Entrevista a José Manuel García Porta

“Jamás utilicé a la Justicia

para conseguir otros fines”

Mañana dejará de ser juez de Instrucción, para dedicar su tiempo a otras actividades. Se jubila luego de casi cuatro décadas de servicio. Se va con gran reconocimiento público.

Juliano Salierno

[email protected]

“No me jubilé para quedarme en mi casa”, aseguró José Manuel García Porta, quien, a partir de mañana dejará de ser juez de Instrucción de Santa Fe. Conocido por sus allegados como “Pepe” y apodado a sus espaldas como “García Prensa” por voces maledicientes, GP se retira de la función pública con un fuerte reconocimiento de la opinión pública.

Tras dos décadas de desempeño como juez y una carrera de 39 años en el Poder Judicial, el magistrado abandona el cargo con 64 años de edad y algunos proyectos por delante.

—¿Está preparado para ser un jubilado?

—Cuesta un poco el cambio, es rotundo. Pero tomé esta decisión después de un largo tiempo. Me llevó un año elaborarla y fue muy pensada.

—¿A qué se va a dedicar, a partir de ahora?

—No me jubilé para quedarme en mi casa, sino para seguir actuando. Todavía no tengo definido qué voy a hacer y desde qué ámbito. Primero, quiero un período de reflexión para ver con qué personas o en qué ámbito puedo seguir.

—¿Lo han llamado para hacer política?

—No concretamente. No tengo ningún compromiso.

El ex juez provincial asegura que el principal motivo que lo llevó a jubilarse fue que “el Poder Judicial de hoy casi no es respetado. Creo que ha perdido jerarquía con respecto a otros poderes del Estado y hay que revertirlo; y quienes tienen que enaltecerlo son las personas que están al frente”.

“Una real vocación”

Paralelamente a la actividad judicial, se desempeñó como docente en la Universidad Católica de Santa Fe, donde es profesor de Derecho Penal Especial y Derecho Procesal Penal desde hace 28 años, aproximadamente.

Desde allí intenta transmitir uno de los componentes más importantes para ejercer la magistratura: “Yo tuve una real vocación, la ejercí con pasión, entusiasmo, y me gustó muchísimo lo que hice. Abracé la magistratura como un verdadero compromiso y jamás utilicé a la Justicia para conseguir otros fines”.

—¿Cómo era el Poder Judicial en sus comienzos?

—La situación era totalmente distinta. Los índices de litigiosidad eran muy inferiores a los de la actualidad. La sociedad no estaba tan en crisis como ahora, que está más convulsionada. En aquel tiempo en Santa Fe el delito era cometido por autores en solitario, sin mayor violencia; hoy tenemos el delito organizado en bandas y asociaciones ilícitas. Hay muchas causas y una mayor crisis institucional.

—¿Qué casos marcaron su carrera?

—En 20 años perseguí desde el delincuente organizado hasta delitos económicos cometidos por comerciantes, empresarios y funcionarios políticos y del Poder Judicial; en toda esa gama me he desempeñado con total libertad.

Recuerdo cuando allanaba reparticiones del Estado en busca de expedientes de licitaciones; cuando investigué el vaciamiento del hospital Italiano; la tremenda estafa del Mercado de Valores; defraudaciones en el API; el mal manejo de dinero en la Secretaría de Deportes de la provincia y la Secretaría de Transporte de la Municipalidad; ésos fueron casos emblemáticos. También, innumerables casos de homicidios y robos importantes. Tengo un baúl enorme de recortes de diarios.

—¿Conoció delincuentes con códigos?

—Recuerdo el caso de un gran estafador, al que procesé y a quien, después de muchos años, me lo encontré en un lugar público. Se levantó y me dijo: “Ha sido un gran juez, ha sido justo. En la vida ganamos y perdemos”. Y yo lo había mandado a la cárcel...

—¿Por qué nunca llegó a ser juez de Sentencia o camarista?

—Para juez de Sentencia nunca concursé, no me interesó, y para camarista, tampoco. Desde que está el Consejo de la Magistratura no concursé nunca. Cuando las designaciones eran a dedo me presenté en dos oportunidades y no tuve suerte.

—¿Qué efecto le causó la primera vez que vio un cadáver?

