Se cortó la luz y era fulera la tormenta pero no se movió nadie

Ni siquiera un rayo quebrará este amor

Ni siquiera un rayo quebrará este amor

En medio de la lluvia más importante de los últimos tiempos en Santa Fe, la gente de Unión copó el 15 de Abril. Se bancaron el viento, el agua y hasta un rayo atrás de la tribuna. Para aplaudirlos.

Foto: Pablo Aguirre

Otra vez un viernes complicado para jugar en Santa Fe. Sin embargo, unas 10.000 almas tatengues le hicieron el aguante a Unión en medio del diluvio.

 

Darío Pignata

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Cuando este periodista de El Litoral ingresaba al 15 de Abril, el cielo de Santa Fe abría sus compuertas. Había que verles la cara a los dirigentes de Unión. No hacía falta “sacarles” alguna palabra. El presidente Luis Spahn conversaba con Emilio Lamas de temas varios, entre ellos, de lo que había sido una semana complicada por la derrota en Tucumán que se sumaba a la pérdida del invicto con Tiro en Santa Fe. Íntimamente, los dirigentes pensaban que muy poca gente iría a la cancha. “Ahora, a diferencia del partido con Tiro, se largó con todo media hora antes, con lo cual algunos quizás no salen, porque hoy el problema no es la lluvia, sino las tormentas peligrosas”, suponían.

Sin embargo, cuando el juez pitó el inicio, la gente seguía entrando. Los accesos al club, en algunas zonas, estaban anegados. El césped del 15 de Abril, como siempre: impecable. Y de pronto, con inflables, paraguas o lo que fuera, un acompañamiento increíble para el equipo del Turco Alí. No sólo que hubo gente, sino que, además, los hinchas eligieron ser protagonistas de la noche. ¿De qué manera?: cantando y saltando sin parar abajo de la lluvia.

Particularmente, en 20 años de cancha con El Litoral, nunca me tocó ver lo que vimos anoche. Es que, en realidad, por momentos, directamente no se veía nada. El agua pegaba de frente contra las cabinas y no daba tiempo ni siquiera de “limpiar con la mano”. Vaya uno a saber qué hicieron bien y qué no de lo que les pidió Alí, pero a los jugadores no les quedó otra que dejar la vida en cada pelota cuando vieron el marco multitudinario para una verdadera noche de perros en Santa Fe. Todos se esforzaban por poner un poco más en las divididas, como una señal inconfundible de un equipo lastimado por dos derrotas seguidas.

Entre los 90 minutos y los 15 del descanso, debe haber parado tres veces en toda la noche. Y no más de diez minutos en cada “descanso”. Y no era que lloviznaba, ni siquiera que llovía muy fuerte. Era un diluvio con todas las letras. Otra cancha no hubiera aguantado. Otra hinchada, tampoco. Pero estas sufridas generaciones nuevas de hinchas de Unión logran reinventar a los más viejos en pasión. Entonces, cualquier foto de anoche era el mejor homenaje al hincha de fútbol en el 15 de Abril.

El rayo misterioso

Unión ganaba y tenía el partido controlado: 2-0 con un hombre más en Santa Fe. Así arrancó el complemento. Las radios, todas en transmisión, traían las noticias de las complicaciones en los barrios bajos, porque siempre el tiempo se las agarra con los que menos tienen. Por lo menos en esta ciudad.

El reloj marcaba 9 minutos. Además de llover sin parar y de manera intensa, los hinchas festejaban el ruido de los truenos y refucilos. Era como un elemento motivador para cantar y saltar cada vez más debajo de esa catarata tribunera.

Hasta que el cielo del 15 de Abril se coloreó y se apagó. Una estela anaranjada y un ruido impresionante. Un rayo misterioso, que pareció esconderse detrás de la tribuna popular de Cándido Pujato. Y de golpe, todo oscuro. Con una particularidad que podíamos ver los que estábamos en la parte alta del estadio: las torres del 15 de Abril se apagaron automáticamente, pero en las inmediaciones de la cancha había luz. En los hogares y en la red pública.

El partido estuvo detenido 16 minutos, con la lluvia pegando cada vez más y con la gente cantando como si Unión estuviera jugando. Los jugadores y el árbitro, a los vestuarios. La ambulancia ubicada en la salida de emergencia de Cándido Pujato, iluminando con sus luces una parte del césped. Fue imponente ver cómo nadie dejaba su lugar. A lo sumo, algunos pocos buscaron refugio bajo techo. Pero de la cancha no se fue nadie. Y fue emocionante escuchar a la gente cantar, a oscuras, sin jugadores, sin Unión, sin el partido.

