Grave crisis institucional

A poco más de una semana de haberse iniciado el año, el país está sumergido en una crisis que incluye la política, la economía y las instituciones. El desenlace por el momento no es previsible, pero lo que queda claro es que con un mínimo de sensatez o de espíritu legalista, esta crisis podría haberse evitado. Los Kirchner en ese sentido han demostrado, una vez más, que por buenos o malos motivos necesitan promover una suerte de crisis permanente para ejercer las funciones de gobierno.

Exigencia de la tristeza

Hacia 1911, el sábado 23 de diciembre, Franz Kafka anota en su diario: “La ventaja de escribir un diario consiste en que así uno se entera con tranquilizadora claridad de las transformaciones que sufre constantemente”. Quizás el escritor nunca pensó en las transformaciones de la visión del mundo que, al leer sus páginas, ha producido en multitud de lectores serios, es decir a los dispuestos a examinar profundamente, con alegría y lucidez, los fundamentos de la tragedia humana, aparente paradoja que ensancha e ilumina vastos sectores de la existencia, cuya densidad, en tiempo y espacio, se percibe entonces a plenitud.

Al margen de la crónica

El lavarropas y yo  

Ahí está el artefacto instalado en un sector de la cocina; blanco inmaculado, con carga vertical, una pantalla y muchos botones dispuestos para darle órdenes. El lavarropas, automático por supuesto.

Crónica política

Los Kirchner, Redrado y el “relato”

Sólo los Kirchner son capaces de transformar a Martín Redrado en un dirigente político popular. Si continúan en esa línea, Redrado no sólo va a ser el futuro ministro de Economía que todo dirigente opositor querrá sumar a sus filas, sino que, además, puede llegar a ser un presidenciable. Lo que hicieron con Cobos hace un año y medio están a punto de hacerlo con Redrado. Creer o no creer, los Kirchner se han transformado en la más formidable maquinaria promotora de dirigentes opositores. Su torpeza, su prepotencia o su vulgaridad para concebir el poder es capaz de producir esta suerte de milagrería política.