciones.

En tanto, el decreto que le da vida al subsidio presenta un punto demasiado débil, ya que dispone que el dinero para los chicos salga de un Fondo de reaseguro jubilatorio que debería ser dedicado, por definición, a la inversión y nunca al gasto. La visión kirchnerista señala, con razón, que ambas cosas eran pedidas por los opositores, aunque le molesta terriblemente cuando la prensa expone esos peligrosos desvíos. También es cierto que ninguna de las dos propuestas fue desmenuzada hasta llegar a una síntesis con los demás actores de la política quienes, dicho sea de paso, a esta altura de la situación, ya recelan de todo lo que se les pone por delante desde el minuto cero, sólo porque le están buscando la trampa a cualquier proyecto oficial desde la primera coma.

El universo K

Para el universo K lo que vale es la política del hecho consumado y dicen que, como ellos ejercen el poder, son los que eligen los tiempos y los modos de ponerlos en práctica, aunque si hay una dosis de provocación, mejor. ¿Cómo debería interpretarse, entonces, la presencia en el Salón de las Mujeres Argentinas de la Casa de Gobierno de Milagro Sala, la jefa del Movimiento Tupac Amaru de Jujuy que prohijó el escrache al senador Gerardo Morales hace dos semanas y el abrazo solidario a micrófono abierto que le dio la presidenta cuando anunció la asignación por hijo? Pero cuando la oposición, los foros empresarios y algunos medios se apartan del libreto oficial y señalan, con algún grado de razonamiento, que ese gesto presidencial fue absolutamente irritativo y gratuito y que lo que se muestra como una dinámica efectiva de gobierno es en realidad correr detrás de los acontecimientos, lo que implica cierta debilidad, los funcionarios suelen desechar los argumentos desde la bajeza del insulto de tono maradoniano, desde la descalificación o desde la soberbia del ninguneo y nunca desde el debate de ideas, algo que la cerrazón del gobierno no contempla.

Precisamente, estos dos últimos supuestos correctivos fue los que intentó aplicarle el kirchnerismo no sólo al Coloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA) que acaba de cerrarse en Mar del Plata, sino a sus asistentes y a lo que allí se dijo. Los preconceptos le hacen pensar al oficialismo que la Reunión Anual de IDEA es otro microclima dominado por el noventismo, aunque la pluralidad de sus paneles y los ejemplos de países y políticas exitosas que allí se expusieron bien podrían servirle al gobierno, si quiere seguir con la línea que ha adoptado, como un disparador de sus propias propuestas. Pero en la política, como en las guerras o en los deportes, quien ocupa primero el terreno es quien tiene más chance de ganar la pulseada y en ese sentido, el Coloquio quedó definido, aunque le pese a sus organizadores, como un foro netamente opositor, no por lo que se dijo o se hizo, sino por la no presentación voluntaria de uno de los contendientes.

En cuanto al riesgo que decidió asumir el kirchnerismo de dejarle todos los espacios a la oposición y que las voces se hayan tornado monocordes habrá que ver los por qué y hasta ahora son todas especulaciones. Algunos asistentes señalaron linealmente que el gobierno no se anima a confrontar porque no tiene argumentos sólidos, aunque no habría que descartar que el microclima que se ha formado alrededor de la presidenta, que comanda su esposo, esté convencido de que a estas alturas no hay de qué discutir, ya que la verdad revelada es una sola. Lo objetivo fue que no hubo en los paneles de debate kirchneristas de ningún tipo, ni militantes ni adherentes y ni siquiera simpatizantes circunstanciales. Así, se notó la ausencia del banquero Jorge Brito y del diputado Claudio Lozano, quienes iban a integrar paneles de discusión y se excusaron por “problemas de agenda”.

También se registró una ausencia oficial notoria, la de la viceministra de Trabajo y ahora diputada electa, Noemí Rial, quien había trabajado activamente en la organización de un panel dedicado a “La calidad de los recursos humanos y las políticas sociales”, a quien probablemente se le sugirió que no viajara. Por otra parte, quedó muy desbalanceado el grupo de los jefes de bloque de la Cámara de Diputados, en el que se notó la ausencia del oficialista Agustín Rossi, por lo que el arista Adrián Pérez, el radical Oscar Aguad y el macrista Federico Pinedo tuvieron piedra libre para decir lo que quisieron del gobierno y para hacer promesas para después del 10 de diciembre, que ni siquiera ellos saben si podrán cumplir. Lo que enseña la comunicación es que una voz del oficialismo, al menos, hubiera servido para quitarle varios minutos a los dardos envenenados de los demás políticos.

