Conferencia sobre cambio climático en Copenhague

Culminó la Cumbre con un acuerdo de mínimos y la oposición de varios países

Culminó la Cumbre con un acuerdo de mínimos y la oposición de varios países

Negociando. La canciller alemana, Angela Merkel, conversa con los presidentes de Francia, Nicolas Sarkozy, de EE.UU., Barack Obama, y de Gran Bretaña, Gordon Brown, durante una reunión en el marco de la última jornada de la cumbre de la ONU del Cambio Climático en Copenhague, Dinamarca.

Foto: AGENCIA EFE

No se fijaron objetivos de reducción de gases, aunque sí se limita el incremento de temperaturas a 2 grados centígrados.

 

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EFE-Télam

La cumbre sobre el cambio climático de Copenhague se cerró hoy con un acuerdo de mínimos, que tuvo la oposición abierta y dura crítica de varios países como Venezuela, Nicaragua, Cuba o Bolivia.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aseguró en una rueda de prensa tras alcanzarse el acuerdo, que trabajará para convertir ese texto “en un tratado legalmente vinculante en 2010”.

Ban destacó que “los cimientos del primer acuerdo global para limitar los gases de efecto invernadero se han puesto en esta cumbre” y dijo que no podía precisar la fecha, pero recordó que la presidencia de la próxima conferencia sobre el cambio climático tendrá lugar en México el año que viene.

El secretario general agregó que se coordinará estrechamente con el presidente mexicano, Felipe Calderón, al que describió como un hombre “comprometido con el medio ambiente”.

Calderón, afirmó esta madrugada que el texto que se debatía en el último día de la Cumbre del Cambio Climático de Copenhague “está lejos de lo que el mundo esperaba y de lo que el mundo necesita”.

La presidencia de la conferencia anunció que había “tomado nota del acuerdo de Copenhague del 18 de diciembre de 2009”, que incluirá en su encabezamiento una lista de los países contrarios al texto.

La ONU recurrió a esta fórmula para hacer operativo el acuerdo, que fue duramente criticado como ilegítimo por países como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia y Sudán.

Para que pudiera convertirse en un acuerdo de Naciones Unidas, debía ser adoptado por unanimidad por los 192 países presentes en la conferencia.

El texto fue cerrado en la última jornada de la cumbre sobre medio ambiente por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en una reunión con varios jefes de Estado y finalmente con China, India y Sudáfrica bajo mediación de Brasil.

Y aunque todos los grupos regionales estaban representados en la reunión, algunos países se sintieron excluidos porque el acuerdo fue anunciado incluso antes de que pudieran ver el documento.

Sin embargo, y ante las críticas hacia el proceso negociador, un portavoz de la ONU, Robert Orr, señaló que nunca en su vida en la ONU había visto una negociación tan “genuina”.

Todos los líderes negociaban y redactaban borradores, explicó, y puso como ejemplo al presidente brasileño, Lula da Silva, quien comentó que volvía a sentirse como un dirigente sindical.

El Acuerdo de Copenhague ha sido un modo de salvar la cara tras el fracaso de 12 días de negociaciones en Copenhague para conseguir un texto ambicioso que sucediera en 2012 al Protocolo de Kyoto, el único tratado que obliga a 37 naciones industrializadas y la UE a recortar sus emisiones de dióxido de carbono.

El acuerdo, de carácter no vinculante, está muy lejos de las expectativas generadas en torno a la mayor reunión sobre cambio climático de la historia, y no fija objetivos de reducción de gases, aunque sí limita la subida de temperaturas a 2 grados centígrados para evitar una catástrofe.

También establece un fondo total de 10.000 millones de dólares entre 2010 y 2012 para los países más vulnerables a hacer frente a los efectos del cambio climático, y 100.000 millones anuales a partir de 2020 para mitigación y adaptación.

Los Verdes hablan de “fracaso”

El grupo de Los Verdes del Parlamento Europeo (PE) ha calificado hoy el Acuerdo de Copenhague de “fracaso lamentable”, y ha responsabilizado de éste a China y a EE.UU., así como a la Unión Europea (UE) por no haber aumentado sus objetivos de reducción de emisiones.

