La Navidad a través de páginas memorables

La Navidad a través de páginas memorables

Los más notables escritores de las diferentes culturas y en distintas edades del tiempo, han tomado a la Navidad como motivo de su obra. Aquí, un rápido repaso por las páginas más destacadas de la literatura navideña.

TEXTOS. GRACIELA DANERI. FOTOS. EL LITORAL

La Navidad es un período singular y emblemático, colmado de representaciones y alegorías, teñido de una variedad de colores donde la imaginación despliega sus alas tanto para festejar con alegría una fecha religiosa como para hacer de ella una oportunidad comercial y marquetinera, de modo tal que incida sobre niños y adultos.

Otras caras del mismo acontecimiento son, para algunos, motivo de melancolía y hasta provocadora de crisis por la soledad o bien por el recuerdo de quienes ya nos dejaron y no compartirán nuestra mesa. En tanto, para muchos jóvenes es una ocasión más para la diversión, el jolgorio, el baile después de la cena; aunque, si nos detenemos a reflexionar, debería ser motivo de un profundo encuentro con uno mismo y el prójimo.

La pintura, la escultura, el cine se han ocupado prolíficamente de la Navidad, a la que no escapó tampoco la literatura. En general, en lo que podríamos denominar literatura navideña aunque no se trata de un género literario en sí, pero hay cuentos y novelas que la tienen como común denominador- los temas que se ahí se abordan son estereotipos, cuando no lugares comunes, con los consabidos personajes que encarnan a niños carecientes, abuelos desbordantes de afectos, personajes mágicos e imprevistos.

ENTRE ESTEREOTIPOS Y FANTASÍAS

La trama de cuentos y novelas relativos a la Navidad suelen tener un objetivo moralizante, con la generosidad siempre presente y la exaltación de las mejores condiciones del ser humano, todo ello permeado por la magia y la fantasía.

No obstante, estas imágenes estereotipadas de personajes desgraciados y desvalidos, hay escritores de talla que afrontaron esta temática creando una literatura de excelencia, profunda y hasta metafísica. Hurgando en libros leídos en la infancia hasta otros mucho más recientes, sobran ejemplos para mencionar: desde “El Cascanueces”, de Ernst Hoffmann -una de las grandes figuras del Romanticismo alemán- a los famosos hermanos Grimm; el danés Hans Christian Andersen y hasta el gran escritor inglés Charles Dickens, que escribió su “Canción de Navidad” que, tras la simpleza de su narración, encubre la necesidad de un cambio fundamental, una transformación desde lo más hondo del corazón del hombre. Y no hay que dejar de lado a la británica Agatha Christie, que aportó su “Navidades trágicas”, con su memorable detective Hércules Poirot.

FAMOSOS QUE ESCRIBIERON SOBRE TEMAS NAVIDEÑOS

También el reconocido escritor australiano Morris West, quien supo escuchar su incipiente vocación sacerdotal, de la que luego desistió, se ocupó de cuestiones navideñas, a las que no fueron ajenas ni Graham Greene, ni Tolkien con sus “Cartas a Papá Noel”; o el italiano Giovanni Guareschi (famoso por la saga de Don Camilo) con su “Cuentos de Navidad” o mi admirado Oscar Wilde, que escribió su alusiva “El gigante egoísta”, o Nikolai Gogol (“La noche en vísperas de la Navidad”) y Guy de Maupassant (“Nochebuena”). En la nómina que es profusa- no podemos omitir a Chéjov (“Vanka”) o al gran Dostoievsky, y ni siquiera a Ray Bradbury: (“Cuento de Navidad”, muy difundido él)) y tampoco a Francis Scott Fitzgerald.

Y para no olvidar los tiempos de la pubertad y de las primeras lecturas “para los más grandes”, por qué no citar a la inolvidable Louise M. Alcott, que supiera hacer las delicias de tantas jovencitas con su libro “Mujercitas” y con muchas otras narraciones. Y si la memoria no me es infiel, recuerdo que aquella novela ponía el acento, precisamente, en la cena de Nochebuena.

También, al evocar más nombres y antecedentes, debemos incluir a los de Truman Capote (“Una Navidad” y “Un recuerdo navideño”) y de otro ruso prestigioso, Joseph Brodsky.

