Arte poética

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Por Mario Meléndez

Una vaca pasta en nuestra memoria

la sangre escapa de las ubres

el paisaje es muerto de un disparo

La vaca insiste con su rutina

su cola espanta el aburrimiento

el paisaje resucita en cámara lenta

La vaca abandona el paisaje

continuamos escuchando los mugidos

nuestra memoria pasta ahora

en esa inmensa soledad

El paisaje deja nuestra memoria

las palabras cambian de nombre

nos quedamos llorando

sobre la página en blanco

La vaca pasta ahora en el vacío

las palabras están montadas sobre ella

el lenguaje se burla de nosotros

Recuerdos del futuro

Mi hermana me despertó muy temprano

esa mañana y me dijo

“Levántate, tienes que venir a ver esto

el mar se ha llenado de estrellas”

Maravillado por aquella revelación

me vestí apresuradamente y pensé

“Si el mar se ha llenado de estrellas

yo debo tomar el primer avión

y recoger todos los peces del cielo”

Vincent 1993 a Vicente Huidobro

El gran poeta de las vanidades

se mira al espejo y dice

no hay otro mejor que yo

no hay otro más hermoso y delicado

más burlón, paradojal e irresistible

Y cuando voy por las calles

me persiguen y me piden autógrafos

se aglutinan en torno mío o se desmayan

porque soy más inmortal que las agujas

y en mi boca suspiran las estrellas

Así, cada montaña es un pelo en mi oreja

y cada nube una escalera de emergencia

donde subo y bajo como un mago

persiguiendo su conejo sin darle jamás alcance

No obstante los helicópteros me adoran

me adoran también las escolares que diviso de reojo

me adora el trapecista de un circo desahuciado

me adora la azafata de un vuelo imaginario

me adoran los enanos, los duendes, los fantasmas

y todos gritan “Ahí va Vicente, ahí va

con su cara encerrada en un sombrero

ahí va, el que se orina en los astros

el que respira copihues

y cambia de color hasta volverse inaguantable”

Y yo me río como un Buda chocho

cuando arrojan flores a mis pies

y me lleno de números telefónicos

y de mujeres que darían sus propios pechos

por rozar mi frente de amante multitudinario

o por mirar mis cabellos salidos de un arcoiris

de fruta

Tengo unos cuantos lunares en francés

y un gato que me habla en un idioma póstumo

y un perro que me muerde y me lame las antenas

y un cilantro preguntando quién soy

y yo le digo “No me busques

no hagas caso de la rosa deshojada

tú tienes tu propia sabiduría

tu propio olor

tu apellido en la cazuela del domingo

y no necesitas ser tan hermoso

para que ellos te respeten

cuando con sólo probarte

tienes ganado el cielo

y un espacio en mi garganta”

Ahora me marcho en mi paracaídas

me marcho en mi aeronave de

plumas anónimas

me marcho a pellizcarle las nalgas a un piano

a dormir una siesta en un ataúd de huevo

Mario Meléndez (1971) nació en Chile, pero actualmente vive en México. Entre sus libros figuran: “Autocultura y juicio” (con prólogo del Premio Nacional de Literatura, Roque Esteban Scarpa), “Poesía desdoblada”, “Apuntes para una leyenda”, “Vuelo subterráneo” y “El circo de papel”. Parte de su obra se encuentra traducida al italiano, inglés, francés, portugués, holandés, alemán, rumano, búlgaro, persa y catalán.

Arte poética

“Autorretrato”, foto de Dolores Bruma.