La enfermedad estival

La enfermedad estival

Los especialistas señalan la importancia de prevenir las diarreas, que son más frecuentes en verano. Es fundamental prestar atención a la higiene de los niños, los adultos, los ambientes de la casa y los alimentos.

FUENTE. PRO SALUD NEWS. FOTO. EL LITORAL.

La época estival, caracterizada por un marcado incremento de la temperatura, favorece el desarrollo de diversos virus y bacterias que pueden ingresar al organismo y “colonizarlo”.

Esta situación se produce no sólo como consecuencia de la estadía en piletas o natatorios públicos, sino también por la falta de higiene de alimentos, especialmente frutas, así como también debido a la interrupción de la cadena de frío de determinados alimentos.

Así, una vez instalados en el intestino, los virus y las bacterias pueden dar paso al cuadro conocido como diarrea aguda, una condición que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es una de las principales causas de muerte en menores de cinco años de edad, pues produce cada año casi 2 millones de fallecimientos (aproximadamente 10 mil por día).

La cocción de los alimentos

“La diarrea puede definirse como el cambio en la frecuencia habitual de las deposiciones que ocasiona la presencia de heces líquidas, al menos tres veces en un período de 24 horas. Si la duración del cuadro es inferior a las dos semanas, se trata de uno de tipo agudo. En el caso de los bebés, que pueden presentar manifestaciones de alta severidad, la tipificación también puede realizarse considerando el peso del pañal”, explicó el doctor José Tawil, médico gastroenterólogo de Gastroenterología Diagnóstica y Terapéutica (GEDYT) y miembro de la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE).

“Una vez establecido el diagnóstico y a fin de determinar cuáles serán los pasos a seguir, es necesario saber si se trata de un cuadro infeccioso (producido por virus, bacterias o parásitos) o uno no infeccioso que puede haber sido desarrollado por la ingesta de algún medicamento -algo cada vez más frecuente- o bien como consecuencia de una condición preexistente como el síndrome de intestino irritable”, agregó el especialista, también director médico del Centro Medeos.

Esta diferenciación entre los diversos tipos de diarreas agudas -entre las cuales son muy frecuentes las de tipo estival, características del verano; las del viajero que suelen presentarse cuando se viaja a sitios ubicados en Latinoamérica, África, Asia y Oriente; o al asociada a antibióticos- se establece analizando los síntomas como por ejemplo el dolor abdominal, la fiebre o las náuseas, las características de las deposiciones, el estado general del paciente, sus condiciones de vida y el resultado de su coprocultivo.

“Aunque en cualquier caso es recomendable recurrir al médico lo más rápido posible, obviamente no es lo mismo una diarrea en un bebé que tal vez pesa seis kilos y pierde alrededor de 300 gramos en cada deposición, que un adulto. De hecho, las cifras sobre incidencia corresponden a niños porque los mayores no suelen consultar y, lamentablemente, muchas veces se automedican”, sostuvo, por su parte, la doctora Cristina Grant, médica pediatra especialista en gastroenterología infantil.

“Además, la consulta es el principal vehículo para poner en marcha el tratamiento, cuyo primer paso es el control de los síntomas y la rehidratación inmediata del paciente que, dependiendo la gravedad del cuadro, se llevará a cabo por vía oral o parenteral. Luego, en una segunda instancia será el momento de administrar antibióticos y probióticos (saccharomyces boulardi) no contenidos en lácteos, sino en cápsulas o fórmula para diluir”, añadió Grant.

El cuidado en los niños

Los chicos que, sobre todo en esta época, pueden llegar a pasar mucho tiempo en guarderías, casas de amiguitos, colonias o piletas son más susceptibles a contraer diarreas debido a diversos “vehículos” de contagio como ser el contacto fecal-oral, el hombre a hombre, el animales-hombre e incluso debido a la ingesta de agua o alimentos mal lavados o en mal estado.

“Por eso hay que darle tanta relevancia a lo que es la organización general de la casa. Por ejemplo, si una mamá suele cambiar el pañal de su bebé mientras su otro hijo de dos o tres años come al lado, sería recomendable que no lo hiciera o bien que luego limpiara con lavandina la mesa utilizada a ese fin. También debe cuidarse el tiempo que los alimentos pasan en el baúl del auto después de ser comprados en el súper”.

“Otro punto fundamental es la preservación de la lactancia materna aún durante los días que dure la diarrea. Este acto que hace muchos años se solía suspender por indicación médica, hoy constituye una herramienta clave no sólo porque el niño permanece en contacto con su mamá mientras está enfermo o se siente mal, sino porque además la lecha materna le aporta nutrientes muy necesarios, sobre todo en el caso de los chicos que padecen problemas de nutrición”, consignó Grant.

“Finalmente, es necesario que todas las mamás tengan en cuenta que en pediatría no es lo mismo una diarrea de origen viral que una bacteriana; así como también es diferente lo grave que puede ser un cuadro según las características de cada niño. Por eso, la recomendación general es que realicen la consulta lo más rápido posible para que las situaciones puedan permanecer dentro del campo de las cuestiones de salud ‘sencillas’ de resolver y no se conviertan en algo sumamente grave y riesgoso”, concluyó.