Puede que en el juez hubiera pesado demasiado que ningún hincha de Unión se moviera de su lugar. Es más, cuando la voz del estadio anunció que el partido continuaba, el griterío sonó a festejo de gol. Y puede que hubiera pesado que Independiente se vino desde Mendoza, pensando en una suspensión.

Pero la decisión de Ariel González de seguir el partido después del rayo fue un último recurso al sentido común. Fue jugar al límite con la locura que tiene por estos tiempos la naturaleza. A resguardo y en la cabina, me acordé de aquella práctica del Deportivo Cali en octubre de 2002, cuando el rayo cayó sobre un transformador, se incendió, la descarga rebotó y alcanzó a los jugadores: Herman Gaviria murió y los jugadores Giovanny Hernández (participó aquí, en Colón), Carlos Álvarez, Julián Espinoza y el atacante Geovanni Córdoba fueron dañados. El archivo repasa las palabras del preparador físico Hernando Arias, quien vio una llama sobre Herman: “Sus botines se quemaron. Sangró por la nariz, y por la espalda salía humo. El rayo lo elevó y luego cayó al piso, lo alcanzó una descarga impresionante”.

Lo que pasó el 26 de octubre de 2002 en Cali pudo repetirse anoche en Santa Fe con el partido de Unión. Porque en medio de tanta agua, el árbitro jugó con fuego. Sólo pensó en el negocio. Y en ese verso de que “el show siempre debe continuar”. Fue una irresponsabilidad tan grande como la pasión de los hinchas de Unión bajo la lluvia.

BAJO LA LUPA

LIMIA (5): siempre es raro evaluarlo, porque venía de tapar diez mano a mano en tres partidos, pero “comiéndose” dos goles. Anoche no le hicieron ninguno, pero no dio seguridad en los centros y se complicó solo sin necesidad (la sacó Correa de la línea).

PÉREZ (7): jugó un segundo tiempo espectacular, después de haber arrancado el partido con las dudas de antes. Ganó confianza, fue salida, pasó al ataque.

VERA (6): controlaron bien a los dos puntas de la Lepra mendocina, ordenados y recuperando la solidez para terminar con el arco en cero. Se fue con una molestia.

CORREA (6): lo de siempre del uruguayo, mucha garra, amor propio y jugando con mucha concentración, anticipando de abajo y ganando desde arriba.

CARDOZO (5): se complicó solo y de manera innecesaria en el final, perdiendo dos o tres pelotas en la salida, que generaron la contra de los mendocinos. Le costó la cancha.

MATÍAS DONNET (7): jugó en el nivel desequilibrante que se le venía reclamando, con manejo de pelota, llegada a situaciones de gol, con asistencias y definición propia. Hizo el primero, casi abajo del arco.

CALGARO (6): supo manejar muy bien los tiempos del juego corto, sin enloquecerse, cuando Unión ganando 1-0 se quedó con un jugador más por la expulsión de Moreyra. ¿Pidió el cambio?

SAUCEDO (7): el hincha volvió a disfrutar de esa versión agresiva del “5” de Unión, mandando en el medio, marcando presencia y clavando un golazo desde lejos. Es el sexto gol del ex Estudiantes.

BUJÁN (6): se pudo ver a un jugador con menos vértigo que el “Coqui” Torres para el andarivel, pero con buen manejo de pelota, ordenado y solidario.

PRATTO (8): otra de las figuras del equipo. Hizo hacer el primero, definió con mucha calidad en el segundo, por arriba del arquero. Peleó todas, buscó siempre por todos lados. Cuatro partidos, dos goles. No está nada mal.

CÓLZERA (6): encima que llegó “con lo justo” por la molestia física, la cancha mojada, pesada, el choque permanente con los rivales. Le puso una asistencia espectacular a Pratto en el 2-0.

ALEXIS FERNÁNDEZ (6): es siempre un recambio interesante, algo que quedó comprobado cuando faltó Calgaro el año pasado. No debe desaprovechar las posibilidades.

ROSALES (-): no pudo armar nada porque, a esa altura, Independiente se encerraba con mucha gente para evitar la goleada.

JUAN RIVAS (-): debutó y fue al banco siendo un volante ofensivo o mediapunta de las inferiores.