Por la ruta itinerante de los cuentos

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Javier Oterino Santos

Nació en Madrid, pero desde hace cinco años se dedica a viajar por el mundo creando, reinventando y contando historias para compartir.

TEXTOS marina zavala FOTO GUILLERMO DI SALVATORE.

LA NECESIDAD DE CONTAR. “Mi costado artístico me viene por mi mamá; por mi abuelo con el que compartíamos la misma pieza y me contaba historias; por mi tío que es un cuentacuentos natural, como quien dice, un “cuentacuentos de bar’. Así surgió la necesidad de narrar. Desarrollé diferentes trabajos a lo largo de la vida y finalmente ví varias narraciones, empecé a hablar con gente y me decidí a entrar de lleno en el tema. Un día en Madrid conocí a Marcela Sabio, nos fuimos después de una actuación a un bar y empezamos a hablar. Yo la empecé a mirar a los ojos, me empecé a enamorar de aquellos ojos y poco a poco empezamos una relación. Ella me invitó al Festival Internacional de 2006 que se realizó acá en Santa Fe. Luego nos vimos en el 2008, en el Festival Internacional de México DF y de Puebla. Y me volvió a invitar aquí en el 2008 y 2009”.

UNA ELECCIÓN. “Llevo casi cinco años metido en la narración pero antes la compaginaba con otras cosas. Me llamaban para algunas actuaciones y las tenía que dejar. Entonces uno se da cuenta de que lo que realmente lo hace feliz es narrar; se deja un trabajo fijo, se va por el mundo, la familia se echa de manos a la cabeza, te dicen que si estás loco. Pero luego, con el tiempo, cuando te ven feliz y contento; redescubren que a lo mejor no tendrás mucha plata, no te vas a comprar aquel coche o aquella casa; pero que lo importante es que estás feliz y te sentís pleno. Definitivamente lo dejé todo y me dedico cien por cien a viajar por el mundo narrando cuentos. Desde entonces es que he estado en México, Costa Rica, Argentina, Uruguay. El lugar más lejos al que he llegado es Nueva Zelanda, he narrado cuentos alli. Pero basicamente busco también olvidar las grandes urbes, ir pueblo por pueblo visitando los colegios y ofrececiédome para narrar a los chicos y a los adultos también”.

Compartir “Lo que me atrapó de la narración oral es compartir. A mi siempre me gustó viajar, me encantaron las leyendas, las culturas de todos los pueblos, sus maneras de explicar el mundo. Sobretodo me gusta que se cuenta “con” el otro y no “para” el otro. Esa comunicación que se crea cuando miras a los ojos a alguien y empiezas a contar. De repente ves que tu historia está en la cara de la otra persona y la otra persona también te cambia tu cuento. Los narradores no sabemos las historias de memoria sino que las vamos reinventando. Tienes una lista de sucesos, dependiendo de si la persona que esta adelante tuyo ríe, se está durmiendo o está bostezando; se le da intensidad a determinardas partes o a otras de la narración. Es un fenómeno cambiante siempre y eso es muy lindo. Creo que los cuentos son para compartir y tienen que llegar a los sitios donde no se tiene la posibilidad de escuchar historias”.

ROBAR HISTORIAS. “Creo que los narradores nos metemos facilmente en las historias de los demás, sino no podriamos transmitir nada. Si tu no te crees una historia, no la estás viviendo momento a momento y no la estás viendo tu; es imposible que le crees a los demás imágenes sobre lo que estás narrando. Suena un poco feo pero... robas un poquito de la vida de los demás, te las estás llevando tu; tu le das un poquito de la tuya, le das tu punto de vista, tus experiencias también. Me apasiona este lugar, su gente. Siempre digo que no viajo para conocer lugares, sino para conocer personas. Aquí las personas son muy buenas conversadoras, muy abiertas. Hablas con cualquiera, enseguida te cuenta su historia, sus problemas, sus anhelos y la verdad es que eso me encanta. No volvería a vivir a Madrid, no volvería a las grandes urbes en general, no me gustan. Es verdad que en determinado momento pueden concentrar lo mejor, pero lo que es seguro es que concentran lo peor. Yo no quiero estar tan cerca de lo peor. Prefiero seguir mi ruta itinerante de los cuentos”.

PRIORIZAR LA PALABRA. “Hago mucho trabajo con los chicos pero me gusta más narrar para adultos. ¿Qué tiene de especial? Nuestra tarea es priorizar la palabra y darle un valor. Entonces, para que los chicos comprendan esto, lo tienen que ver también en sus mayores. No sirve de nada que yo vaya y le cuente cuentos a los niños si luego llegan a casa y el padre les dice “bah! esos son cuentos chinos’. Hay que convencer a los grandes de la fuerza de la narración. También pasa con los adolescentes, trabajar con ellos es muy importante. Es tremendo cuando llegas a un colegio y ves a un chico de 13 ó 14 años; su posición corporal: echado para atrás, mascando chicle, desinteresado. En ese momento les comenzás a explicar que los cuentos originariamente no eran para niños, sino que eran para adultos y se contaban por las noches. Les empezás a narrar historias que les gustan. Así notas como de repente esos ojos te empiezan a mirar y se empiezan a abrir. Es muy gratificante contar para niños, pero uno busca lo difícil...”

inicios

Javier Oterino Santos nació en Madrid, se asomó al mundo de la narración oral en el 2005 y unos años después decidió dedicarse exclusivamente a contar historias por el mundo. Se presentó, entre otros lugares, en el Teatro Cervantes de Buenos Aires, en el Centro Cultural de la Villa (Madrid) y en el Teatro Municipal de Santa Fe.

Un sueño

Uno de mis sueños a corto medio plazo es hacer un grupo de narradores sin fronteras que pudiera viajar por todo el mundo. Sobre todo visitar sitios con pocas posibilidades, marginales; e ir narrando cuentos. Seguramente cuando vuelva a Europa en marzo, intentaré ir a unos campamentos saharauis, se trata de un pueblo totalmente olvidado. Mónica Blanco, con quien estamos montando el grupo Cuentica, trabaja en una ONG y a traves de esta intentamos que salgan proyectos por esos lugares. Yo soy la parte más soñadora y ella es la que realmente le da forma al tema. Eso es lo que quiero, que los cuentos sirvan para curar a las personas, para hacer más feliz a la gente.

así soy yo