Pegar duro

Pese al desequilibrio de fuerzas que provocó la no presentación, los organizadores tuvieron el prurito de pedirle a algunos oradores de probable ánimo belicoso que evitaran referirse a “este gobierno” y que se concentraran en políticas de más largo aliento, consigna que no pudo respetar el titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati quien pegó duro y por debajo de la línea de flotación, pero no sólo al gobierno, sino a sus pares.

“En los peores tiempos de nuestra pelea con el Gobierno éramos los ídolos en las mesas de los casamientos. Pero cuando aparecía un fotógrafo se corrían todos”, facturó Biolcati para decir que él igual entiende que “el empresariado es vulnerable”. En este Coloquio, si bien quedó de lado el miedo inveterado a las represalias de otros encuentros, también se notó que los empresarios cuentan -como dicen que hacen los presos- los días que le faltan al kirchnerismo.

En contrapartida, y aunque la encuesta de expectativas marcó como tendencia un leve repunte para 2010, algo que economistas y analistas certificaron desde sus proyecciones macroeconómicas, todavía no hay quien asegure que vaya a invertir, porque los hombres de empresa viven dudando a dos puntas: se lamentan de lo que llaman un “clima hostil de negocios” y no encuentran aún referentes de la oposición que los conforme.

Para un asistente, dueño de una consultora que se dedica a relevar diferentes mercados, lo que ocurre es que “aún hay incertidumbre sobre si Kirchner se va a levantar o no. Hay miedo de que dos buenas cosechas y plata suficiente lo pongan en órbita otra vez. Una empresa chilena, sólo una, está trabajando con la hipótesis de un cambio ideológico de gobierno y ya está haciendo inversiones, preparándose para el boom que podría venir”, confidencia. Igualmente, el clima no fue el mejor. La ratificación de una reunión de empresarios de fuste con Julio De Vido el miércoles pasado en su despacho, quien hoy no es un interlocutor que pueda incidir tanto como antes en Néstor Kirchner, apunta a marcar la preocupación del sector, aunque Biolcati pasó, en ese sentido, también su mensaje llamando a la rebelión: “Ya hemos hablado mucho con el gobierno. Coincidamos primero entre nosotros en algunos puntos y después comuniquémoslo a la sociedad”, puntualizó.

Ranking de aplausos y un silbido

En cuanto a la percepción del avance kirchnerista y de la pasividad opositora, el mismo Biolcati señaló que 30% votó a Kirchner para que profundizara el modelo y que eso es lo que ha hecho el ex presidente tras haber “leído” la elección “de modo correcto”, mientras que el otro 70%, al que representa la oposición, aún no lo ha hecho y que, por eso, “se observa una disgregación”. Quizás porque aún les falta tener a la vista a otros referentes de peso de la política, los empresarios que asistieron al Coloquio se cuidaron mucho de hablar públicamente y prefirieron manifestarse por sus aplausos en los discursos opositores, que el titular de la Rural se llevó a raudales, aunque no fue quien encabezó el ranking de las ovaciones. En este sentido, el ex presidente del Perú, Alejandro Toledo, fue un poco la estrella del Coloquio, ya que pronunció un discurso efectista, casi teatral y con poca sustancia, aunque armado a la medida de lo que el auditorio quería escuchar. Como si se hubiese aprendido todas las fallas del gobierno jugó con los dobles sentidos de modo permanente y criticó -al menos en aquello que querían imaginar los asistentes- de modo tangencial a los Kirchner y a sus métodos, lo que le dio un estupendo rédito. Sin embargo, por la significación política del encuentro, hay que destacar que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien sigue atado al kirchnerismo por lo que aclaró que su presencia era protocolar, estuvo sentado en la misma mesa que su segundo mentor, Eduardo Duhalde, quien en su presentación del día siguiente no se privó de pegarle al gobierno, sobre todo cuando describió lo que llamó “liderazgo extorsivo”.

Y entonces, a pesar de los organizadores y como no había nadie para retrucar, cada aplauso para el ex presidente se convirtió en un silbido para Kirchner.