DE LA MANO DEL CALOR

Leishmaniosis: la amenaza del jején

Este verano fue el escenario de la aparición en Santa Fe de la enfermedad parasitaria que afecta tanto a personas como a perros. La deforestación, según científicos de la UNL, es uno de los factores que explica la reaparición de una dolencia tan antigua como los registros de la conquista.

 

(C) PRENSA UNL - EL LITORAL

Mientras continúa la lucha contra el dengue y el mosquito que lo propaga, una nueva enfermedad tomó relevancia este verano con la aparición de casos en Santa Fe. Se trata de la leishmaniosis, una infección causada por parásitos del género Leishmania y transmitida por la picadura de hembras del jején (insectos dípteros del género Lutzomyia). Actúa como vector transmitiendo la enfermedad entre personas y perros.

Si bien es una patología tan antigua que ya se encuentra en las crónicas de los conquistadores en el siglo XVI, “en los últimos años, la incidencia de esta vieja dolencia se ha incrementado, probablemente, como consecuencia de la actividad del hombre sobre la naturaleza”, afirma un artículo publicado por los investigadores de la cátedra de Parasitología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

“Tanto los cambios en el medio ambiente como los disturbios ecológicos ejercen una gran influencia en la reaparición y proliferación de enfermedades parasitarias zoonóticas. La leishmaniosis es una de dichas enfermedades”, afirma el artículo publicado en la revista Ecociencia & Naturaleza en su 13ª edición (2009).

La enfermedad

Como detalla el artículo, existen dos presentaciones clínicas principales de la leishmaniosis, que varía de acuerdo a la especie parasitaria y el sistema inmune del paciente. Una es la leishmaniosis tegumentaria, que puede implicar lesiones en la piel y las mucosas, y es endémica en nueve provincias de la región norte del país. El otro tipo es la leishmaniosis visceral, de la que se registraron apenas 15 casos en los últimos 80 años en la Argentina.

Al igual que otras enfermedades “parientes” de la leishmoniosis, como la enfermedad de Chagas o la del sueño, que son causadas por distintos tripanosomátidos, tienen tratamientos que implican cierta toxicidad para el paciente.

El ciclo

Los perros domésticos pueden ser reservorios del parásito, mientras que en el ámbito silvestre los zorros pueden estar infectados. Cuando el jején se alimenta de uno de estos animales infectados ingiere, junto con la sangre, parásitos que se multiplican dentro del insecto. Al picar a un ser humano, el jején inyecta los parásitos, que infectan células y se multiplican hasta que las rompen. Al quedar libres, pueden afectar a otras células en distintos tejidos.

El ciclo depende de la presencia del vector, es decir, el jején que habita en zonas boscosas y húmedas de zonas tropicales y subtropicales. La deforestación, ejemplifican los investigadores, altera la situación tanto del vector como de los reservorios, que pasan del ámbito silvestre a las zonas pobladas.

“Podría decirse que, en general, las constantes alteraciones de ecosistemas naturales modifican la distribución y el comportamiento de los parásitos, sus hospederos y vectores, y esto se traduce luego en serios problemas en salud pública. Si las condiciones ambientales continúan alterándose, el mapa de la leishmaniosis podría continuar corriendo sus fronteras e incorporando nuevas regiones”, sostiene el artículo.

350

millones de personas

están infectadas de leishmaniosis.

2

millones de nuevos casos

aparecen cada año en regiones tropicales y subtropicales.

88

países

presentan casos.

72

de esos países

son subdesarrollados.

Leishmaniosis: la amenaza del jején

Los perros domésticos pueden ser reservorios del parásito, mientras que en el ámbito silvestre los zorros pueden estar infectados.

Foto: ARCHIVO EL LITORAL