—Al principio, me impresionaban, pero con el correr del tiempo ya no tuve más ese impacto.

—¿Alguna vez fue al psicólogo?

—No, nunca. Aunque hubo momentos dramáticos, con crisis personales en las que me sentí muy solo en muchos momentos de mi carrera. La contención era yo mismo, que me ponía límites, y la familia, también. Tuve momentos de angustia, de profunda soledad.

Exposición pública

Consultado acerca de la exposición pública de su imagen, García Porta recuerda que “al principio me parecía que podía ser peligrosa, que podía ser reconocido por el mundo de la delincuencia y porque a partir de allí implicaba una mayor responsabilidad en cuanto a la conducta y los comportamientos, como debe tener todo magistrado”.

Eso preocupó un poco a su familia y lo llevó a evaluar si “era conveniente o no”. Pero después “me di cuenta de que la exposición pública no era solamente por ser mediático, sino que había casos de trascendencia que interesaban a la comunidad. Esto lo vengo percibiendo desde que era fiscal.

“La exposición pública que yo tuve fue real. Porque tengo 20 años ininterrumpidos de juez con una exposición permanente y no he tenido absolutamente ninguna falta”.

—¿Cómo fue vivir con custodia?

—Hubo una época en que manejaba causas trascendentes con alguna connotación social y política y tuve que tener custodia policial un tiempo, tanto en mi domicilio como para mis hijos cuando iban y venían del colegio.

—¿Tuvo miedo alguna vez?

—En aquellas oportunidades he tenido un poco de temor; hacía tres o cuatro años que era juez. Después, con el tiempo, me fue desapareciendo. Lo que la gente no admite es la hipocresía, o sea, acá el problema es cuando usted por temor o condicionamiento desvía el centro de la investigación y elude el meollo de la cuestión. Uno puede tener aciertos y errores, pero lo importante es la objetividad, la imparcialidad y la no hipocresía. Y uno de los factores fundamentales es no tener temor en el ejercicio de la función, porque implica un autocondicionamiento.

—Usted recorre la ciudad... ¿qué le dice la gente?

—He recibido elogios y felicitaciones. En la calle, en el supermercado, en un restaurante, en la universidad, es un reconocimiento unánime. He recibido felicitaciones por ser un juez valiente, por dar la cara, ir al frente y, fundamentalmente, porque el protagonismo de un juez no se agota en la exposición pública, sino en lo que hace. Jamás he recibido una palabra de desprecio.

1_aa.jpg

“La exposición pública que tuve fue real”, afirmó García Porta, tras 20 años ininterrumpidos como juez de Santa Fe.

Foto: Amancio Alem

Carrera judicial.

Con 25 años, García Porta ingresó al Poder Judicial. Trabajó dos años en la provincia de Chaco, en Resistencia y en Sáenz Peña. Ya en Santa Fe, estuvo muy poco tiempo en Reconquista y luego pasó a Vera, donde fue secretario de Juzgado Penal otros dos años. Allí también ejerció como defensor general 6 años. En Santa Fe, se desempeñó 9 años como fiscal y los últimos 20, como juez de Instrucción.

/// EL DATO

De familia numerosa

Su padre era un farmacéutico proveniente de Buenos Aires y su madre era oriunda de Rafaela. Corría el año 1929 cuando juntos decidieron ir a vivir a Vera. Tuvieron diez hijos, de los cuales José Manuel fue el sexto. Entre sus hermanos hay médicos, arquitectos, farmacéuticos, docentes y comerciantes, pero “el único abogado fui yo”, asegura.

“En ese entonces, había empeño en que Vera tuviera un mayor desarrollo”, dice García Porta. Sin embargo, cuando tuvo edad como para empezar a estudiar debió mudarse a Santa Fe. En 1969 se graduó como abogado en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL y al poco tiempo se puso a trabajar.

“Mis padres eran de convicciones muy católicas”, recuerda el magistrado que asegura haber tenido “una formación moral importante, porque además nuestros padres fueron ejemplos”.

Está casado con María Teresa Bobbio, con quien tiene tres hijos adultos -María Cecilia, Manuel Santiago y María Silvia-, que ya lo hicieron tres veces abuelo.