“La declaración política de Copenhague es totalmente insatisfactoria”, dijo el grupo sobre el acuerdo alcanzado anoche, que no es de carácter vinculante, está muy lejos de las expectativas generadas en torno a la mayor reunión sobre cambio climático de la historia y no fija objetivos de reducción de gases.

Para Los Verdes, “uno de los principales obstáculos” para lograr un resultado más ambicioso “fue la incapacidad de China y EE.UU. de entenderse sobre la manera de vigilar a los países emergentes”.

“Pero la UE también tiene su parte de responsabilidad, al renunciar a aumentar sus compromisos de reducción de emisiones hasta el 30% para 2020”, señaló el citado grupo político en un comunicado. De haber dado este paso, la UE “podría haber asumido un papel de liderazgo en los últimos días de la cumbre”, añadió.

Tras el texto acordado hoy, “no existen perspectivas claras para lograr un acuerdo internacional vinculante”, advirtió la copresidenta de los Verdes, Rebecca Harms.

En el documento existen “muchas carencias que no podrán estar en un futuro tratado, por lo que Copenhague no puede ser la última palabra sobre la acción contra el cambio climático”, destacó Harms.

/// análisis

Más incógnitas que respuestas

Ramón Santaularia - EFE

La Cumbre de la ONU sobre el Cambio Climático de Copenhague ha dejado más incógnitas que respuestas para el próximo año, en México, sobre las medidas a tomar por los países ricos y en desarrollo para combatir el calentamiento global.

La ausencia de un tratado jurídicamente vinculante ha decepcionado a quienes han sido excluidos de las negociaciones, como el grupo G-77 de los no alineados, según confirmó un portavoz de esos países. Pero la frustración también ha sido generalizada entre las ONG presentes en Copenhague, al igual que amplios segmentos de la sociedad civil que ya tenían bajas expectativas puestas en esta cita.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, tuvo que admitir que el texto consensuado aquí no cumple con las esperanzas puestas en la conferencia y que hubiera preferido un pacto jurídicamente vinculante, pero que “un acuerdo es mejor que ningún acuerdo”.

Ésta no es la opinión de diversos movimientos ecologistas y expertos en el clima, que habían propugnado que “es mejor ningún acuerdo que un mal acuerdo”.

El delegado de la isla pacífica de Tuvalu, Ian Fry, que se ha perfilado como el portavoz de los países más amenazados por el cambio climático, criticó que el texto no incluya referencias a cómo se proseguirá la negociación para conseguir un tratado vinculante. “Por hacer una referencia bíblica, es como si nos ofrecieran 30 monedas para traicionar a nuestra gente y a nuestro futuro. Y nuestro futuro no está en venta”, apuntó Fry.

En los doce días de negociaciones de esta cumbre hubo fallos de procedimiento pero también claras violaciones de los más básicos derechos de la democracia participativa.

El presidente de la cumbre, Lars Lkke Rasmussen, se “olvidó” de dar la palabra en más de una ocasión a quienes la habían solicitado en el pleno de la pasada madrugada y tuvo que ser llamado al orden.

Rasmussen había prometido que la cumbre no trabajaría con ningún documento que no estuviera integrado dentro de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático, pero los textos que aparecieron después, incluido el definitivo, no fueron entregados a bastantes países en desarrollo.

Desde la delegación venezolana también se criticó anoche a la presidencia danesa por hacer esperar al plenario “durante horas“ para después “lanzar sobre la mesa” un documento “ilegítimo“ acordado tan sólo por una treintena de países.

En el mismo foro, Bolivia se mostraba “ofendida y sorprendida“ por un documento cuya elaboración consideraba que no ha sido “democrática” y criticaba que se intente “imponer” a la gran mayoría de países un texto que sus delegaciones “no han discutido”.

La delegación cubana arremetió contra el presidente de EE.UU., Barack Obama, de quien dijo que se comportó en la cumbre como “un jefe imperial”, “irrespetuoso con la comunidad internacional” por proponer un texto no debatido por los países que integran la convención de la ONU.