IL BUON NATALE DE PIRANDELLO

El gran Luigi Pirandello (otro muy admirado escritor) le dedicó su “Sogno di Natale” (Sueño de Navidad), en el cual el personaje relata su experiencia de un encuentro con Jesús en la Nochebuena.

Al protagonista le parecía caminar apurado como en su juventud, yendo de casa en casa, saludando y deseando a todos una feliz Navidad. De pronto, aquella noche, al inclinar su cabeza, sintió la impresión de que una mano suave y ligera lo tocaba, a la vez que lo acariciaba con un sentido de protección. Entró así en un estado de ensueño y en éste encontró a un Jesús que erraba justamente esa noche en la cual el mundo estaba celebrando su nacimiento. Era un Jesús furtivo, pálido, recogido en sí mismo, con una mano cerrada sobre su mentón y sus ojos profundos que se hundían en el vacío. El Mesías parecía invadido por un dolor intenso y una tristeza infinita.

Luego el hombre cuenta que, en un determinado momento, le pareció sumirse en la propia persona de Jesús, pero de pronto éste se alejó de él y prosiguió solo su camino, más leve que nunca, casi como del peso de una pluma. El protagonista relata que él quedó tendido en el piso, adquiriendo la forma de una mancha negra, y así se transformó en sombra y lo siguió. Jesús, resplandeciente de una luz interior, recorrió toda la ciudad, atravesando sus calles desiertas, sus ríos y luego desapareció.

De tanto en tanto volvía a tomar forma y se detenía frente a hogares humildes, donde la Navidad no daba lugar a festejos por falta de dinero. “También para éstos estoy muerto”, decía Jesús. Entró luego en una iglesia con muchos oropeles y observándola detenidamente y mirando a los feligreses dijo: “Y éstos estarían contentos si por primera vez yo naciese realmente en esta noche”. Prosiguió su marcha mientras murmuraba: “Busco un corazón en el que revivir. Ves que estoy muerto para este mundo que tiene aún el coraje de festejar la noche de mi nacimiento. Si tu corazón no estuviese lleno de tantas cosas que deberías tirar le dijo al personaje-sombra- obtendrías de mi cien veces más de lo que perderías, siguiéndome y abandonando lo que falsamente estimas necesario para ti y los tuyos: esta ciudad, tus sueños, las comodidades con las que en vano buscas aliviar tu tonto sufrir por este mundo. Busco un corazón en quien revivir, podría ser el tuyo como el de cualquier otro de buena voluntad”.

Es aquí donde, asociando, cobran una inmensa fuerza aquellas palabras de San Agustín: “No es más rico aquel que más tiene, sino el que menos necesita”; pues lo realmente necesario es tener un corazón abierto y dispuesto a recibir el mensaje que la Navidad nos deja.

Como se advierte, la literatura no ha permanecido indiferente a la Navidad, ni tampoco los grandes literatos, prueba de lo cual es que algunos de los citados obtuvieron en algún momento el siempre preciado Premio Nobel.

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Oscar Wilde

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Truman Capote

ENTRE BÉCQUER, BENAVENTE Y FÉLIX LUNA

Entre los autores de lengua española que refirieron en su obra a esta celebración, merecen sumarse a Gustavo Adolfo Bécquer (en el que este tema religioso no estuvo ausente en su prolífica obra), Benito Pérez Galdós, Blasco Ibáñez, la condesa Emilia de Pardo Bazán, (recuerdo de mi niñez en “Cuento de Navidad”, “De Navidad”, “El Belén”, entre otros relatos) o Eduardo Zamacois, un naturalista español que fuera poco apreciado en su tiempo, anticlerical él, no creyente, pero que en “Nochebuena” hizo una evocación muy sentimental de esa fecha en la que volvía a su infancia. Y hasta el dramaturgo Jacinto Benavente, que aportó su “Nochebuena aristocrática”. Además hay que citar a nuestro Félix Luna, recientemente desaparecido, que brindó a las letras argentinas un relato criollo en verso sobre la Navidad.

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Agatha Christie

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Félix Luna